Montevideo, 18 de julio (EFE) – Ni temibles «bandas de zombis» ni exponencial adicción se vislumbran en un Uruguay que, a cinco años de abrir la venta de marihuana en farmacias, ve en el retrovisor un proceso pionero que sorteó «tropezones» y fue ganando apoyo.
Una imagen marcó el 19 de julio de 2017: con largas filas esperando fuera, las farmacias uruguayas comenzaron a ofrecer los paquetes de marihuana legal que cerraron el círculo del proceso aprobado por ley en 2013.
Zombis que nunca llegaron
Cinco años después, en la farmacia Antártida, una de las 16 que inauguraron la venta, reina la calma y solo el proceder particular de presentar la huella digital distingue la venta de cannabis de la de medicamentos.
Es que, como asegura a EFE su propietario, Sergio Redín, pese a los temores iniciales, la venta transcurrió «sin ningún problema» y ni los clientes más «conservadores» dejaron de comprar allí.
«Cuando nos postulamos teníamos nuestros miedos; era algo totalmente nuevo, muchas farmacias estuvieron en contra. Miedos de seguridad, de que hubiese un rechazo social, de la clientela. Nada de eso ocurrió», subraya.
En la misma línea se expresa el exsecretario general de la Junta Nacional de Drogas Milton Romani -que acompañó el proceso estatal hasta 2016-, quien remarca que aquel día quedó claro que había muchos «mitos» infundados en torno al tema.
«El 19 de julio del 2017 se cayó un ícono, un prejuicio generalizado. Abrieron las farmacias, empezaron vender a aquellos que estaban registrados; no hubo bandas de zombis que atacaban las farmacias como algunos lo pronosticaban», enfatiza.
Este es solo uno de varios mitos que, dice Romani, se cernieron sobre el proceso de regulación de la compraventa de cannabis previsto en la ley impulsada por el Gobierno de José Mujica (2010-2015) para luchar contra el narcotráfico.
Añade que también trascendió que Uruguay «se iba a inundar» de brasileños o argentinos que llegarían a comprar marihuana y que aumentaría exponencialmente el consumo en el país, algo que no sucedió.
«Las investigaciones científicas que se han realizado han demostrado que la legalización y regulación del cannabis no ha aumentado el consumo. Chile no tiene regulado ni legalizado y tiene más consumo que Uruguay. En Uruguay al principio creció un poco y ahora se estabilizó», explica.
Tropezones que no son caída
Juan Ignacio Tastás, director ejecutivo del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) de Uruguay, asegura en tanto que el proceso, que fue «pionero» a escala global y tuvo en los clubes cannábicos y el autocultivo sus otros pilares, no estuvo exento de «tropezones».
En el caso de las farmacias, que hoy cuentan con 49,630 adquirientes registrados para recibir hasta 10 gramos semanales, Tastás dice que el principal problema fue el desabastecimiento, que generó «desaliento» en los consumidores.
En esto coincide Redín, quien acota que el hecho de que la demanda supere a la oferta es «lógico» cuando se inaugura un proceso tan controlado como el de esta ley, pero adelanta que la situación hoy «se revirtió totalmente», pues hay «de sobra».
En tanto, un tropezón sin solución en el horizonte para Tastás es la dificultad financiera, pues los bancos estadounidenses y, en consonancia, uruguayos, reconocen como ilegal la venta de cannabis y esto dificulta la operativa en las farmacias.
Otra autocrítica importante trae Mujica, quien lamenta que no se aprovechara más la vía medicinal por haber avanzado con «mucha parsimonia».
«Pudimos haber explotado esa ley y habernos transformado en una vanguardia del uso medicinal de la marihuana, porque venían empresas de afuera como yuyos, pero le hicimos un juego de retención (…) en los engranajes burocráticos y ahora empezaron a producir marihuana para fines medicinales por varios lugares con o sin ley», remarca a EFE.
Un nuevo capítulo
Mientras en el centro de Montevideo varias personas ingresan a la farmacia Antártida a pedir las variedades «Alfa» o «Beta», Redín cree que el nuevo impulso para los consumidores llegará con la nueva variante que ya prepara el IRCCA y que elevará el psicoactivo THC del 6% actual al 12 o 13%.
Testás asegura, sin embargo, que el IRCCA no busca generar productos con más psicoactividad sino retener a los consumidores que buscarán esto en vías inseguras.
«Lo que estamos tratando de hacer es que los consumidores que ya existen pasen de la ilegalidad o de otras fuentes de suministro», explica.
Por otro lado, a lo que solo 28 farmacias se han adherido hasta el momento, Testás resalta que se está buscando convencer a más para al menos «duplicar» esa cifra a lo largo del país.
Es que, como refleja un reciente sondeo de la encuestadora Cifra, la aprobación de la venta regulada pasó del 24% en 2012 a un 48% en la actualidad, por lo que casi la mitad de los uruguayos apoya la pionera ley.