Naranjito, 22 de septiembre (Esther Alaejos / EFE) – Los pueblos de la cordillera central son de nuevo de los más damnificados por un huracán, entre ellos Naranjito, donde nueve familias perdieron sus casas y se han puesto en marcha programas de reparto de alimentos entre los vecinos.
Hace cinco años, con el huracán María, las zonas montañosas quedaron devastadas, y ahora tampoco se han librado. Han sufrido gravemente la embestida de Fiona, que tocó tierra en el suroeste de Puerto Rico el pasado domingo.
«La casa explotó. En la parte de atrás, había un muro y de tanta agua, tan fuerte, pues explotó», relata a Efe con visible angustia Glorimar Rodríguez, vecina del pueblo de Naranjito, quien presenció el derrumbe.
Esa vivienda era la de los sobrinos y vecinos de Rodríguez, Luis Yadriel y Darimar, de 19 y 23 años, respectivamente, que vivían juntos y perdieron todas sus pertenencias.
«Gracias a Dios no había nadie en la casa», ya que los dos jóvenes se habían refugiado en otro inmueble durante las intensas lluvias, cuenta su tía.
Entre los estragos visibles que dejó el huracán de categoría 1 en Naranjito, hay carreteras y caminos con lodo, viviendas dañadas y destruidas y postes de electricidad y árboles caídos.
Emergencia «bastante fuerte»
José A. Figueroa, director de Manejo de Emergencias en Naranjito, explica a Efe que en el pueblo «nueve casas han sido afectadas, entre ellas unas destruidas y otras averiadas».
Ahora toca evaluar los daños de cara a recibir ayudas para su reparación, según Figueroa, que calificó la emergencia en el pueblo durante el paso de Fiona entre el domingo y el lunes de «bastante fuerte».
Junto a su equipo, se afana en limpiar los restos de lodo, controlar los deslizamientos de las laderas y atender a los damnificados de la localidad.
Los daños causados en Naranjito tras el paso de María y Fiona son diferentes: El primero afectó al municipio montañoso con fuertes vientos y, el segundo, impactó con intensas precipitaciones.
Las lluvias, que han superado las 20 pulgadas (50 centímetros) en muchas zonas de la isla, provocaron en Naranjito el desbordamiento de los ríos La Plata y Guadiana.
Gran parte del pueblo quedó temporalmente inundado, incluido el centro urbano, y varias viviendas sepultadas por el lodo. El servicio eléctrico y el agua también están cortados desde el huracán.
Alimentos para los vecinos
En medio de la tragedia generalizada, Thais M. Reyes, directora de la oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario de Puerto Rico (ODSEC), explica que el organismo siempre se moviliza ante este tipo de desastres naturales.
«Nosotros inmediatamente salimos a la calle a socorrer a nuestras comunidades, dándoles suministro, dándoles artículos de higiene personal», precisa Reyes.
Tras repartir alimentos en Naranjito, el equipo se dirigía a distribuir suministros en Comerío, también muy afectado por el huracán.
Una de las receptoras de una caja de alimentos y agua es Esther Robles, de 82 años, quien está bastante preocupada porque la falta de suministro de agua y luz a su edad y siendo diabética es peligrosa.
«Como aún no ha llegado la luz, no ha llegado el agua para uno asearse, bañarse y eso, y me está afectando también para las insulinas, que no tengo hielo ni dónde ponerlas», lamenta la octogenaria.
También revive cómo a medida que pasaba el huracán las calles se iban inundando y se producían deslizamientos de tierra, algo que irremediablemente le hizo acordarse de la tragedia de hace cinco años con María.
En Naranjito, tras el paso del huracán María, los vecinos que no disponían de generadores, placas solares u otras fuentes de energía, estuvieron sin electricidad siete meses. Ahora esperan y ruegan que el restablecimiento del servicio sea más rápido.