Por David Villafranca
Agencia EFE
Los Ángeles (EE.UU.) – Una ruptura a bofetada limpia y con portazo seguida de una reconciliación totalmente inesperada. Así ha sido la turbulenta relación del PGA Tour y el LIV Golf, que después de haber protagonizado un enfrentamiento que abrió en dos el mundo del golf ahora aspiran a estrechar lazos tanto en la competición como en los negocios.
Los aficionados al golf en EE.UU. se despertaron el martes con un bombazo informativo: el acuerdo entre el PGA Tour, el DP World Tour y el controvertido LIV Golf saudí para unificar este deporte a escala planetaria.
«Después de dos años de perturbaciones y distracción, éste es un día histórico para el deporte que todos conocemos y amamos», afirmó el comisionado del PGA Tour, Jay Monahan.
El acuerdo, gestionado bajo el máximo secreto -algo que no gustó nada a los jugadores del PGA Tour-, incluye la creación de una nueva entidad, la gestión de un calendario conjunto, el cierre de todas las causas legales pendientes y la intención de que los jugadores que huyeron a un LIV atiborrado de dinero puedan recuperar su afiliación a los circuitos ‘tradicionales’.
Hay muchas historias atractivas en torno a este insospechado idilio como el choque entre la tradición que dice representar el PGA Tour y el golf del siglo XXI que asegura reflejar el LIV.
Pero en esta reconciliación, igual que en la ruptura, ha tenido un papel clave algo sin valor sentimental: el dinero.
LAS CUENTAS
Con un descomunal músculo financiero detrás que rompió todos los esquemas previos del golf, el LIV prometió este año $4 millones para el ganador de uno de sus torneos y $3 millones para el equipo vencedor.
Un aspecto muy importante es que en el LIV no hay corte de fin de semana, por lo que con pisar el campo uno se lleva como mínimo $120,000 por cita.
La alegría con la que el LIV empezó a firmar cheques a diestro y siniestro obligó al PGA Tour a aumentar sus premios, pero sin llegar a los baremos del LIV.
Así, solo el Players Championship ($4.5 millones) supera esos $4 millones en el PGA Tour.
Otra muestra de la enorme cantidad de ceros que fluyen desde tierras saudíes se reflejó en la lista de Forbes de 2023 de los diez deportistas mejor pagados del mundo (técnicamente, del 1 de mayo de 2022 al 1 de mayo de 2023).
Junto a futbolistas como Leo Messi o estrellas de la NBA como LeBron James se colaron de forma asombrosa dos representantes del LIV Golf: Dustin Johnson en sexta posición con $107 millones y Phil Mickelson en el séptimo puesto con $106 millones.
«Johnson ni siquiera estuvo entre los 50 deportistas mejor pagados de 2022», apuntó Forbes sobre su fenomenal salto en el ránking.
Por cierto, el primero en esa relación también tenía conexión con Arabia Saudí: Cristiano Ronaldo, con $136 millones en total y $75 millones provenientes de su sueldo anual en el Al Nassr.
Volviendo al golf, la irrupción del LIV dejó situaciones particularmente incómodas para el PGA Tour como la que ocurrió en mayo cuando Brooks Koepka se proclamó campeón del Campeonato de la PGA (los jugadores del tour saudí fueron obligados a renunciar a los otros circuitos pero sí podían competir en los torneos ‘grandes’).
Koepka, que recibió $50 millones para irse al LIV, se convirtió en el primer ‘desertor’ del PGA Tour en conquistar un ‘major’.
Pero eso apenas tuvo efecto en su cuenta bancaria ya que se anotó $3.15 millones por el Campeonato de la PGA cuando el año pasado en total ganó $72 millones gracias al LIV (decimoctavo deportista mejor pagado del año según Forbes).
MÁS ALLÁ DEL DINERO
La sensación generalizada es que el PGA Tour dio su brazo a torcer con esta alianza a regañadientes aunque en el LIV también había cosas que no terminaban de cuadrar.
Por ejemplo, su exposición mediática y repercusión publicitaria es mucho más reducida, sus triunfos no cuentan para la clasificación mundial del golf, su falta de tradición casa poco con un deporte que se precia mucho de su propia historia, y astros como Tiger Woods se negaron a cambiar de camiseta pese a ofertas mareantes de que podría llevarse entre 700 y 800 millones en el nuevo circuito.
«¿Cambiaría el estilo de vida de mi familia si ganara $400 millones? No, no cambiaría nada de nada», comentó el año pasado el español Jon Rahm, otro de los fieles al PGA Tour.
«La verdad es que podría retirarme ahora mismo y podría tener una vida muy feliz sin jugar de nuevo. Nunca jugué al golf por razones monetarias. Juego por mi amor a este deporte y quiero jugar contra los mejores del mundo. Siempre he estado interesado en la historia y el legado del golf y ahora mismo el PGA Tour tiene eso», argumentó.
Las disputas entre el PGA Tour y el LIV acabaron como muchos divorcios en los tribunales y ahora queda por ver si hay amor posible que cicatrice y olvide las denuncias de monopolio contra el PGA Tour y las acusaciones al LIV de que solo es una distracción para blanquear las violaciones de derechos humanos en Arabia Saudí.
En cualquier caso, lo que se anunció esta semana es solo un principio de acuerdo y es probable que en las próximas semanas se escuchen con fuerza las voces de los jugadores del PGA Tour, que de repente se han encontrado de la mano de un tour como el LIV con el que habían jurado que jamás tendrían una cita.