San Juan, 14 abr (EFE) – «La rana se encanta de lo bien que canta», dice el refrán y en Puerto Rico cada vez que llueve la música exterior en cualquier rincón es el típico y popular «cantar del coqui» del que se ha hallado un fósil que lo convierte en la rana más antigua del Caribe.
Gracias al hallazgo Puerto Rico llenó un hueco en el panorama científico, después de que el paleontólogo puertorriqueño Jorge Vélez-Juarbe hallara el fósil más antiguo del mundo de un coquí, la pequeña rana autóctona, de más de 29 millones de años, en el noroeste de la isla, descubrimiento realizado en 2012 y que estos días publicó la revista científica Biology Letters.
«En ningún otro sitio del mundo se ha encontrado un coquí más viejo. Es el fósil de rana más antiguo del Caribe», afirmó Vélez-Juarbe a Efe desde Los Ángeles, California, donde desde hace 5 años es el comisario del área de mamíferos marinos del Museo de Historia Natural.
El coquí es una pequeño anfibio que no mide más de 35 milímetros y se distingue de otras ranas, porque en las noches interpreta un cántico peculiar, una onomatopeya.
EL DESCUBRIMIENTO
Según relató el paleobiólogo, una tarde del verano de 2012 -como hacía desde el 2006- visitaba junto a su esposa y varios amigos, un río en el municipio de San Sebastián para hacer sus excavaciones y lograr algún descubrimiento.
Dicha zona, explicó Vélez-Juarbe, de 39 años, «preserva distintos tipos de paleoambientes y da la posibilidad de encontrar fósiles de organismos marinos y terrestres».
«Como la zona está en un río, constantemente va erosionando, y es ideal» para otros descubrimientos, indicó.
Tras un rato rastreando la zona, éste decidió explorar un poco más hacia el sur del área, adonde casi nunca iba.
«Le digo a mis acompañantes que me esperaran. Cruzo el río, empiezo a explorar en un área donde la roca es color gris-azul y veo un puntito color café casi naranja que me estuvo curioso, ya que era distinto al resto de la roca. Colecto el pedazo de roca, la miro con mi lupa y veo su morfología», detalló.
Según explicó Vélez-Juarbe, al apreciar fijamente la roca, reconoció que tenía un pequeño fósil.
«Lo primero que me viene a la mente es que es de un pez, porque tiene más huesos, y se preserva más», dijo.
No obstante, al apreciarlo mejor afirmó: «he visto esto antes, pero no sé donde y no es un pez».
Así, Vélez-Juarbe recolectó la roca y se regresó a su casa, donde usando un alfiler limpió la peña para tener una mejor percepción.
LAS CARACTERÍSTICAS DEL FÓSIL
Con la ayuda de literatura científica, confirmó que el fósil consistía del extremo distal de un húmero (el hueso del brazo), el cual presenta características diagnósticas que les permitieron identificarlo como una rana, pero más específicamente como un miembro del género Eleutherodactylus o coquí.
Este grupo de ranas, que incluye muchas especies endémicas en el Caribe (sobre 240 especies), tienen su origen y parientes más cercanos en América del Sur.
«Por el tamaño asumí que era un coquí. El coquí es bien pequeño, pero distintivo», aseguró.
A pesar de que éste estaba convencido de lo que había descubierto, no estaba muy confiado en quién recalar para respaldarlo.
«Me tardé en encontrar un colega que estuviera dispuesto a examinar el fósil en detalle y que también entendiera la importancia del mismo», admitió.
OFICIALIDAD DEL HALLAZGO
La oportunidad se dio un día en el año 2017, cuando Vélez-Juarbe visitó el Museo de Historia Natural de Florida, en la Universidad de Florida, donde coincidió con varios colegas, entre ellos, el herpetólogo David Blackburn, a quien le cuenta entonces su descubrimiento.
Así, usando parte de la información morfológica del fósil y un rastreador microscópico, lograron obtener varios datos, como el estimado del tamaño del cuerpo de la especie, de 1,4 pulgadas o 3,5 centímetros.
Entre las especies con las que hicieron la comparación, están 11 de las 17 de coquí que hoy día habitan en Puerto Rico, entre otros subgéneros de Eleutherodactylus.
El descubrimiento más antiguo de un fósil de una rana en el Caribe había sido en 1987 en la República Dominicana que databa de entre los 15 y 20 millones de años.
Finalmente, Vélez-Juarbe publicó ahora el descubrimiento en la revista científica Biology Letters.
«Este descubrimiento es el más reciente de varios que nos van ayudando a conocer mejor el origen de la fauna de vertebrados antillanos», agregó Vélez-Juarbe.
COLEGAS APOYAN A VÉLEZ-JUARBE
Por su parte, el herpetólogo Neftalí Ríos dijo a Efe que decidió bautizar al fósil como «el coquí abuelo», mientras que el biólogo puertorriqueño Alberto Puente describió el hallazgo como «oro».
«Es histórico, porque no solo se quedan en los canales de la historia, sino que trasciende a Puerto Rico», resaltó Ríos, quien expuso que el hallazgo del coquí pertenece a un anfibio anuro, que significa que no tienen cola.
«Representa el fósil anuro de este grupo de anfibios más antiguo del Caribe y eso lo hace más trascendental. La parte emotiva, social y cultural es que haya sido acá. Lo que hicieron ellos no es solo aportar a la ciencia, sino también abonarle un poco a esta cuestión socio-cultural a los puertorriqueños», abundó.
Puente, por su parte, agregó que el encontrar el fósil de un coquí «es oro», porque «muchas veces la evolución de estos anfibios en el Caribe no cuentan con evidencia para respaldar» dichos hallazgos.
«Imagínate encontrar el hueso de un animal tan chiquito y poderlo distinguir entre todo el material e identificarlo, pues es oro», dijo Puente, quien destacó que el descubrimiento también promueve el saber cómo eran los bosques tropicales hace millones de años.