Sharm el Sheij (Egipto) (EFE) – Adaptar la agricultura a prácticas más sostenibles es una de las propuestas compartidas en la COP27 para reducir las emisiones de metano, cuyos registros no dejan de subir desde hace 15 años y que el pasado 2021 alcanzaron máximos históricos, según el Boletín Anual de Gases de Efecto Invernadero de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Diferentes investigaciones indican que una gran cantidad de este metano procede de fuentes biogénicas, como humedales y arroceras, siendo así el resultado de procesos biológicos, pero también de otros inducidos por el ser humano.
Ante esta situación, la agricultura cobra un protagonismo especial y los pequeños agricultores se constituyen como un ejemplo de prácticas sostenibles para impulsar la cadena alimentaria mundial y proteger la biodiversidad con escasas emisiones respecto al volumen que generan, por ejemplo, las macrogranjas.
«Los pequeños agricultores son los que menos contribuyen (en emisiones de gases de efecto invernadero) porque son los que actualmente trabajan para evitar la pérdida de biodiversidad con prácticas mucho más ecológicas», dijo a EFE el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD, por sus siglas en inglés), Álvaro Lario.
Las concentraciones de metano alcanzaron el año pasado 1908 partes por millón (ppm), valor que constituyen un incremento del 262% respecto a los niveles preindustriales antes de que las actividades humanas comenzaran a alterar el equilibrio natural de estos gases en la atmósfera, de acuerdo con la Agencia de la ONU para el Cambio Climático.
En este sentido, Lario contrapuso la acción de los pequeños agricultores frente a los efectos de las macrogranjas y grandes plantaciones que, solo en España emiten el 60% del metano, según los últimos datos del Ministerio de Economía.
La velocidad y el ritmo que marcan los pequeños agricultores permite preservar el medio ambiente, «ya sean plantas o insectos polinizadores que son los que después generan ese ecosistema que es sostenible», que se mantiene porque «son los que menos contribuyen a la producción de metano».
Sin embargo, este sector es de los más afectados por los efectos de la emergencia climática, por lo que desde el IFAD trabajan en adaptar y mitigar el impacto para evitar que los productores de prácticamente el un tercio de los alimentos mundiales pierdan sus recursos por desastres naturales y todo lo que conlleva, como el encarecimiento del coste de la vida.
En referencia a la producción de metano, Lario apuntó que la solución para reducir estas emisiones pasa por incluir a todos los agentes involucrados en ello, también las grandes plantaciones y macrogranjas dado que son un contribuyente muy grande.
Precisamente, con el objetivo de controlar y monitorizar estas emisiones en tiempo real, Naciones Unidas presentó ayer viernes, día de la descarbonización, el Sistema de Alerta y Respuesta de Metano (MARS, por sus siglas en inglés), el primer sistema global público, que permitirá también alertar a gobiernos y empresas en caso de sobrepasar los límites de emisiones establecidos.
En paralelo a esta medida, desde el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola insisten en incrementar la inversión destinada a los pequeños agricultores como medida para mejorar sus condiciones de vida, garantizar la cadena alimentaria a nivel mundial y preservar los ecosistemas mientras se aplican prácticas con escasas emisiones y se adaptan las grandes plantaciones.