Managua, 24 dic (EFE) – Respirar aire puro, contemplar el verdor de la vegetación, y escuchar el cantar de las aves y el sonido del viento, son parte de la experiencia que ofrece la técnica terapéutica denominada «baños de bosque», que promueve en Nicaragua la comunicadora Adelayde Rivas Sotelo.
Los «baños de bosque», una práctica sensorial con la flora como protagonista, busca conectar al ser humano con la naturaleza para disminuir los niveles de estrés, explicó a Efe Rivas, pionera en esa metodología en Nicaragua.
«La terapia de bosque es una caminata contemplativa de la naturaleza en donde lo primero (que se hace) es mostrarle a la persona el sitio en el que se encuentra, cuál es la importancia de ese ecosistema, y luego se hace la caminata solicitando al invitado que se desconecte de cualquier aparato electrónico y se deje guiar por la experiencia del contacto con la naturaleza», señaló.
Del concepto japonés «Shinrin-Yoku», los baños de bosque promueven adentrarse en la naturaleza con todos los sentidos alerta para disfrutar de los beneficios que ésta aporta a mente y cuerpo, como reducir la ansiedad, mejorar la respiración y el sistema inmunológico o regular los hábitos de sueño.
MEDITACIÓN, CONTEMPLACIÓN Y DIÁLOGO CON ÁRBOLES
Durante un recorrido de una hora en una finca boscosa ubicada a 13 kilómetros al suroeste de Managua, Efe constató las diversas actividades que permiten al ser humano conectarse con el ecosistema, en la que, entre otros, se recurre a la meditación guiada, a la contemplación, y al diálogo bilateral con los árboles.
El ejercicio concluye con un refrigerio, que consiste en tomar un té elaborado a base de plantas medicinales y en el que se invita al bosque.
En esa actividad de cierre el bosque es un comensal más, que recibe una taza de té mientras escucha expresiones de agradecimiento de los participantes, apuntó Rivas.
La también comunicadora social aclaró que los guías de esa práctica no son psicólogos, sino «meros facilitadores» que introducen a los invitados a espacios con abundante vegetación en donde el terapeuta es el mismo bosque.
En el bosque, agregó, bosque todo es permitido. «Si la gente quiere cantar, quiere bailar, quiere llorar, mientras realizamos las actividades, lo puede hacer, porque es una reacción muy personal, y esto contribuye a su proceso de sanación», afirmó.
NICARAGUA, UN PARAÍSO
Rivas sostuvo que ha sido testigo de la mejoría que experimentan los participantes y refirió el caso de una mujer hipertensa que decidió hacer la caminata en medio de una crisis y al final del recorrido el contacto con la naturaleza le ayudó a sentirse mejor.
Asimismo, aseguró que hay estudios que demuestran que el contacto con el bosque reduce sensiblemente los niveles de ansiedad y el de estrés, y contribuye además a que personas que conviven con una o varias enfermedades crónicas asimilen mejor su condición.
Esta práctica de retorno a lo natural fue desarrollada en los años 80 del siglo pasado en uno de los países con mayor estrés laboral del mundo, Japón, con objeto de «combatir el ‘karoshi’ o muerte por exceso de trabajo».
Desde ahí, el ‘Shinrin-Yoku’ se ha extendido principalmente a Estados Unidos y a varios países europeos, donde se encuentra en constante crecimiento.
Rivas espera convertirse en los próximos días en la primera guía de terapia de bosques en Nicaragua certificada por la Asociación de Terapia de Bosque y Naturaleza, que tiene presencia en más de 150 países y que aglutina a unos 1,000 guías.
Nicaragua, con tres reservas de la biosfera reconocidas por la Unesco, con 72 áreas protegidas y 332,418 hectáreas de bosques, es un paraíso para los «baños de bosque».