Miami, 6 oct (EFE) – Defensores de los derechos de los animales, incluida una activista disfrazada de orca con grilletes, se concentraron este martes frente al Seaquarium de Miami para pedir a la empresa española Parques Reunidos que libere a Lolita, una orca que lleva cautiva 50 años en ese lugar.
«Esto no forma parte de nuestra cultura, es cruel», dijo a Efe Lyn, la activista convertida en «Lolita» por unas horas.
Bajo un sol ardiente, los manifestantes convocados por PETA (Personas por un Trato Ético de los Animales) se mantuvieron junto a la carretera que conduce desde Miami a Key Biscayne, fuera de la propiedad del Seaquarium, que lleva meses cerrado por la COVID-19.
La protesta está relacionada con que el Gobierno francés prohibió a fines de septiembre tener cautivos a animales marinos y ordenó a las empresas propietarias que los liberen en reservas marinas.
Parques Reunidos deberá soltar a los animales de su complejo en el sur de Francia, Marineland, situado en Antibes, y los activistas concentrados hoy le pidieron a gritos y en las pancartas que portaban que la empresa deje libre también a Lolita, que lleva en el Seaquarium desde el 24 de septiembre de 1970.
«50 años encerrada en el parque de orcas más pequeño del mundo», decía una de las pancartas.
DENUNCIAS Y DOCUMENTALES
En otras se pedía a la gente que vea «Long Gone Wild», un documental sobre el Seaquarium de Miami, que, según dijo a Efe uno de los manifestantes, es la «segunda parte de Blackfish».
Blackfish, estrenado en 2013, denunció malas condiciones de vida de las orcas y sus entrenadores en el SeaWorld de Orlando (Florida), lo que generó grandes pérdidas a esa empresa, además de una demanda colectiva que le costó 65 millones de dólares.
José Rodríguez, activista de PETA, dijo a Efe que la empresa propietaria de Seaquarium jamás ha respondido a los requerimientos de la organización para hablar del futuro de Lolita. Efe tampoco pudo contactar con nadie de Palace Entertainment, empresa perteneciente a Parques Reunidos.
Además de PETA, Lolita tiene como defensores a los indígenas Lummi, un pueblo del noroeste de EE.UU., la misma zona donde fue capturada junto a otras orcas para ser utilizadas en espectáculos con animales marinos en distintos parques del mundo.
El pasado 24 de septiembre, fecha del 50 aniversario del encierro de Lolita, una delegación de los Lummi se reunió frente al Seaquarium para orar por su liberación y pedir a Parques Reunidos que acceda a trasladar a la orca al mar de los Salish, un estuario en el norte del Pacífico donde nació hace casi 60 años.
En 2007, Parques reunidos compró Palace Entertainment, la compañía estadounidense propietaria de Seaquarium, que tiene a Lolita confinada en una piscina de unos 60 pies (18 metros) de longitud y una profundidad máxima de 20 pies (6,1 metros), según las medidas suministradas por activistas de los animales.
«Bajo nuestros derechos inherentes, (Lolita) es nuestra pariente. Tememos el derecho de llevarla a casa», dijo uno de los Lummi, que consideran a las orcas como miembros de su tribu.
UN PLAN PARA TRASLADAR A LOLITA AL PACÍFICO
La orca, llamada Tokitae en la lengua de los Lummi, fue capturada en Penn Cove, en la isla Whidbey, en la costa noroccidental del estado de Washington, donde aún viven sus familiares.
En esa misma zona del mar de los Salish, una intrincada red de vías marinas navegables de la bioregión de Cascadia, formada por territorios de Canadá y EE.UU., los Lummi han localizado una cueva a la que Lolita podría ser transportada con ayuda de veterinarios y biólogos marinos de una manera segura.
La organización Orcanetwork tiene un plan diseñado para el traslado de Lolita si el Seaquarium accediera a liberarla.
En la web de esa organización se detallan los pasos de ese plan que incluyen tramos de viaje por tierra, mar y aire. El más largo sería el viaje en un avión de carga desde el aeropuerto Internacional de Miami hasta el de Bellingham, en el noroeste del estado de Washington, cerca de Vancouver (Canadá).
Lolita no ha tenido contacto con ningún otro miembro de su especie desde la muerte de Hugo con el que convivía y que falleció en 1980 en el Seaquarium.