Washington, 11 de octubre (EFE) – La economía global se frenará más de lo esperando en 2023, un año en el que buena parte del mundo se asomará a la recesión o acabará cayendo en ella, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha rebajado en dos décimas, hasta el 2.7%, su previsión de crecimiento para el próximo año.
En su informe de perspectivas económicas globales publicado este martes, el FMI mantiene en el 3.2% su previsión de crecimiento global para este 2022, y advierte de que los riesgos que ya han ralentizado la evolución económica mundial van a persistir y pueden empeorarla.
Según el Fondo, al menos un tercio de las economías mundiales entrarán el año que viene en recesión técnica, es decir, tendrán al menos dos trimestres consecutivos de contracción de su producto interior bruto (PIB).
Y calcula que hay un 25% de probabilidades de que la situación empeore y el crecimiento global del año que viene no llegue ni siquiera al 2%, una situación que, a excepción del primer año de pandemia, no se daba desde 2001.
Todo ello en un momento marcado por una elevadísima inflación a nivel mundial que puede traer problemas mayores si no se frena a tiempo. De ahí que el Fondo anime a los bancos centrales a que sigan endureciendo su política monetaria, aunque eso lleve a una inevitable ralentización económica.
Lo peor está por llegar
«En resumen, lo peor está por llegar, y para mucha gente 2023 se sentirá como una recesión», llega a decir el director de investigación del FMI, Pierre Olivier Gourinchas, en la introducción de este informe marcado por sus previsiones poco halagüeñas.
La invasión rusa de Ucrania, que sigue «desestabilizando poderosamente» la economía mundial y ha llevado a Europa a una «crisis energética severa», así como la espiral de inflación en todo el mundo y la ralentización de la economía de China son para el Fondo los factores que están marcando la evolución económica mundial y seguirán haciéndolo en un futuro próximo.
En el caso de las economías avanzadas, el Fondo empeora las previsiones de este año de Estados Unidos (1.6% de crecimiento frente al 2.3% pronosticado en julio), pero mantiene las de 2023 (un 1%), y hace lo contrario en el caso de las principales economías del euro, que se verán especialmente resentidas el año que viene.
La zona euro cerrará este año mejor de lo esperado -con un crecimiento del 3.1%, medio punto más que en la anterior previsión- gracias a varios factores, entre ellos el mantenimiento de los fondos de recuperación, una política monetaria menos restrictiva y el empuje de dos grandes economías, España e Italia, con sus buenos datos en el sector turístico.
Pero el FMI recalca las «significativas» diferencias entre unos países y otros y la evolución que les espera, y augura un freno mucho mayor para los países más dependientes del gas ruso. Por eso en 2023 la zona euro sólo avanzará el 0.5%, siete décimas menos que lo que el Fondo calculaba antes.
España crece más que el resto, pero también resiente
España seguirá siendo la que más crezca de las cuatro principales economías del euro y el Fondo mejora su previsión de 2022 en tres décimas hasta el 4.3% aunque rebaja la de 2023 en ocho décimas, hasta el 1.2%.
La principal economía del euro, Alemania, crecerá el 1.5% este año, mientras que el año que viene será mucho peor, ya que el Fondo rebaja su anterior previsión en 1.1 puntos y calcula ahora una contracción de su PIB del 0.3% para el conjunto de 2023.
Para Italia, el Fondo prevé un buen dato para 2022, con un crecimiento del 3.2%, pero, al igual que Alemania, pronostica que su economía tendrá una recesión en 2023 del 0.2%.
En cuanto a Latinoamérica, la región aguanta bien este año y crece más de lo esperado, el 3.5% (medio punto más de lo augurado anteriormente), aunque en 2023 la región se verá arrastrada por los malos datos de sus socios comerciales y solo evolucionará el 1.7%, tres décimas menos de lo anteriormente calculado.
Si China se frena, el mundo también
El gigante asiático crecerá el 3.2% este año y el 4.4% el que viene, según el FMI, una y dos décimas menos, respectivamente, de lo que calculaba el informe anterior.
Su política de COVID cero y sus continuos cierres han pasado factura al conjunto de su economía, a lo que se añade que sectores clave como el inmobiliario se han «debilitado rápidamente».
El freno de China está siendo uno de los factores que más afecta al curso económico mundial, sobre todo por los graves problemas que está produciendo en las cadenas de suministro. Algo que, recalca el fondo, seguirá «pesando fuertemente sobre el comercio y la actividad globales».