Primero fueron los ‘Brothers’ de Rosselló en el chat de Telegram en PR y ahora el grupo de Trump en Signal poneen jaque al gobierno de los Estados Unidos
Por Sandra D. Rodríguez Cotto
En Blanco y Negro
No aprenden. El poder descontrolado, la imprudencia y la arrogancia siguen nublando las mentes de los funcionarios públicos que no se dan cuenta de los errores a los que se exponen al escribir en chats cibernéticos. La administración de Donald Trump en Estados Unidos vive un poco ahora lo que pasó aquí con la de Ricky Roselló en el Verano del 2019, pero hay sus diferencias.
A menos de tres meses en el poder, la administración Trump enfrenta su peor crisis con la revelación de un chat en el servicio de mensajería Signal, en el que altos funcionarios develaron detalles de operativos de seguridad nacional, en los ataques contra la milicia hutí en Yemen. Acá en Puerto Rico, fue un chat entre el exgobernador Ricky Rosselló y sus ‘brothers’, en Telegram, que resultaron ser una partida de misóginos, racistas y sexistas, que no distinguían entre lo que era el servicio público, sus intereses comerciales y el burlarse de otros seres humanos.

En ambos casos, la prensa tiene un rol importante. En el de Trump fue un error que cometió el asesor de seguridad Mike Waltz al incluir en el chat a un periodista, que resultó ser el editor en jefe de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg. En ese chat había 19 de las personas de mayor rango en el gobierno, incluyendo el vicepresidente J.D. Vance.
Acá en Puerto Rico fue que fuentes nos dieron la alerta a unos periodistas y esta servidora, Sandra Rodríguez-Cotto, junto a Omaya Sosa Pascual, fuimos a ver dónde estaban los documentos del chat de Telegram. Tan pronto empezamos a publicar, el mundo entero vio como Rosselló y sus asesores no sólo se burlaban, sino que ordenaban atacar personas, y dilucidaban temas confidenciales. Esto provocó que aumentaran las protestas que terminaron con la renuncia de Rosselló en aquel Verano del 2019.
COMPARANDO AMBOS CHATS
En ambos chats, rápidamente trataron de atacar a la prensa. La Casa Blanca comenzó a insultar al periodista Goldberg después ser el propio gobierno quien lo incluyó en el chat. En Puerto Rico, primero intentaron decir que era un chat falso, después que era fabricado, y que había otros chats. Al final, Rosselló tuvo que bajar la cabeza y hacer el aguaje de pedir perdón, pero la persecusión a la prensa continúa.
Los equipos de Trump y el Rosselló usaron servicios de mensajería digital pensando que son comunicaciones privadas, secretas y encriptadas. En ambos casos se olvidaron de que quienes hablan son seres humanos y cualquiera puede contarle a los demás. Lo importante es que el uso de esas plataformas demuestra que en ambos gobierno había una intención deliberada de comentar rápido y operar fuera de la vista del público y, posiblemente, evitar la rendición de cuentas.
En ambos chats también es evidente la intención de manipular. En Estados Unidos, más que discutir temas de política nacional e internacional, los mensajes se relacionan a la actitud de manipulación de la democracia y una mala gestión en tiempos de crisis por parte de la administración Trump.
En cambio, el chat de Telegram de Rosselló se centró en la corrupción innata del grupo, en su cultura interna de burla y desdén hacia los ciudadanos, y en las estrategias para manipular la opinión pública de modo que pudiesen garantizar la permanencia en el poder. Todo esto, luego las miles de muertes que dejó su mal gobierno tras el paso de los huracanes Irma y María, fueron, a mi juicio, lo que provocó la indignación general. En el caso de Trump la preocupación de la gente es la manipulación política, y en el caso de Rosselló el coraje fue por la corrupción y el abuso del poder.
LOS EFECTOS HASTA AHORA
Hasta ahora, el escándalo de Signal pinta a una administración de Trump plagada de controversia, divisiones e intrigas políticas. El contenido del chat, que a menudo revelaba opiniones crudas, insensibles hacia extranjeros y poco éticas, expuso cómo se ejerce el poder a puerta cerrada.
Pero a pesar de la controversia, Trump mantiene su influencia en la narrativa política global. Él, es posiblemente, la mayor figura mediática del siglo. Hasta ahora esta filtración de asuntos de seguridad nacional no han afectado su influencia ni han logrado disminuir significativamente su poder. En cambio, Rosselló tuvo que renunciar. Esa mancha jamás en la historia podrá ser borrada. Aunque luego votaron por él, siempre será el gobernador que, por corrupto, inepto e insensible, el pueblo lo obligó a renunciar.
Pero aquí es donde la historia da un giro fascinante. En Puerto Rico, los involucrados en el escándalo de los chats de Telegram no enfrentaron ninguna condena penal.
Por el contrario, se reinventaron, enriqueciéndose mediante millonarios contratos con el gobierno o desplazando periodistas en radio y televisión como comentaristas, sin decir públicamente los millones que mantienen de contratos con el gobierno. El único convicto ni siquiera estaba en el chat, que fue Sixto George. Rosselló, se ha postulado como candidato, posicionándose una vez más como una figura política viable. Su partido, a pesar del escándalo, ha logrado ganar las últimas tres elecciones.
¿SERÁ TRUMP IGUAL A ROSSELLÓ?
La estrategia general detrás de la reinvención de los ‘brothers’ de Rosselló es clara: los mismos funcionarios que formaron parte del escándalo se han convertido en parte de un aparato que busca controlar el panorama mediático de Puerto Rico. Han logrado cooptar las plataformas mediáticas, expulsando a periodistas y la crítica. De esta manera mantienen la influencia sobre el discurso público, dando forma a la narrativa y controlando los espacios donde alguna vez prosperó el debate real de ideas.
Esto plantea una pregunta incómoda: ¿Podríamos ver una trayectoria similar para los republicanos en Estados Unidos?
Si algo nos han demostrado las filtraciones de los chats de Signal, es que los escándalos, incluso aquellos que exponen corrupción o comportamiento poco ético, no necesariamente tienen repercusiones políticas duraderas. La capacidad de Trump para reinventarse como una poderosa personalidad mediática y mantener una base de seguidores fieles, a pesar del peso de múltiples escándalos, sugiere que el panorama político estadounidense podría permitir resurgimientos similares.
Una importante similitud entre ambos chats es la falta de transparencia y la percepción de que las élites políticas operan fuera de las leyes de rendición de cuentas, que sólo sirven para alimentar las tensiones sociales y una polarización. No se trata solo de sobrevivir a la controversia; se trata de usar las herramientas de los medios, el poder y la riqueza para moldear la narrativa y recuperar el favor público. Por eso, ambos casos ayudan a erosionar la confianza de los pueblos en las instituciones de democráticas.
La realidad es que ambos chats, el de la administración de Trump y el de Rosselló presentan una cruda realidad: los escándalos políticos, incluso aquellos basados conversaciones y acciones profundamente perturbadoras, no necesariamente tienen consecuencias duraderas. El sistema tiene una notable capacidad de reinvención y resiliencia, especialmente cuando quienes ostentan el poder pueden controlar la narrativa y tienen los medios para cambiar la percepción pública.
Lo que estamos presenciando ahora en el caso de Trump, es una nueva forma de supervivencia política que implica aprovechar los medios de comunicación, el dinero y una base leal para capear tormentas que habrían hundido a políticos en el pasado. Hasta ahora, ambos chats demuestran quien que tiene dinero y poder, puede hacer lo que le dé la gana. Sea mandar a matar gente en Yemen, ordenar perseguir periodistas en Puerto Rico o burlarse del pueblo que los llevó al poder.
Por eso el pueblo tiene que seguir exigiendo una mayor rendición de cuentas y fiscalizar para que se implementen mecanismos que aseguren que el poder no se ejerza en las sombras, sino con la luz de la transparencia.
El tiempo dirá lo que pase, pero si algo nos ha enseñado la historia, es que el poder de la reinvención, especialmente en la era de la manipulación mediática y la comunicación digital, nunca debe subestimarse.