El Partido Nuevo Progresista y las posibles consecuencias de un 5 de noviembre turbulento
Por Wilda Rodríguez
Periodista
¿Se atreverá el Partido Nuevo Progresista a cometer un fraude masivo si las cosas no les van bien el 5 de noviembre? ¿Se atreverán Edwin Mundo, Tomás Rivera Schatz y Aníbal Vega Borges a secuestrar la Comisión Estatal de Elecciones? ¿Se atreverá Jennifer González a reclamar el triunfo aunque no tenga la certeza? La respuesta de la mayoría es que sí. Eso nos han advertido.
¿Cuál sería la consecuencia? ¿Ganarían, el pueblo acepta sin chistar lo que les diga el Partido Nuevo Progresista y entramos en un régimen totalitario por consentimiento? ¿O se rebela el pueblo y se inicia una guerra civil en la colonia? ¿Lo consentirá Estados Unidos o estarán allá muy ocupados combatiendo su propia guerra?
Todas esas preguntas parecen exageradas. Pero, ¿lo son? ¿Estoy siendo una drama queen? No creo. De hecho, creo que es hora de preguntarnos qué realmente puede pasar el 5 de noviembre. Hay dos escenarios primarios: gana Jennifer González o no gana Jennifer González. Hay un tercero: que el caos sea tal que se interrumpa indefinidamente la elección del próximo gobernante hasta que un tribunal amigable se la otorgue al PNP.
Hasta ahora mucha gente no parece considerar la posibilidad de que JGo pierda las elecciones. Todo va a correr a pedir de boca, las elecciones van a ser unas más, JGo tiene más electores. Caso cerrado. Algo así como paz en la tierra y en el cielo gloria.
Creo, sin embargo, que esa posibilidad la está reconsiderando también mucha gente. Lo pasado en lo que va del mes de septiembre la pone a pensar. A consecuencia de varios acontecimientos, el panorama es el de un tropel de gente tratando de activar su estatus como elector antes del 21 de septiembre y una CEE tratando de impedirlo. Se hace obvio que la mayoría de esa gente no quiere activar su estatus como elector para votar por Jennifer González.
¿Qué es lo que ha ocurrido a unos 50 días de las elecciones?
El dique de contención de la molestia en el país lo agrietó malamente el cantante urbano Bad Bunny el 3 de septiembre. Con un estribillo sin música pero con un ritmo evidente, el cantante más famoso de PeErre articuló la oposición contra Jennifer González y el PNP: “Jennifer embustera” y “Muerte a los corruptos”. Con eso tomó cuerpo la narrativa que venía cuajándose contra JGo y el PNP más allá de derrotar el bipartidismo porque, ya a esas alturas, el Partido Popular Democrático había dejado de contar en la ecuación del bipartidismo para las elecciones del 2024.
El desprecio de un sector del país lo acabó de desbordar la CEE con sus tácticas de dilación y desaliento a la inscripción o renovación de la tarjeta electoral de miles y miles de puertorriqueños, jóvenes en su mayoría. ¿Cuándo habíamos visto gente dispuesta a esperar horas y a dormir en el piso frío de un centro comercial para inscribirse y votar en unas elecciones?
Vamos un poco atrás. Desde que comenzó la campaña electoral, Juan Dalmau no ha dejado de ganar terreno. Como un corredor de distancia, el candidato lleva un trote suave y acompasado. Bastaría continuar esa estrategia para acercarse peligrosamente a su contendiente antes del 5 de noviembre. Aquí nadie duda que esta sea una carrera de dos.
A Jennifer González parece no haberle ido tan bien con su estrategia. Limitar su exposición en la contienda no le ha dado la imagen de invencible que pretendía. Por el contrario, se ha visto obligada a salir de su “safe house” por las críticas y el reclamo de los mismos electores, particularmente de la población de adultos mayores que se supone su fortaleza. Como si eso fuera poco, la ha puesto a la defensiva, que es también lo opuesto a la imagen de la invencible.
Eso no es todo. El gobernador Pedro Pierluisi, a quien derrotó en las primarias de su partido, le serrucha el palo a la menor provocación. En medio de todo, explota otro “chat” PNP en el que figura nuevamente su estratega de campaña Carlos Bermúdez. Un “chat” que inexplicablemente ataca a una de las mujeres más aguerridas y articuladas del país. ¿Quién entiende esa torpeza?
Ciertamente, Jennifer González necesita $10 millones de fondo de campaña para contrarrestar todo lo que le ha venido encima.
Entonces, ya es hora de empezar a preguntarnos qué puede pasar el 5 de noviembre. Dudo que el PNP acepte ni una insinuación de derrota. “¿Derrota? ¿Qué derrota?” Pero también dudo que la gente se quede tranquila ante un traqueteo electoral. Jóvenes y viejos.
Excelente escrito. Yo espero que los votantes despierten!! VENCEREMOS!!