Por Wilda Rodríguez
LUMA o no LUMA, la inminencia del colapso total del sistema de energía eléctrica es ahora y requiere un plan de emergencia que pueda ponerse en vigor cuando LUMA se escocote… que se va a escocotar. Un huracán como María no tuvo un gobierno diligente dirigiendo la emergencia y fue la sociedad civil – incluyendo la diáspora – la que se lanzó a la tarea. Entonces dijimos, y con razón, “el pueblo salvó al pueblo”.
Ahora todos estamos en ascuas ante una temporada de huracanes que se anticipa peligrosa y el gobierno no tiene un Plan B para LUMA: una APP que se guilla de empresa privada cuando le conviene, que todavía está bajo contrato temporero, ha probado que no puede manejar el sistema y parecería estar loca por irse del país, pero despedida e indemnizada por ello.
Ese plan de emergencia lo van a tener que montar los que tienen el peritaje y la memoria histórica de un proyecto que en su momento funcionó y el gobierno bipartita deterioró a propósito para venderlo a la empresa privada.., que no lo ha hecho. Habrá que montarlo al margen del gobierno por si llega el momento de tomar el sistema y ponerlo a funcionar para que muera la menor cantidad de gente posible. Dentro de una emergencia nadie se va a oponer. Todo lo contrario.
En pocas palabras, necesitamos un task force que esté en turno de espera para poner el país a funcionar energéticamente. La gente la tenemos.
Lo primero que tiene que estar claro es la historia detrás de este desastre. Lo segundo es poner en blanco y negro un plan con nombre y apellidos de cuándo, dónde y cómo se va a entrar en acción si el país lo necesita. Esto se tiene que dar paralelo a las protestas contra LUMA y la presión para sacarla del país; pero la emergencia inminente nos respira en la nuca.
La mayoría de los puertorriqueños quiere sacar a LUMA. Lo que no saben es con qué quieren sustituirla. El recuerdo de una AEE hundida a propósito está muy reciente en la memoria de los abonados para tener claro que regresar a eso es lo que no quieren. La demonización de los sindicatos fue tan eficiente que la confianza del pueblo en ellos titubea. Adoran a los héroes del sistema, pero a sus uniones no tanto.
La rabia contra LUMA está más que justificada y lo que corresponde es sacarla. Lo que no entiende el pueblo enfadado es con qué y cómo se va a sustituir. Se sugiere la solución, pero no se ha trazado un mapa de ruta.
El gobierno nos metió en una encerrona con el contrato de LUMA de la que no es fácil salir legalmente aunque tuviéramos los millones necesarios para pagar por su anulación.
De otra parte, ¿qué parte de lo que es una “colonia” es la que no acabamos de entender? Washington y Wall Street, y su brazo en Puerto Rico – la Junta de Control Fiscal – no van a permitir así porque sí un regreso del sistema de energía a manos públicas. No es lo mismo permitirle a la colonia que sacara de circulación a un gobernador colonial sin muchas luces, que permitir que se atente contra el capitalismo.
Si vamos a ser honestos, a la mayoría de los puertorriqueños le importa un bledo que sea pública o privada la agencia que le preste el servicio de energía. Lo que quiere es un servicio confiable a un precio razonable.
La división es ideológica entre los que creen que la empresa privada debe regir toda la economía y los que creemos que los servicios públicos esenciales deben estar bajo la autoridad del gobierno representativo del pueblo y no sujetos a la usura. Eso de que la competencia funciona siempre a favor del consumidor ha probado ser un cuento de camino.
Ahora se habla de hacer una APP (Alianza Público Privada). ¿Y qué es LUMA? Una APP con guille de empresa privada que no rinde cuentas al gobierno por administrar nuestro dinero.
¿O es que no recordamos qué fue lo que pasó?
En enero del 2018, anonadado todavía el pueblo por el paso del Huracán María, el niño rey Ricardo Rosselló anunció que iba a privatizar la AEE. Se venderían sus activos a empresas de prestigio internacional que nos traerían un sistema de energía moderno, eficiente y a precio competitivo.
El pueblo se tragó el embuste, particularmente cuando legisladores como Eduardo Bhatia y Larry Seilhamer habían jugado tan bien el papel de socios bipartitas en esa ruta. La Junta (que había llegado en el 2016 para defender a los bonistas de la deuda) dio saltitos de alegría con la idea de la privatización de la AEE con el consentimiento del pueblo.
Pero la AEE no se pudo vender. Estaba demasiado deteriorada y decidieron por el invento de LUMA – el Frankenstein hecho de trozos de varias empresas que administraría el dinero que el pueblo dedica a su sistema de energía. Se firmó un contrato provisional que se convirtió en indefinido hasta que la AEE completara su proceso de quiebra en los tribunales. Ahora que el Primer Circuito reconoció la totalidad de la deuda a los bonistas de la AEE habría de entrar en el contrato de quince años que supone la estadía de LUMA.
Fue Pedro Pierluisi quien firmó el contrato con LUMA el 1 de junio del 2021 para administrar la transmisión y distribución de energía. La AEE sigue siendo responsable, el dinero es del pueblo, pero lo administra LUMA. Eso es un mamey y lo vimos desde el principio. No es lo mismo comprar algo para responsabilizarse de su funcionamiento y de su producto, que administrar la responsabilidad de otro con los chavos de otro.
Para cualquier ser pensante, hace rato que LUMA demostró su incapacidad para mantener prendido el país y el contrato provisional debió haber sido anulado antes de que estuviéramos como estamos ahora a la expectativa de una nueva y posible gran emergencia.
Pedro Pierluisi, por razones que solo su peinador lo sabe y el país entero también, no ha querido meterle mano a LUMA.
Estamos de nuevo en un pico de la ola de protestas contra LUMA. Pero, ¿estamos a tiempo de un proceso legal complicado antes de que la temporada de huracanes termine? No. Necesitamos un plan a corto plazo.
Todos los análisis que he leído y escuchado hasta el momento concluyen en identificar bien el problema pero no una solución a corto plazo. A plazo mediano y largo, la solución es anular el contrato, enfrentar a Washington, acabar con la Junta de Control Fiscal, y exigir la resolución de la colonia. Esa ni la quieren escuchar.
Las otras son:
- Presión, presión, presión… para obligar a Pierluisi a un acto de valentía póstumo como gobernante y acusar a LUMA de incumplimiento de contrato y anularlo.
- Presión, presión, presión… para sacar a Pierluisi antes de tiempo y poner a Jennifer en el compromiso de anular el contrato.
- Presión, presión, presión… para lograr un acuerdo de candidatos a la gobernación de que anular el contrato de LUMA cualquiera de ellos que gane en noviembre.
- Presión, presión, presión… para que el Congreso intervenga, celebre un briefing y recomiende su solución. (Recuerden que un briefing congresional es una reunión autorizada de expertos y asesores para resumir un problema, determinar sus implicaciones financieras y hacer recomendaciones específicas para resolver el asunto).
Volvemos a Pierluisi. Ha tenido tres años para darse cuenta de que esto no funciona, de que LUMA no va a invertir lo que se necesita para correr el sistema como uno privado y está esperando los chavitos del estado de bienestar para seguirlo corriendo como sistema colonial. Él, tan estadista e igualitario, se quedó en la colonia permanente.
La Junta no va a mover un dedo que no sea a favor de los bonistas de la AEE. ¿Y el Congreso? Bien, gracias… en medio de unas elecciones contenciosas que no dan tiempo ni para ir al baño o pestañear.
Y nosotros aquí esperando un huracán. O por lo menos una tormenta seria que nos dejaría a todos sin luz por un largo periodo de tiempo.
Aparte de la Alianza, que ha presentado un plan para resolver el problema con carácter definitivo, no hay nada concreto sobre el tapete. Y lo que se necesita es un plan de urgencia ahora.
Deberíamos montar ese task force y colocarlo en turno de espera para tomar el sistema si la sociedad civil tiene que hacerse cargo de nuevo de una emergencia.
Ese task force tiene que ser pequeño – quizás un exdirector ejecutivo que sea del agrado y respeto de todos, que conozca y pueda dirigir la operación, y delegados de las cuatro uniones que aspiran a regresar sus unionados a una nueva agencia – que si gana el PNP no va a ir más allá de APP.
Se necesita una lista y un organigrama de todos los que podrían formar un cuerpo para hacerse cargo del sistema tan pronto LUMA se acabe de escocotar de una forma u otra… que dejen a un lado la discusión de los viejos convenios colectivos y jerarquías sindicales y entren a ayudar. Estoy segura de que a la primera que vayan a una elección ganan y regresan a lo que quieren. Pero ahora tenemos que ofrecerle al país otra cosa: generosidad por las cuatro esquinas, peritaje y ganas.
A ustedes, lectores de a pie, les tengo noticias: tienen dos alternativas:
- No hacen nada y esperan que otro lo haga (eso se llama esperanza).
- Reconocen que el problema es de fondo y se disponen a cambiarlo si llegamos a las elecciones, eliminando el bipartidismo colonial, sacando la Junta y exigiendo a la metrópolis una resolución de status.
¿Quién les dijo que era fácil?