Advertencia: si estás psicológicamente afectado, no podrás entender esta columna. Hacer entender cómo manipulan a las masas no es tarea fácil, pero ahí vamos.
Hace tres semanas fueron las críticas sexistas contra Alexandra Lúgaro por postear en las redes una foto en bikini, a los pocos días de que Eliezer Molina acabó con ella en unas críticas que le hizo.
Hace dos semanas la noticia era que los federales quieren sacar los gatos en el Viejo San Juan, cuando el verdadero caos eran los feminicidios que no paran y que entre los mismos policías son cantidades astronómicas.
Y esta semana, la noticia más importante a nivel político fue que se destapó la alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana, pero primero trataron de bajarle dos en la cobertura, y después la desaparecieron, ante la contundencia de que en Puerto Rico se siguen encubriendo asesinatos.
Me refiero al escándalo que arropa al Partido Nuevo Progresista por el encubrimiento de los asesinatos del trapero Kevin Fret y del abogado Carlos Cotto Cartagena, testigo en el caso de Aurea Vázquez Rijos, hoy convicta por asesinar a su marido canadiense, Adam Anghang. En ambos casos se vincula a la exgobernadora Wanda Vázquez y a su amiga, la exjefa de fiscales Olga Castellón, por haber parado las pesquisas. Nadie habla del rol del amigo del incumbente Pedro Pierluisi, y socio del canadiense, Roberto Cacho, pero eso es otra historia.
Entremedio de todos esos temas, el Partido Popular dando aletazos como una gallina a la que le cortaron la cabeza, con luchas fratricidas que no conducen a nada, mucho menos al poder. Y Proyecto Dignidad, bien gracias. Ellos siguen con el tema del aborto.
Llevamos tres semanas bien duras, y nos falta cerca poco más de 700 días para las próximas elecciones de noviembre de noviembre del 2024.
Todavía es difícil predecir que va a ocurrir en las más de 104 semanas de aquí a las elecciones, pero es indiscutible que estamos siendo objeto unos cambios de narrativa peligrosos para ocultar ciertos temas. Es una estrategia ya burda y abierta para manipular al pueblo y controlar las masas.
Es obvio que el camino está siendo preparado para alinear los temas y evitar que la gente piense demasiado en ciertos aspectos que podrían definir electoralmente el país.
Por ejemplo, no quieren que pensemos en que están muriendo demasiadas personas por el Covid-19 y por virus respiratorios. De hecho, el viernes una señora llamada Norma Vélez, compartió en su Facebook un vídeo en el que denunció que el Hospital Hima San Pablo Bayamón prácticamente tiene a su madre de 99 “secuestrada”. Fue al hospital por una cosa y no la dejan verla porque dicen que tiene Covid. He sabido de otros casos con alegaciones parecidas, pero la Asociación de Hospitales, el Departamento de Salud y la institución dicen ni esta boca es mía. Silencio.
Igual silencio hay con la muerte del empresario, Nikolai Mushegian, de 29 años, que apareció ahogado el 28 de octubre en una playa del Condado, pero datos graves de esa noticia se supieron casi una semana después. Resulta que Mushegian era catalogado como una de las promesas en el sector del blockchain, cofundador de la plataforma de préstamos de criptomonedas MakerDAO y Dai descentralizado (DAI) stablecoin, él llevaba meses diciendo en Twitter que lo perseguían y lo iba a matar.
Uno de sus últimos tuits dijo que la CIA, Mossad (Inteligencia Israelí) y élites pedófilas iban a matarlo. Lo descartaron, quizás como loco, sin importar que era uno de los neocolonizadores como les llaman a los empresarios de Ley 60 que vienen a Puerto Rico en busca del paraíso fiscal. ¿Y desarrollo económico? Bien gracias.
GUERRA PSICOLÓGICA
Hace tres semanas, publiqué aquí la columna titulada “La agenda de censura” que opera en Puerto Rico pero hoy tengo que concluir que es mucho más que eso. Es una guerra psicológica para mantener el control. Esto es bien peligroso porque no se trata de buscar teorías de conspiración ni de creer en fanatismo. Se trata de sentido común y de cómo se imponen los temas para crear audiencias dóciles a los intereses de los que tiene el poder, en este caso los Estados Unidos.
A los esclavos los doblegaban a latigazos, ahora lo hacen a nivel mental. Definen su misión, estudian a la audiencia, establecen un plan basado en los valores y las creencias de esa población, y usan a los medios masivos e incluso las redes sociales, para manejar a la inconformidad general. En algunos lugares lo hacen para manipular elecciones.
Un informe del 2021 del Observatorio de Internet de Stanford, junto al Instituto Republicano Internacional y el Instituto Nacional Demócrata, reveló, y cito textualmente, que han observado: “esfuerzos para socavar la integridad de información relacionada con las elecciones en todos los rincones del mundo. Sin esfuerzos concertados para identificar, responder y desarrollar resiliencia a largo plazo a la manipulación de información relacionada con las elecciones, los ataques a la integridad de información amenazan con deslegitimar las elecciones a nivel mundial, reducir la fe en los gobiernos electos, polarizar sociedades y debilitar las democracias en general”.
Cita ese informe que lidiar con la manipulación de información, en el caso de las elecciones, es un fenómeno nuevo y desconocido para muchos países. “Los actores de la sociedad civil, periodistas, gobiernos, órganos de gestión electoral y otros actores democráticos a menudo terminan luchando por responder en el período previo a una elección”.
Entonces si ya se sabe lo que hay la manipulación de información y que ésta se adapta constantemente, ¿qué se puede hacer para cambiar este “playbook”? No es fácil, pero se puede: 1) Informarse con variedad de fuentes, 2) no creer a un solo lado o a un solo medio corporativo o a un solo informador, 3) educarse en los contextos, y más que nada, 4) tener sentido común. Esto requiere inteligencia, y los puertorriqueños la tienen.
Por Sandra D. Rodríguez Cotto