Ya se sabe que la Alianza no va a desviarse de la ruta que se ha trazado. Lo que no se sabe es con qué la viene a intervenir el PNP
Por Wilda Rodríguez
El giro inesperado que le ha dado el grave percance de salud de Griselle Morales a la campaña eleccionaria no ha sido bueno para el Partido Nuevo Progresista (PNP). Se quedó en una campaña de fotutos que hizo evidente lo que es la base de su estrategia: la ferocidad de la ignorancia y el miedo combinados. Esa campaña de fotutos, acompañada de un despliegue de anuncios para manifestar el mollero económico millonario del PNP, podría indicar que no tienen otra cosa que ofrecer.
Mientras tanto, la Alianza supo apechar un impacto terrible con la misma estrategia de aplomo de toda su campaña, incluso más. Estar enfocados se llama eso.
Cuál va a ser el desenlace de este hito, que ha marcado la hospitalización indefinida de la esposa del candidato de la Alianza, Juan Dalmau, se verá a partir del martes, cuando la campaña eleccionaria entre de veras en la recta final.
Ya se sabe que la Alianza no va a desviarse de la ruta que se ha trazado. Lo que no se sabe es con qué la viene a intervenir el PNP.
Lo que pasó la semana pasada ha descompensado sin duda al PNP, que ahora depende del evento máximo de toda campaña —sacar el voto— y del control que tenga del sistema electoral, que tiene un montón de agujeros que todavía están por adjudicarse como torpeza o desbarajuste intencional.
Desde un principio ha sido sospechosa la “transparencia” de las dificultades del sistema electoral, más parecida a los informes meteorológicos alarmistas de los avisos de tormenta, hasta el punto de que la creencia en la calle es que “se las van a robar y no podemos hacer nada”.
Pero la semana pasada no les fue amable. En lugar de una campaña eleccionaria, enfrentaron una carrera de obstáculos:
- La tragedia clínica de la esposa de su contendor principal, Juan Dalmau.
- El golpe propinado por las congresistas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez al endosar sin reservas a la Alianza y hacer campaña con ella.
- El anuncio del Departamento de Justicia Federal de que supervisará el proceso electoral de Puerto Rico.
- La efervescencia de la campaña de la Alianza en una caravana que puso a pensar a muchos.
Todo eso levantó un muro de contención la semana pasada al PNP, aunque no lo quiera aceptar.
Barajearon muy bien la tragedia familiar de Dalmau. Los líderes hicieron lo propio: aparecer compungidos y empáticos ante el país y respetar una tregua. El problema fueron los fotutos, que siguieron dando mordiscos rabiosos a diestra y siniestra.
Esto debe ser producto de la ignorancia y la ofuscación que predomina en un gran sector de ese partido. Los fotutos se quedaron en piloto automático de engaños, insultos y chismes, convencidos de que ese es su rol: exaltar la palabra y las actitudes de sus líderes. Lo contrario sería pensar que fueron instados a comportarse de ese modo.
De todas maneras, no le hizo ningún favor al PNP. Es como si en un coro el director pusiera a cantar solo a los desafinados.
Aquel viejo adagio de “si no tienes nada bueno que decir, cállate la boca” es para estos casos. Se equipara a la nueva versión de que calladitos se habrían visto más bonitos.
El liderato de ese partido trató de controlar la semana con una avalancha de anuncios en todos los medios posibles. Apuestan a que su dominio económico de la contienda electoral, junto a su control del sistema, les dará la victoria.
La tregua por Griselle, sin embargo, se dio y contuvo la agresividad del PNP, pero la Alianza no se detuvo.
Tuvo entonces el PNP que desviar sus ataques hacia las congresistas Velázquez y Ocasio-Cortez. Aun con la ayuda patética del Partido Popular Democrático (PPD) en su ataque propio a Velázquez, las congresistas devolvieron los golpes con una sonrisa en los labios, haciendo gala de un conocimiento profundo de la política electoral y de la confianza que tienen en el respaldo del Partido Demócrata a sus acciones.
La intervención del Departamento de Justicia Federal, a petición de varios congresistas aliados de Velázquez, coincidió con el apoyo de Velázquez y Ocasio-Cortez a la Alianza. Ni el apoyo de las congresistas ni el anuncio de Justicia Federal son casualidades. En ambas acciones se ve el consentimiento del Partido Demócrata.
Para empeorar el dolor de cabeza al PNP, la Alianza sacó a pasear su campaña —literalmente— en una caravana como las que no se veían hace años. También aprovechó para enfriarse un poco del horno que son los medios de radio y televisión.
Los dos debates de candidatos a la gobernación, pautados para esta semana, dirán si la campaña regresa a su curso de agresividad y acusaciones. Veremos si al PNP le queda algo más que dinero en el guante.