Por Wilda Rodriguez
Periodista
La Alianza está trabajando. Lo que no está haciendo – con mucha perspicacia – es divulgar su estrategia electoral, que es lo que quieren los estrategas y analistas adeptos al Partido Nuevo Progresista.
Edwin Mundo ha anticipado la victoria de la Alianza como la llegada del Cuco; Kike Cruz es el encargado de sembrar cizaña agudizando las diferencias entre la base del Partido Independentista Puertorriqueño y del Movimiento Victoria Ciudadana para provocar la discordia y la confrontación.
Carlos Díaz Olivo, más culto políticamente, deja caer que los aliancistas deben ilustrar cómo operará la Alianza porque la incertidumbre – según él – no es positiva. Su intención es tratar de que suelten prenda.
El resto del ejército inmovilista de estrategas, analistas y medios afines, sigue el libreto. Está dando palos a ciegas porque no puede vislumbrar la estrategia de la Alianza. A falta de contacto con la intelligentsia de la Alianza recurren a las armas que conocen: el miedo y la amenaza.
Fui una de las primeras en pedir el GPS de la Alianza, pero haciendo claro que lo que quería era un mapa de ruta, no un mapa de guerra. El mapa de ruta nos dice de dónde salimos, cuántas paradas hacemos para apertrecharnos y a dónde queremos llegar. El mapa de guerra nos dice desde el número de efectivos por pelotón hasta las armas y municiones que carga cada uno. Y eso, no se divulga.
Eso es lo que quiere el enemigo y no lo va a tener.
El mapa de ruta ya lo tenemos y es sencillo: primero se trataría de retar la ley electoral y sus prohibiciones en los tribunales a sabiendas de que no ganarían.
Segundo, pa’ la calle con unas candidaturas de consenso que traerán consecuencias con las que todos los participantes de la Alianza parecen dispuestos a vivir por cuatro años.
Para los que pensamos en Puerto Rico a largo plazo y no de cuatrienio en cuatrienio, eso es no solamente razonable, sino necesario. A algunos eso los tiene temblando. Dicen que la elección del 2024 “producirá una descomposición electoral incoherente y disfuncional”. ¿Para quién? Será para el bipartidismo colonial, porque para el país ciertamente producirá dolores de parto, pero parirá algo nuevo.
¡Cuánto daría el enemigo por saber cuántas organizaciones de base están trabajando la Alianza además del PIP y el MVC! Yo no les puedo decir porque no lo sé (aunque me imagino) y aunque supiera no se los diría. Que quede claro que mi adhesión a la Alianza es personal y voluntaria. Parte precisamente del análisis de una realidad puertorriqueña que no aguanta mucho más perversión, corrupción y saqueo.
No tengo relación alguna con los organizadores de la Alianza ni sigo instrucciones. Puede que para algunos esté metiendo la pata con esta columna. Les gustaría que me quedara callada. Esa no soy yo. Y hay gente ahí afuera que merece escuchar otros análisis y otras arengas. Los necesitan, de hecho.
No sé cuál es la estrategia de la Alianza. Lo que sí sé es que a nivel internacional, los países que presumen de democracia siguen la máxima de que lo que vale y debe prevalecer en un proceso electoral es la intención del elector.
También sé que han sido muchos los partidos que han utilizado su posición en el poder para aprobar leyes que les permitan manipular las elecciones y perpetuarse en el poder. Y que fue Mohandas Karamchand Gandhi el que dijo “Cuando la ley es injusta, lo correcto es desobedecer”.
Cómo, cuándo, dónde y con quién ya sabremos. Pero quien realmente quiera un cambio, prepárese. Es más, esas ganas que siempre hemos tenido de ser parte de un gran plan y un secreto, póngalas a carburar. Siéntase parte de este anteproyecto como si estuviéramos todos sentados en el war room de la Alianza.
La Alianza está trabajando. Hay quienes la quieren ver volar en cantos. El país no merece esa mala leche.
En diciembre inicia el período formal de presentación de candidatos para el 2024. Empezaremos a ver un panorama más claro de lo que podemos hacer. Lo que hay que estar es listos.
Y a todo el que le venga con el negativismo y hasta la burla, responda a lo jíbaro: Ujú.