La candidata a la gobernación evita exponerse en medio de un panorama lleno de incertidumbres, tanto políticas como de seguridad, en Puerto Rico
Por Wilda Rodríguez
Periodista
Missing in Action (M.I.A.) Claro que es una estrategia. Similar a la del boxeador que no expone su título hasta que no le queda más remedio.
Jennifer González sabe que, a estas alturas del juego, los números le dan la ventaja para las elecciones del 5 de noviembre y no se va a arriesgar mientras pueda.
Pero la estrategia es complicada porque en ella influyen otros dos elementos: (1) la presión de un panorama electoral que se ha complicado para su candidato republicano Donald Trump, y (2) la presión del crimen organizado, que ha hecho base en Puerto Rico gracias a las leyes aprobadas para facilitar la inversión, el lavado de dinero y su tráfico internacional.
De que gane Trump y de que continúe el paraíso fiscal creado por el Partido Nuevo Progresista depende mucho el éxito de JG en la gobernación de la colonia. Por eso, atrás queda la andanada contra la administración de su propio partido y el desprecio manifiesto de Trump hacia Puerto Rico. JG necesita tanto a Trump como al PNP de la élite económica, de la cual no era su candidata. Calladita se ve más bonita.
Ciertamente, es una buena estrategia evadir cualquier contratiempo. Pero no nos engañemos, el campeón, en el fondo, no expone su título por una sola razón: miedo a perderlo. Si la cosa pinta mal y la bolsa de dinero lo amerita, el campeón se lanza. No es de extrañar, entonces, que JG salga con un puñal en la boca a echar el resto en el último tramo de la contienda. Porque ciertamente Trump está en dificultades ante el empuje de Kamala Harris. Y ciertamente el PNP no se puede dar el lujo de arriesgar su poder, ni siquiera de pensamiento. El crimen organizado no come cuentos.
Sería ingenuo decir categóricamente que la Alianza va a ganar las elecciones, pero no lo es decir que la vida te da sorpresas. En un vacío político, cualquier sorpresa es posible. Ha pasado en demasiados países.
Que Kamala Harris amenace las posibilidades de Trump es mala noticia para JG, aunque Trump no sea precisamente su fanático número uno. Siempre le va a ser más fácil fingir una relación efervescente con los republicanos que con los demócratas. Igual que ha fingido por ocho años ser una congresista respetada que reclama el crédito por los fondos federales que se envían a Puerto Rico.
Trump la ha ignorado y ella lo sabe. Trump no quiere a Puerto Rico y ella lo sabe. El Partido Republicano no quiere a Puerto Rico y ella lo sabe. Pero ella insiste e insistirá en sacarle partido a que ha sido ferviente seguidora de Trump, del gobernador republicano de Florida Ron DeSantis, del representante republicano embustero George Santos y del Partido Republicano en general, aunque se haya burlado de la estadidad para Puerto Rico tantas veces. Les recordará cómo le arrebata para los republicanos los méritos de las legítimas congresistas puertorriqueñas demócratas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez. Es más, les recordará que fue ella la primera en cuestionar la identidad puertorriqueña de Ocasio.
Si las cosas se le ponen difíciles a Trump, JG estará ahí para defenderlo, y si Trump es electo presidente, JG estará ahí para sacárselo en cara. No crean que Trump no sabe que JG sabe usar el puñal por la espalda.
Con Kamala Harris, la historia sería distinta. Tendría que bajarse hasta enseñar las pantaletas para obtener siquiera un saludo de Harris. Finalmente la saludará porque eso es lo que hacen los políticos.
Si tras la convención demócrata en Estados Unidos (del 19 al 22 de agosto en Chicago), el PD pone las posibilidades de Trump en apuros, verán a JG sacar las plumas de guerra en las de su partido.
Ahora bien, Trump sería el menor de sus problemas si en los próximos dos meses y medio el PNP da alguna señal de debilidad, siquiera una sospecha de debilidad, para las elecciones del 5 de noviembre.
Nadie que no sea un fotuto de ese partido está ajeno a que ya el mundo entero sabe, y los federales investigan, cómo se ha convertido a Puerto Rico en la “puerta trasera” del crimen organizado para desviar ganancias ilegales al sistema financiero internacional. Eso se ha logrado gracias a la legislación facilitadora de un paraíso fiscal para delincuentes internacionales, diseñada y aprobada por el PNP. Esa “puerta trasera” es usada no solamente por inversionistas listos y corruptos, sino también por narcotraficantes y contrabandistas. Eso lo saben los federales y saben que Puerto Rico se les ha ido de las manos más de una vez. No les gusta.
Esas leyes de que tanto hablamos para facilitar la residencia de extranjeros y ofrecerles beneficios fiscales son esa “puerta trasera” al crimen organizado, y esa gente se está gastando una fortuna en mantener a Puerto Rico como les conviene a ellos. Pero esa gente de la que hablamos son criminales, y los criminales amenazan, torturan y hasta matan.
Jennifer González no se puede dar el lujo de llegar con un partido desmadejado, ni siquiera un chispito, a la gobernación. Mucho menos se puede dar el lujo de un gobierno compartido con una Legislatura dividida hasta el tranque.
Cierto que no está quedando bien su evasión de responsabilidad como candidata a la gobernación. Pero también es cierto que esa evasión es la que le evita un resbalón o una metida de pata. Eso lo va a rehuir a toda costa.
No crean que Jennifer González la tiene fácil.