Los hermanos del representante Georgie Navarro se enfrentan a la ley como le pasó a su padre, quien fue legislador en la década del 1990, Georgie Navarro Alicea
Por Sandra D. Rodríguez Cotto
En Blanco y Negro con Sandra

San Juan, Puerto Rico – De tal palo, tal astilla dice el refrán que bien simboliza lo que le pasa a la familia del representante Jorge “Georgie” Navarro. O sea, corrupción es corrupción, por más simpático que el personaje sea. Y el que comete actos de corrupción, tarde o temprano, tiene que enfrentarlo y rendir cuentas. Eso, al parecer, es lo que le pasa en este caso.
Ayer el país entero vio como desde tempranito en la mañana los federales fueron a tocar las puertas en las casas de sus dos hermanos Edgardo y Ricardo Luis Navarro Suárez. Los arrestaron por presunto fraude relacionado con la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (Cares Act).
Lo que muchos no recordaban era que el padre del legislador y sus hermanos, quien también fue legislador, Jorge Navarro Alicea, fue convicto por corrupción en uno de los más sonados casos de la década del 90. Se trata de la impunidad con la que algunos políticos operan en Puerto Rico. No es solo un caso aislado de familiares involucrados en delitos financieros, sino un reflejo de un historial de controversias que rodean a los Navarro.
En junio del 1993, la Oficina del Fiscal Especial Independiente presentó una acusación contra Navarro Alicea por tener empleados fantasmas en su oficina. Todo se basó en una pesquisa de la entonces contralora Ileana Colón Carlo, cuando esa oficina sí investigaba casos de corrupción. Se le imputaron 92 cargos de apropiación ilegal de fondos públicos.
Navarro Alicea fue declarado culpable y sentenciado a seis años de prisión. No podemos olvidar que por su caso fue que se creó aquella primera ley que prohíbe el nepotismo en la Asamblea Legislativa, porque él tenía a parientes contratados en su oficina. Algo parecido pasa ahora con los hijos Edgardo y Ricardo Luis. No sólo fueron arrestados por fraude al Cares Act, sino que tenían múltiples contratos con el Gobierno.
¿Cómo consiguieron los contratos? ¿Fue por talento, por competencia, por su excelente servicio o fue por la sangre y las conexiones políticas? ¿Por ser hermanos de Georgie y ser hijos de Jorge? Esa es la pregunta.
Edgardo y Ricardo Luis fueron contratistas del Gobierno bajo Pedro Pierluisi y ahora bajo Jenniffer González por sobre $10 millones a través de la corporación JCA con el Departamento de Educación, según reportó la colega periodista Carmen Enid Acevedo.
Supuestamente, también tuvieron contratos directos con Educación para remodelar escuelas. Bajo la administración de Ricky Rosselló Nevárez los hermanos Navarro llegaron a acumular contratos por $4 millones y entre las obras contratadas estuvo la remodelación de baños en el edificio de la Autoridad de Tierras.
Ayer ambos fueron acusados de fraude a fondos del Cares Act. Las acusaciones federales incluían soborno, conspiración y lavado de dinero en una actuación que involucra a más de un cooperador.
El periodista Oscar Serrano reportó que uno de los cooperadores en el caso ya se declaró culpable en hechos relacionados el pasado 12 de marzo ante el juez federal Francisco Besosa. O sea, tal parece que los hermanos están fritos. La evidencia es contundente. La pregunta es: ¿por qué? ¿Cuál era la necesidad de seguir robando? ¿Por qué no se saciaban con los contratos ya obtenidos, o es que el esquema es más grande?
Esto nos tiene que poner a pensar en cuántos otros hermanos, primos, cuñados, parientes y dolientes de otros políticos están en las mismas. El Gobierno, primero bajo el PPD y más descaradamente bajo el PNP, sigue robándonos en la cara. No solamente los políticos sino sus allegados. Pienso en los ‘primísimos’ Walter y Eduardo Pierluisi, convictos primos del exgobernador, contratistas y uno hasta tenía un apartamento en Sol y Playa en Rincón. Los Guillemard, los Romero, los Rivera. Son muchos.
Pero vuelvo a Georgie Navarro.
Hay que reconocer que el representante Georgie Navarro no se escondió tras el arresto de sus hermanos, como suelen hacer los políticos en estos casos. Por el contrario, habló de frente y en todo momento estuvo accesible para hablar con la prensa.
Comentó que desconocía los detalles del arresto, pero que, de confirmarse las irregularidades, sus hermanos tendrían que enfrentar las consecuencias legales correspondientes. Hasta ahí todo bien.
Él ha sabido mantenerse en el ojo público con una imagen de “hombre del pueblo”, cercano y simpático, participando en programas de televisión y eventos populares. Es esta estrategia de “don de gentes” la que ha permitido que se minimicen las faltas que ha cometido o en las que ha estado involucrado. En eso se parece a su padre Jorge Navarro Alicea que también era bien abierto y afable con los periodistas.
Yo todavía recuerdo cuando el padre era legislador, y luego, cuando estuvo preso, que lo fui a entrevistar. Después, cuando salió de prisión, solía verlo haciendo cosas. Volvió a las ventas y a veces lo veía entrando en el edificio de El Nuevo Día para pautar anuncios. Siempre mantuvo su don de gentes, aunque tengo que reconocer que después de salir de la cárcel se le notaba en la cara un gesto como de vergüenza.
Navarro murió y la gente lo fue olvidando hasta que llegó su hijo al panorama. Las nuevas generaciones no saben nada de Jorge padre, sólo saben que al hijo le gusta darse el palo, janguear en barras y que se metía en problemas. Por eso siempre salía golpeado, porque su bravuconería era de boca para afuera. Era siempre a él al que golpeaban. Era común verlo con moretones en los ojos de cada puño que cogía, tras una trifulca por sus borracheras.
Quizás eso de que cogió tanto puño en la cara, y aquel vídeo en un evento en Estados Unidos donde intentaba ‘rapear’ o conquistar a una americana que se burlaba de él, hicieron que la gente le cogiera “penita”. Eso, o quizás fue su consistente participación en El Guitarreño, pero lo cierto es que desde que entró en la política, siempre ha salido electo.
Lo que los críticos de Georgie Navarro no entienden es que es un político que está en la calle. No importa que sean las 12:00 del mediodía de un verano infernal, ahí va Georgie con su perro Siberian Husky y él vestido de mangas largas y leggins, encima se pone una t-shirt y pantalones cortos, y se ponía a joggear o a caminar por toda la avenida Las Cumbres. Allí todo el mundo lo veía.
O lo veía en la barra dándose el palo. O en un vídeo “live” por Facebook frente a una brigada tirando asfalto en las calles. Pero claro, no decía si ese asfalto era de Santamaría o de cualquiera de esos contratistas en líos. Georgie, hijo cogiendo puños en la cara, líos con exparejas o metido en tragos u otras cosas, se ganó así al pueblo, que elección tras elección, lo escoge. Esa es la realidad.
Pero los líos fueron tantos que la entonces gobernadora Wanda Vázquez y el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz lo llamaron a capítulo. Sabían que el legislador se había convertido casi en un meme con cada papelón. Pero Johnny Méndez lo protegió, lo escondió y salió limpio. Se cuidó y arrasó en las elecciones.
En septiembre de 2024, los candidatos Gabriel Casal Nazario y Elba Beatriz Rivera presentaron querellas contra Georgie Navarro por supuestas violaciones al Código Electoral. Se le acusó de entregar en masa solicitudes de voto adelantado en la Junta de Inscripción Permanente, acción que la Comisión Estatal de Elecciones había prohibido para evitar influencias indebidas en el proceso electoral. Casal Nazario solicitó una multa administrativa para navarro.
Además, en octubre de 2022, la Comisión de Ética de la Cámara de Representantes determinó que la participación remunerada de Navarro en el segmento televisivo “El Cuadro del Capitolio” constituía un conflicto de interés. En ese programa, el representante atendía inquietudes ciudadanas mientras recibía una compensación económica, lo que podía interferir con sus deberes legislativos.
Todas estas situaciones pasadas y presentes reflejan una serie de controversias que han rodeado la trayectoria de Georgie Navarro y su entorno familiar, que nos tienen que poner a pensar sobre la ética y la legalidad de sus acciones y las de sus allegados.
No se trata de qué tan carismático sea un político o cuántas veces aparezca en TV. Se trata de sus actos, de las decisiones que toma y de las consecuencias para el país. Y cuando los actos son corruptos, cuando hay un patrón de conducta cuestionable, no hay excusas. Cada dólar robado, cada fraude cometido, cada violación ética nos cuesta a todos. Y si no exigimos consecuencias, seguiremos en este ciclo interminable. Un ladrón es un ladrón, sin importar si sonríe o si baila con la gente.
Excelente resumen de la bitácora corrupta de esa familia y su participación del Banquete Total a través del tiempo en nuestra desgracia Colonial Bipartidista que pronto acabrá. Lo que me gustaría aclarar es de dónde y quién financió, por debajo de la mesa, su participación diaria en los medios durante la pasada campaña electoral. Veremos si los Federales logran seguirle la pista a los dineros del PUA de sus hermanos.
Viví en un condominio en los 90’s, donde también vivía Georgie. En una ocasión estaba borracho en una actividad y decía que su esposa en aquel tiempo ganaba dinero sin trabajar, al parecer era una de las empleadas fantasmas del padre. En otra actividad de noche San Juan, Georgie llegó borracho y estaba molestando a unos americanos, ellos lo tiraron con todo y ropa a la piscina. Siempre ha sido problemático.
Mejor descripción de los Navarro no existe, hay un problema y es que esos seudo líderes Pnps y sus familiares están entronados en todas las esferas del gobierno y cada cual se defienden unos a otros y con sus mentiras y tapaderas convencen a sus electores (40%) del pueblo y continuarán con su jauja y el banquete total para ellos y los suyos.