Por Sandra D. Rodríguez Cotto
Ya los partidos políticos y sus cabilderos en radio y televisión nos vienen espetando a todos que de lo único que quieren hablar es de las elecciones. No importa que el país se caiga en cantos, porque para ellos lo único que existe y los hace respirar es la discusión de las candidaturas. Entre todas, de la más que están hablando y hablarán en la semana es de la Comisaría Residente en Washington.
Es un puesto federal que trabaja en el Congreso, se rige por la ley electoral federal, y aunque no se admita públicamente, se sabe que quien salga electo debe ser una persona con nexos o que sea acólito de agencias de inteligencia como el FBI o la CIA, para que pueda responder mejor a las tácticas que impone el dueño de esta colonia.
Si no tiene ese tipo de “clearance” o no está autorizado, por lo menos debe ser alguien con lazos con los altos mandos demócratas o republicanos, y que se sepa mover en la capital federal.
Pero todo el que tenga dos dedos de frente sabe que entre los aspirantes al puesto que han salido hasta ahora, impera la ley del menos malo. Esto aplica tanto a la experiencia y conexiones, como a los mayores intereses creados de cada partido. Empezamos por el oficialismo, el Partido Nuevo Progresista.
PARTIDO NUEVO PROGRESISTA
Hoy precisamente se supone que anuncien el anuncio que vienen anunciando, sí, con cacofonía y repetición aburrida de una y otra vez, que el compañero de papeleta de Jennifer González será el Capitán América. Perdón, me refiero a Elmer Román. Es que cuando ese agente federal, perdón, cuando ese militar llegó al gobierno de Puerto Rico en abril del 2019, así fue como yo lo nombré en una columna que publiqué entonces. “Llegó el Capitán América”, escribí, y todo porque vino de la mano del entonces gobernante, Ricky Rosselló, quien lo presentó con su trayectoria militar casi de la misma forma en que presentó a la coronela Michelle Hernández de Fraley, a quien nombraron “Wonder Woman”. Tenían que proyectar una madurez que no había en la gobernación y que meses más tarde, el pueblo se encargó de botarlos.
El punto es que destacaron de Román su trayectoria militar como capitán de la Armada y en el Departamento de la Defensa federal. Y el Capitán América pagó bien y aún cumple la misión de mirar hacia el lado, porque todavía es la hora que nunca resolvió el enigma de dónde fue a parar la guagua blindada de su exjefe Rosselló, por la que el pueblo de Puerto Rico gastó miles de dólares.
Eso fue entonces. Después, cuando Wanda Vázquez, acusada federalmente por corrupción, asumió la gobernación, a Román lo trasladaron a Seguridad Pública hasta terminar como secretario de estado. No podemos olvidar que fue él quien estuvo en funciones cuando la población dormía a la intemperie tras los terremotos, mientras los periodistas independientes reportábamos cómo el León Fiscalizador descubrió un almacén lleno de suministros. «No he fallado al país. Hice lo que tenía que hacer”, afirmó Román a la prensa en aquel momento.
Ahora llega de la mano de JGO, parece que se hizo arreglos y hasta se sembró pelo para verse mejor. (Eso no lo dije yo; fue el exlegislador Ángel Rosa quien lo mencionó, para aclarar). Pero es incuestionable que Román es el que de verdad tiene las conexiones en Washington entre los del PNP. Los demás, no están a ese nivel, aunque lo intenten proyectar.
José Enrique Meléndez se molestó y abandonó a JGO, pero el bando de Pierluisi realmente no lo quiere. Quiquito aún no ha radicado, pero se tiene que enfrentar a quien sí ya lo hizo, el senador William Villafañe. Ese trabaja por su cuenta y está montando su propia versión del Triunvirato del Terror. Por eso se retrató en Washington con su exjefe Rosselló y con Ramón Rosario, los mismos del chat de Telegram, que solo a ellos mismos responden. Pierluisi no ha dicho nada, pero todo apunta a que Villafañe es su candidato. Y como si eso fuera poco, la cuarta aspirante del PNP es la Cenicienta.
Me refiero a la doctora Marigdalia Ramírez Fort, que radicó el miércoles su candidatura a la Comisaría Residente por el PNP y lo hizo en un vídeo hablando con un español afectado para dar a entender que she speaks the language of Washington. Por lo menos lució más recatada y formal que la payasada y burla que le hizo al pueblo de Guaynabo cuando se visitó de quinceañera para lanzarse, sin éxito a la alcaldía tras el escándalo de O’Neill.
“Estoy lista para el debate”, decía en aquel vídeo, mientras bajaba una escalera en espiral con una banda de rhinestones en la frente y un vestido de princesa azul añil. De momento, el vídeo se ponía en blanco y negro, y le cerraban una puerta con llave en la cara. Entonces la doctora aparecía sentada en el piso, con un perrito entre sus manos, música triste y mirando hacia arriba y decía: “Auxilio, auxilio, no me dejaron llegar al debate, pero voten por Marigdalia Ramírez Fort, Guaynabo número 3, que el zapato me sirve a mí”… Oh Dios, ni un libreto de Disney tenía tanto melodrama.
Ella dijo que intentó ser sarcástica para que le prestaran atención, el problema fue que el sarcasmo era lo menos que necesitaba un pueblo en ese momento. Ahora resta por ver si vendrá con respeto al electorado o seguirá en la chacota, dando material para los memes y humillando así a los penepés serios que creen en ese ideal.
PARTIDO POPULAR DEMOCRÁTICO
Los populares, en cambio, están más tranquilos porque solo tienen un aspirante: el nieto de su abuelo. Desde enero, cuando anunció que buscaría la silla en Washington, la carta de presentación de Pablo José Hernández Rivera ha sido que él es nieto del fenecido exgobernador Rafael Hernández Colón.
Es hijo de José Alfredo Hernández Mayoral, quien precisamente renunció a una aspiración a la gobernación diciendo que su hijo tenía problemas intestinales y estomacales que requerían su atención. Lo recuerdo porque cubrí esa contienda. Las dinastías políticas son ese reducto monárquico que emplean en el PPD y el PNP, muchas veces con éxito. Las nuevas generaciones tienen que aspirar al cargo con los logros de sus padres o abuelos. También cargan con sus pecados, si no se cuidan.
Esto podría ser un problema para Hernández Rivera, que es un joven serio, abogado que estudió fuera de Puerto Rico, pero que ya le sacan su carta de “riquitillo” o de “blanquito” para tratar de menospreciar sus posibilidades. Eso es algo que él mismo se ha buscado porque no tiene una hoja de trabajo, pero precisamente ese puede ser su atractivo. Creció conociendo de la política, pero no tiene relación directa con la corrupción como otros. Lo que debe demostrar es que tiene la capacidad y el puesto no le cae por herencia, apellido o suerte, porque ya el país ha tenido bastante experiencia con hijos de exgobernantes.
LA ALIANZA PIP-MVC
El Partido Independentista Puertorriqueño todavía no ha nombrado a quién pondrán para llenar el espacio a Washington, pero como van en la Alianza con el Movimiento Victoria Ciudadana, ya todos los líderes pipiolos han respaldado y piden un voto mixto por la senadora Ana Irma Rivera Lassén.
De todos los aspirantes, Rivera Lassén es la que tiene la experiencia más amplia y diversa, que refleja una
profundidad cultural, histórica y política como pocos en Puerto Rico. Su trayectoria incluye roles como catedrática, activista por los derechos civiles, defensora de las mujeres, las comunidades afrodescendientes y LGBTTQ+I, el sindicalismo y la cultura. Además, ha colaborado tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Como presidenta del Movimiento Victoria Ciudadana, ha liderado la elección de varios legisladores a nivel estatal y municipal, destacándose por su impresionante trabajo legislativo. Aunque su candidatura podría verse fortalecida por el respaldo del MVC, enfrenta desafíos significativos, como el hecho de ser mujer y negra en un país con tendencias machistas y racistas, y su orientación sexual podría ser un punto de ataque en un ambiente político a menudo cargado de homofobia.
PROYECTO DIGNIDAD
En cuanto al Proyecto Dignidad, su candidata a Washington es una figura relativamente desconocida en el ámbito nacional, aunque conocida en su partido por su labor como pastora. Viviana Ramírez, con una trayectoria en recursos humanos y experiencia laboral en la Oficina de Administración de Tribunales, enfrenta el desafío de darse a conocer y atraer a votantes que aún no están familiarizados con ella. A pesar de su falta de experiencia o conexiones en Washington, su candidatura podría aportar una nueva perspectiva al debate.
En resumen, la carrera para la Comisaría Residente en Washington presenta un abanico de candidatos con diversas fortalezas y debilidades. Entre ellos, Román y Rivera Lassén destacan por sus conexiones en Estados Unidos, tanto a nivel militar como en sectores progresistas, respectivamente. Sin embargo, queda la pregunta de si estas cualidades son suficientes para abordar la crisis que enfrenta Puerto Rico.
El Puerto Rico de 2024 sigue siendo un país en quiebra, acosado por crímenes contra ancianos, feminicidios no contabilizados, y un flujo constante de drogas. Mientras tanto, el gobierno parece más interesado en fiestas de fin de año y créditos contributivos que en abordar estos problemas serios. Los politólogos en medios de comunicación se centran en las candidaturas, dejando de lado discusiones más profundas sobre los desafíos reales del país.
En este contexto, los candidatos – el Capitán América, la Cenicienta, la activista, la desconocida, el nieto, el que espera el puesto desde hace años, y el que trabaja en su «Triunvirato del Terror» – se perfilan para una elección donde el electorado deberá decidir quién es el «menos malo» para representarlos en Washington.