El pelo de Tata. Tata con la estadidad y Tata sin la estadidad. Tata con chavos pa’ la keratina, y Tata sin chavos para los abogados federales.
Ese es el meme que viene corriendo hace varios días en todas las redes sociales, donde aparece la acusada de corrupción, exrepresentante, evangélica, cristiana y conservadora.
La que dirigió y aprobó el Código Penal en Puerto Rico y que, según la acusación federal, estaba descaradamente robándole dinero al pueblo a través del pago de un salario exorbitante a cambio de un ‘kickback’ a una subalterna, que fue quien la delató. Dinero que su marido lo escondía en un matorral, o quizás debajo de la tierra, como dijeron hoy en el juicio. La exrepresentante María Milagros “Tata” Charbonier.
Es el meme donde ella sale en una foto a la izquierda con el pelo estirado, súper lacio, como sucede cuando se pasan horas pasando planchas, blowers y keratinas para domarlo. Vestida con una blusa de ese azul turquesa que tanto nos favorece a las trigueñas, y maquillada con rosa pálido, como solía hacer cuando estaba en la política siempre a menos de una mano de distancia de Pedro Rosselló González, Ricky Rosselló, Pedro Pierluisi, Jennifer González, Thomas Rivera Schatz o Johnny Méndez.
Y en la otra foto, la de la derecha, es la Tata de ahora. En estrés. La que supuestamente se va a divorciar de su marido según salió hoy en las redes, por los comentarios en la corte. Con el miedo evidente que no se lo despinta nadie, y ese gesto en las comisuras de la boca que dice que lleva largos meses en tensión.
Ahora, venida menos, donde nadie quiere ni acercársele para no embarrarse, ella decide irse a lo natural y aceptar su negritud. Con el pelo ensortijado que no ha visto blower por mucho tiempo, sin maquillaje y cara de preocupación. Pelo con keratina y blower que dice “con la estadidad”, o pelo ensortijado y amarrado en la mitad de atrás con una hebilla y dice “sin la estadidad”. Ese es el meme.
“¿Y qué les parece la imagen?”, decía un comentarista radial con esas indirectas que no ocultan el racismo que se le brota por los poros. Muchos no se atreven a decir lo que piensan claramente para que no los ataquen por lo obvio. Y no, no me refiero a que ahora no quieren ni mencionar a Tata, aunque antes era asidua de sus programas en la radio y televisión. Me refiero al racismo que los carcome y aprovechan la coyuntura para soltarlo, so color de un comentario político. Ellos quieren que sea la gente quien lo comente, no ellos, para no calentarse.
Las que tenemos el pelo como Tata, lo entendemos bien. Son las miradas esas que no pueden arrancar el odio. Es la violencia verbal y la violencia racial, dos características que este pueblo ha heredado como reducto de la esclavitud. Sí, que eso fue hace 150 años, pero todavía persisten las secuelas. Se ven en las miradas, en las burlas, en dónde se acepta, hasta dónde se puede llegar o hasta donde no te dejan.
A la Tata con el blower quizás la dejaban pasar porque estaba con los líderes y tenía poder y conexiones, pero a la Tata de ahora no la dejarían entrar ni al Caparra Country Club, ni al Vanderbilt, y que ni se asome por La Fortaleza. En sitios así no sería bienvenida.
Es lógico que la gente se sorprenda y comente porque ella era una política bien vocal, pero propongo que, en vez de hablar de su cabello, que obviamente saca a pasear lo racista que son algunos, de lo que deberían estar hablando realmente es de cómo cae otra más robando la confianza del pueblo.
Piense que mientras Tata se daba golpes de pecho hablando de “papito Dios”, ministrando con Biblia debajo del brazo y Johnny Méndez, Pierluisi o alguno de los Rosselló al lado, ella ya quizás estaba robando. Como los fariseos, sepulcros blanqueados, como dice la Biblia en Mateo 23. Aleluya. No es la primera ni será la última, pero en vez de burlarse del pelo, la gente debe reaccionar ante el descaro de la corrupción.
Piense en que ese dinerito que le guardaba su ayudante en el Capitolio supuestamente “para pagar el IRS”, como dijeron en sala, son fondos públicos que quizás se perdieron para atender a algún viejito solo, o a una mujer huyendo de su agresor, o que a lo mejor servía para darle una pintadita a las paredes de algunos cuarteles de la Policía que dan grima. Eso es lo que sí importa. No su pelo sino sus acciones.
Tata Charbonier tendrá su día para defenderse en corte, y si se prueba que robó, pues que cumpla. Para eso tiene a buenos abogados que ya están usando las mismas tácticas que usaron otros abogados para defender a los “primísimos” del gobernador, Walter y Eduardo. Ya Walter Pierluisi está pidiendo que lo saquen de la cárcel. Ese se robó dinero de los residenciales, pero ya mismo sale a la calle. Quizás pase lo mismo en par de meses con Tata, con Cano, el exalcalde de Cataño que anda por la libre enseñando su Rolex, y con tantos otros.
Tata, pobre Tata, cayó como ejemplo. Ella, que había roto los cánones de la imagen política tradicional, que supo cumplir con los “checkboxes” y así ascender al poder, fue toda una impostura. Aparentando lo que no era, porque la acusación demuestra que el dinero y la política lo dañan todo.
Ahora, ante un jurado de 12 personas, luchará por defenderse. Es casi seguro que, si sale bien, no la perdonen como le han hecho a otros como De Castro Font, Anaudi y demás que siguen de lo más carifrescos en la calle, opinando. Ella es mujer y negra, y eso siempre pesa en un país donde los poderes son racistas. Pero el pueblo, no la juzgue por su pelo, que nos indigne lo que hizo.
“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de impurezas. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad”, Mateo 23:27-32.
Por Sandra D. Rodríguez Cotto