San Juan, Puerto Rico – Una investigación publicada hoy por la organización Kilómetro Cero reveló que, estadísticamente, en el Negociado de la Policía de Puerto Rico se generan más feminicidas que en el resto de la población de hombres que no son policías. El informe, Feminicidas en la Policía: masculinidad tóxica e impunidad, corresponde al sexto Palique Policial publicado por la organización, una serie de análisis breves de política pública en los que se discuten temas muy puntuales sobre violencia policial y seguridad pública, con perspectivas salubristas.
La investigación compara estadísticamente la cantidad documentada de 5 policías que cometieron feminicidios íntimos en los últimos seis años (2018-2023), con la cifra de hombres feminicidas que no son policías, así como con las respectivas poblaciones de cada grupo para ese periodo. El objetivo fue determinar, proporcionalmente, dónde hay más feminicidas: dentro o fuera del Negociado de la Policía.
Estadísticamente se esperaría que si el grupo de hombres policías se comportara como el grupo de hombres no policías, habría tan solo un (1.13) feminicida cada seis años, pero en la realidad se han documentado 5 feminicidas que pertenecen a la Policía de Puerto Rico, para ese mismo periodo. Este hallazgo se interpreta como que dentro de la Policía hay 4.4 veces la cantidad de feminicidas íntimos que hay en la población general de hombres.
“Los policías que agreden a sus parejas son más peligrosos que otros hombres que no tienen adiestramiento policial, y esta investigación demuestra que, al menos en el periodo de 2018 a 2023, también han sido más frecuentes los feminicidas dentro de la Policía, proporcionalmente, que los agresores que no son policías”, señaló el doctor Luis A. Avilés, director de investigaciones de la organización.
“Los policías tienen conocimiento sobre cómo vigilar y rastrear sin ser descubiertos”, añadió Mari Mari Narváez, directora ejecutiva de la organización. “Tienen acceso a armas legales, a inteligencia, a datos, cuentan con protecciones formales e informales dentro del sistema legal criminal al que pertenecen, tienen mucho más poder que cualquier hombre promedio y hasta conocen la ubicación de los refugios para víctimas de violencia doméstica”.
La investigación denuncia que esta estadística parte de que el problema de violencia de género que existe en el Negociado de la Policía de Puerto Rico, ampliamente documentado y constatado, se sigue ignorando dentro de la institución y el Estado, y se continúa delegando a la misma agencia la tarea de resolverlo. “Hay un elemento de la cultura policial que no debe pasar desapercibido: el poder policial es un proyecto patriarcal y esencialmente de masculinidad tóxica pues representa la legitimación del uso de la fuerza y, como consecuencia, promueve las actitudes y conductas que desencadenan la violencia de género”, lee el informe.
Las soluciones usualmente se traducen en más adiestramientos y reglamentos, acciones que tras casi diez años de establecida la Reforma Policial, han sido inefectivas para combatir los patrones de violencia policial dentro de la institución y demuestran otro ámbito el fracaso de la Reforma. La investigación cita la experiencia similar en Estados Unidos, en donde las reformas no han sido efectivas para reducir la violencia policial ni la violencia de género perpetrada por sus oficiales.
“En el caso de los feminicidios cometidos por policías en los últimos seis años en Puerto Rico, la mayoría de los feminicidas tenían casi 30 años de servicio en la Policía, por lo que el entrenamiento policial no evitó que estos policías asesinaran a sus parejas y exparejas”, argumentó Mari Narváez.
“Por eso abogamos por la reducción de roles y de recursos asignados a la Policía, tanto en asuntos relacionados a la violencia de género, así como en muchos otros asuntos. Una agencia como la Policía, con sus múltiples señalamientos, sin mecanismos independientes de rendición de cuentas y que incumple con sus protocolos mínimos de sensibilidad y protección para las víctimas, termina siendo cómplice de sus agresores, minimizando las experiencias de múltiples víctimas, pasando las violencias por alto y desprotegiendo a las mujeres”, finalizó.
El informe concluye, junto a la necesidad de reducir los roles del Negociado de la Policía de Puerto Rico, que es crucial la inversión en programas de prevención, asistencia emocional y educativa especialmente a los hombres, y recursos de mediación con la participación de profesionales de la conducta humana como mejor alternativa para atajar la violencia de género, en vez de la inversión en más entrenamiento policial y en la creación de penas y delitos, que no han frenado la incidencia de violencia de género ni de feminicidios.
Las cuatro recomendaciones puntuales de esta investigación son las siguientes:
Adoptar políticas con perspectiva de género en todas las agencias del Estado. Mientras se continúe ignorando el asunto de la violencia de género en el País, el problema se filtrará en todas sus agencias, incluida la Policía de Puerto Rico.
Establecer un cuerpo de supervisión civil independiente que pueda fiscalizar a la Policía. Para garantizar la efectividad de ese cuerpo civil, se le tiene que proveer del debido acceso a recursos, a información y debe tener poder de citación e investigación para evaluar toda querella contra algún miembro de la Policía.
Eliminar la práctica de que la Policía se investigue a sí misma. Mientras la Policía de Puerto Rico no reconozca que tiene un serio problema de violencia de género entre sus oficiales, no se puede esperar cambio institucional alguno.
Cesar la práctica de que las querellas de violencia de género contra policías tengan que radicarse en el Negociado de la Policía. Esta práctica crea el efecto de disuadir a las personas de levantar la bandera en contra de policías agresores y de encubrir la violencia que cometen los propios oficiales.
Puede conseguir la investigación completa con su respectivo apéndice metodológico en ESTE enlace o en nuestra página web en https://www.kilometro0.org/paliques-policiales.