San Juan, Puerto Rico (Marina Villén / EFE) – La invasión estadounidense de Puerto Rico tuvo lugar hace este martes 125 años en el marco de la guerra hispanoamericana, poniendo fin a la soberanía española y vinculando a la isla con Estados Unidos hasta la actualidad, cuando su futuro sigue en disputa.
El 25 de julio de 1898, las tropas estadounidenses entraron por Guánica, en el sur de la isla, dando así comienzo a la ofensiva terrestre, después de que en los meses anteriores la Armada bombardeara y bloqueara la capital San Juan.
«La invasión de Puerto Rico ocurrió luego de que ya España estaba derrotada militarmente en la guerra porque había perdido la batalla de Santiago (Cuba) y la de Manila (Filipinas)», explicó a EFE el director de la Academia Puertorriqueña de la Historia, Jorge Rodríguez Beruff.
Después de que cayera Santiago de Cuba, el general Nelson Miles recibió la orden de comandar una expedición a Puerto Rico. Aunque la guerra ya estaba ganada, en los planes de EE.UU. siempre estuvo conquistar la isla por los intereses comerciales y económicos y, sobre todo, por su valor estratégico.
«La decisión (de invadir) no fue tomada en el momento, sino que había un interés geoestratégico de tener y retener a Puerto Rico como un lugar de valor estratégico durante las negociaciones de paz con España», aseguró el historiador, quien destacó su posición geográfica en la entrada nororiental del Caribe.
Esas negociaciones fueron el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, que supuso el fin del Imperio español de ultramar con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y el inicio del periodo colonial de EE.UU.
Cambio en el desembarco y escasa resistencia
Miles decidió desembarcar con unos 3,000 soldados en la bahía de Guánica, a los que se unieron luego 15,000 efectivos adicionales, aunque la Marina de Guerra habían pensado iniciar la invasión terrestre por Fajardo, en el noreste.
Rodríguez Beruff justificó que por Fajardo habría sido «una campaña corta y rápida» hasta el centro de poder en San Juan, pero no aseguraba que se fuera a tomar el control efectivo de todo el territorio de la isla, lo que sí permitió la entrada por el sur.
Además, un espía que había enviado previamente EE.UU. a Puerto Rico observó que en el sur había poca fuerza militar española y que la oposición al poder de España era mayor en esa zona que en San Juan.
Las tropas estadounidenses se extendieron en cuatro columnas hacia el norte para tomar control de todo el territorio, encontrando escasa resistencia de las tropas españolas y las milicias puertorriqueñas, aunque se registraron escaramuzas en lugares como Guánica, Yauco, Guayama, Coamo y Asomate.
«Tan pronto como se da la derrota en Cuba, ya se sabía cuál iba a ser el desenlace (en Puerto Rico). Muchas de esas milicias se desbandaron y no combatieron. Hubo enfrentamientos, pero no grandes batallas, porque prácticamente España estaba perdida en términos militares», agregó el historiador.
Control político marcado por la mentalidad militar
La llegada de los estadounidenses se produjo poco después de que España autorizara la formación en Puerto Rico de un gobierno autonómico, que era la demanda predominante entre la clase criolla, más que el sentimiento independentista.
Pese a ello, el liderato puertorriqueño decidió colaborar con los estadounidenses, aunque sus expectativas de más libertades se vieron frustradas por el régimen restrictivo impuesto.
«El primer periodo estuvo marcado por el poder militar, aunque participaron también académicos y misioneros para definir la forma en que se iba a relacionar Puerto Rico dentro del Estado norteamericano», comentó Rodríguez Beruff.
El también doctor en Ciencias Políticas en Universidad de York indicó que, tras ese primer gobierno militar, se estableció la Ley Foraker de 1900, que fue «una forma de gobierno muy restrictivo que dio muy poco espacio para la representación puertorriqueña» durante dos décadas.
«Los militares y otros sectores no querían que las poblaciones de las nuevas colonias se integraran como estados de EE.UU. porque tenían culturas y razas distintas. Miraban al Caribe a través de una óptica racista», sostuvo.
Un estatus político que genera controversia
Según el autor del libro «Política militar y dominación, Puerto Rico en el contexto latinoamericano» (1988), el gobierno establecido en la isla «no fue uno transitorio para la estadidad, sino uno colonial».
Después, EE.UU. concedió en 1917 la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños y, en 1952, se estableció el Estado Libre Asociado, un estatus político vigente que cumple hoy 71 años.
Puerto Rico tiene cierto grado de autonomía y un Gobierno y legislatura locales, pero áreas como defensa, fronteras, moneda o relaciones diplomáticas quedan bajo el control de EE.UU.
Para el historiador, «la coyuntura actual es una pérdida de poderes de Puerto Rico y cada vez más injerencia federal», como quedó demostrado con la imposición de una Junta de Supervisión Fiscal en los últimos años por parte del Congreso estadounidense para reestructurar la multimillonaria deuda pública de la isla.
Ahora, han cobrado impulso los esfuerzos para que el Congreso de EE.UU. apruebe un referéndum vinculante para que la isla decida un nuevo estatus político, pero el proyecto no cuenta con el respaldo de los republicanos.
Las opciones planteadas son no coloniales: estadidad, independencia o soberanía en libre asociación. Sin embargo, hay sectores que abogan por incluir el Estado Libre Asociado en la ecuación, una muestra de la división existente también en la sociedad puertorriqueña a la hora de definir su futuro.