San Juan (EFE) – Las zonas que recibieron un mayor impacto del huracán Fiona de categoría 1 en Puerto Rico fueron los municipios del sur y las áreas montañosas del centro, cuyos alcaldes reportaron este lunes barrios incomunicados y decenas de carreteras intransitables.
«Hay muchos ciudadanos incomunicados. Desde temprano, tenemos brigadas en distintas zonas de la ciudad despejando los caminos y carreteras para que las unidades de rescate lleguen hasta cada ciudadano en necesidad», dijo en un comunicado el alcalde de Ponce, Luis M. Irizarry.
El alcalde informó de que el huracán dejó mucha lluvia, lo que provocó inundaciones y deslizamientos en muchas zonas, particularmente rurales.
En los dos refugios habilitados en la zona, han recibido a unas 70 personas, pero el alcalde auguró que «ese número va a aumentar porque hay ciudadanos que perdieron sus viviendas o no están en lugares seguros».
Por su parte, el alcalde del municipio de Peñuelas, que limita con Ponce, Gregory Gonsález Souchet, señaló que las comunidades de Corea y Rucio todavía se encuentran incomunicadas.
«Nuestras brigadas municipales se encuentran en la calle, atendiendo y removiendo árboles para poder reabrir la vías de rodaje y lograr acceso a las comunidades que se encuentran incomunicadas. Tenemos varias carreteras estatales sin acceso», añadió.
En Salinas, también en el sur de la isla, miles de viviendas quedaron afectadas por las inundaciones y 400 personas están en refugios.
El Manejo de Emergencias de Puerto Rico señaló en su cuenta de Twitter que en coordinación con el Departamento de Seguridad Pública y la Guardia Nacional desalojaron durante la noche del domingo las comunidades de La Playa, El Coquí y Playita en ese municipio.
También en la localidad sureña de Guayama, hubo familias que «lo perdieron todo» debido a inundaciones provocadas por los ríos Guamaní y Quebrada Seca, y en total hay 58 personas en refugios, según el alcalde O’brain Vázquez Molina.
«Tenemos varios derrumbes y deslizamientos así como daños a la infraestructura vial estatal», señaló Vázquez.
Por su parte, el alcalde de San Germán, una localidad en el suroeste de la isla, Virgilio Olivera, lamentó que la situación es «devastadora y catastrófica».
«Contamos hasta ahora con 10 familias que perdieron el techo de sus residencias, entre muchas otras cosas. Sin embargo, no descartamos que la cantidad aumente a medida que nos vayamos adentrando en diversas comunidades», agregó.
Los vientos máximos sostenidos de 140 kilómetros por hora (85 millas) que alcanzó el huracán azotaron con especial fuerza los pueblos montañosos de Naranjito, Barranquitas y Comerío, y provocaron el desprendimiento de árboles que interrumpieron el tráfico en sus carreteras principales.
«Se están afectando mucho nuestros barrios y la carretera principal 152. Hemos ido recibiendo querellas de personas que les han caído árboles encima de las casas y desprendimientos», contó el alcalde de Naranjito, Rafael Rodríguez.