San Juan (EFEUSA) – El 33% de la población de Puerto Rico sufre inseguridad alimentaria, que el Departamento de Agricultura Federal (USDA, en inglés) define como el acceso (social o económico) limitado, restringido o insuficiente a alimentos seguros por causas no voluntarias.
El dato fue divulgado por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, que presentó el resultado de la Encuesta de Seguridad Alimentaria en Puerto Rico 2015.
La encuesta la llevó a cabo el Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Asociados a la Conducta (BRFSS, en inglés), administrado en la isla por el Departamento de Salud.
La población de estudio fueron los adultos de 18 años o más y la tasa de respuesta en Puerto Rico fue de 71.1%, lo que posiciona a la isla entre las primeras 25 jurisdicciones con mayor participación de EE.UU.
Uno de los datos más destacados de la encuesta es que la inseguridad alimentaria en Puerto Rico afecta más a mujeres que a hombres, en concreto al 36.8% de las féminas frente al 29.4% de los varones.
Según la Organización de las Naciones Unidas, la inseguridad alimentaria es un factor clave que complementa al indicador de subalimentación y permite mejorar la caracterización del hambre.
El director ejecutivo interino del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, Orville Disdier, aclaró a Efe que la muestra se realizó en Puerto Rico entre 5,214 personas.
Disdier dijo que el procesamiento de este tipo de información es un trabajo que demora bastante tiempo, razón por la que a pesar de que la encuesta se realizó en 2015 se hace pública ahora.
En cuanto a lo que es exactamente la inseguridad alimentaria matizó que mide la capacidad para acceder a los alimentos y que en el caso de Puerto Rico, además de las limitaciones económicas, tiene influencia también la dificultad añadida por tratarse de una isla, lo que provoca que se importe cerca del 80% de los alimentos.
«La gran cantidad de alimentos que se importa a Puerto Rico, entre otros aspectos, hace que la población sea más vulnerable a tener inseguridad alimentaria», indicó Disdier.
«Es por esta razón que es imprescindible conocer las estadísticas relacionadas a este aspecto, así como de las conductas de riesgo y prácticas de salud de las poblaciones vulnerables», destacó.
El 21.7% de las personas entrevistadas indicaron que, en los 12 meses antes del estudio, hubo ocasiones en las cuales tuvieron que servirse menos cantidad de alimentos o dejar de ingerir una de sus comidas diarias por falta de dinero.
Una cuarta parte de los entrevistados reconoció que tuvo que recurrir a una de esas dos medidas casi todos los meses.
El estudio también reveló que la región de Arecibo fue la que mayor porcentaje de inseguridad alimentaria presentó, con un 40.6%, mientras que el área metropolitana de San Juan y Ponce fueron las regiones que presentaron menor inseguridad alimentaria, con 31.8 % y 31.4%, respectivamente.
El 44.3% de las personas con inseguridad alimentaria percibieron su salud como regular o pobre, porcentaje que fue mayor en mujeres (47.6%) en comparación con los hombres (38.7%).
Otra de las notas más destacadas es que la inseguridad alimentaria es muy superior a la de Estados Unidos, sufrida por el citado 33% de la población de la isla frente al 12% en territorio continental.
La gerente de Proyectos del Instituto y autora principal del estudio, Myribel Santiago, señaló por su parte que uno de los resultados más reveladores es el relacionado a la pobreza y su impacto en la inseguridad alimentaria.
Santiago dijo que el estudio concluyó que las personas con un ingreso menor de $25,000 anuales tienen 3.3 veces mayor probabilidad de pertenecer al grupo con inseguridad alimentaria que las personas con un ingreso de $25,000 o más.
Como medidas correctoras, el estudio aboga por incrementar la producción agrícola local a través de políticas adecuadas, desarrollar políticas que protejan el derecho constitucional del puertorriqueño a su alimentación y proteger la cadena de suministro y distribución de alimentos en la isla.