Washington (EFE) – El fiscal especial Robert Mueller, que investigó la llamada «trama rusa», se hizo este miércoles a un lado al reiterar que la acusación formal contra el presidente estadounidense, Donald Trump, «no era un opción» dadas sus limitaciones legales y trasladó la decisión al Congreso.
«Acusar al presidente de un delito no fue una opción que pudiésemos considerar», indicó Mueller en una declaración en el Departamento de Justicia, en la que anunció que renunciaba a dicho puesto una vez terminada la investigación.
La normativa gubernamental estipula que no se puede imputar al presidente por un delito federal mientras esté en el cargo, ya que es considerado inconstitucional.
No obstante, agregó: «Si hubiésemos tenido confianza en que el presidente claramente no cometió un delito, lo habríamos dicho».
Mueller, quien leyó un comunicado y no aceptó preguntas, compareció así por primera vez en público para comentar la investigación de la trama rusa.
«Estoy hablando hoy porque nuestra investigación se ha completado. El fiscal general ha hecho el informe público en gran parte, estamos cerrando formalmente la oficina del fiscal especial y, asimismo, estoy dejando el Departamento de Justicia», remarcó.
La declaración de Mueller, en la que no ofreció novedades respecto a lo publicado en el informe dado a conocer en abril, fue aplaudida por Trump.
«Nada cambia del informe Mueller. No hubo pruebas suficientes y, por lo tanto, en nuestro país una persona es inocente. ¡El caso está cerrado! Gracias», dijo Trump en su cuenta de Twitter minutos después de la comparecencia del fiscal especial.
El informe escrito por Mueller y enviado al Congreso señala que no hay pruebas de nexos entre el entorno de Trump y el Kremlin, a la vez que no alcanza una conclusión sobre un posible delito de obstrucción a la Justicia por parte del mandatario.
De este modo, la decisión sobre si iniciar un juicio al presidente estadounidense pasa al Congreso, donde los demócratas están divididos dadas las posibles implicaciones políticas que ello tendría de cara a las elecciones del próximo año.
«Debido a que el fiscal especial Mueller no fue capaz de perseguir cargos criminales contra el presidente, le corresponde al Congreso responder a los delitos, mentiras y otras malas prácticas del presidente Trump, y lo haremos», afirmó en un comunicado Jerrold Nadler, quien preside el Comité Judicial de la Cámara de Representantes.
Nadler evitó, no obstante, mencionar expresamente la posibilidad de abrir un juicio político al mandatario.
«Todas las opciones están sobre la mesa», dijo posteriormente en una rueda de prensa al ser preguntado al respecto.
La presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi, insistió la semana pasada en que «nadie está por encima de la ley», al valorar la actuación del mandatario.
Aunque Pelosi se resiste a iniciar ese proceso, en las últimas semanas ha endurecido su discurso contra el mandatario al asegurar que esta ofensa es «merecedora de un juicio político».
Hoy, de nuevo, se decantó al igual que Nadler por la cautela a la hora de comentar las declaraciones de Mueller y la viabilidad de un juicio político.
«El informe del fiscal especial reveló que el presidente aceptó la injerencia rusa en las elecciones y expuso once instancias de obstrucción del presidente a la investigación. El Congreso considera sagrada su responsabilidad para investigar y hacer responsable al presidente de su abuso de poder», sostuvo Pelosi en un comunicado.
Varios importantes legisladores demócratas, entre ellos las senadoras Elizabeth Warren y Kamala Harris, ambas aspirantes a la candidatura presidencial demócrata en 2020, así como la popular congresista Alexandria Ocasio-Cortez, se mostraron a favor de esta opción, mientras que otros han advertido de que podría favorecer al presidente Trump durante la campaña electoral.
Por su lado, el exvicepresidente Joseph Biden, que lidera las encuestas para la candidatura presidencial demócrata, señaló que «nadie debería disfrutar lo que sería sin duda un proceso divisorio, pero que puede ser inevitable si esta Administración continúa por este camino».
Al disponer de la mayoría, los demócratas podrían comenzar el proceso de destitución en la Cámara Baja, donde su aprobación solo requiere de mayoría simple, pero fracasaría con toda probabilidad en el Senado, controlado por los republicanos.
En la Cámara Alta, al menos 20 de los 53 senadores republicanos deberían votar en contra de Trump para alcanzar los dos tercios que permitieran que el procedimiento de destitución triunfara.
El cargo de obstrucción a la Justicia estuvo también detrás del intento de juicio político al expresidente Bill Clinton (1993-2001) y de la dimisión de Richard Nixon (1969-1974), que abandonó la Casa Blanca ante la certeza de enfrentarse a un proceso de este tipo.