Pekín, 8 feb (EFE) – En medio de una inusual tormenta de críticas por la gestión de la epidemia del coronavirus, y en particular por la paradójica muerte del doctor Li Wenliang, llegó hoy a Wuhan el equipo que investigará la muerte del médico, el primero en dar la alarma y ser reprendido después por las autoridades por «difundir rumores».
El grupo, enviado a Wuhan por la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria, realizará sus pesquisas «relacionadas con la muerte del doctor Li Wenliang de manera concienzuda», informó hoy el propio organismo, espoleado por el descontento popular particularmente patente en las redes sociales desde la noche del jueves, cuando comenzaron los rumores del fallecimiento.
La muerte de Li se ha convertido en una farsa en China, y el régimen que lo reprendió por alertar a su compañeros y amigos de que tomaran precauciones ante una posible nueva enfermedad se hace eco de su duelo a través de la prensa estatal: «La nación guarda luto por la muerte del médico que sucumbió al virus», titula hoy China Daily, por ejemplo.
CARTA ABIERTA POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
En un acto de valentía cuyas consecuencias tienden a ser funestas en China, el profesor de la Universidad Normal de Wuhan Tang Yiming y otros colegas de profesión emitieron una carta abierta. Sin destinatario, pero con un mensaje claramente dirigido a las autoridades.
«Si las palabras del doctor Li no se hubieran considerado rumores, si cada ciudadano estuviera autorizado a hacer uso de su derecho de decir la verdad, no estaríamos en este desastre, no tendríamos una catástrofe nacional de impacto internacional», reza la carta, citada por el rotativo hongkonés South China Morning Post.
Entre otras demandas, la carta exige una disculpa por lo acontecido, un gesto al que Pekín no tiene acostumbrados a sus ciudadanos.
No ha sido la única carta abierta: otra, firmada por varios profesores universitarios y académicos, solicita la declaración del 6 de febrero como el Día de Li Wenliang, además de una garantía que proteja el derecho a la libertad de expresión, recogido en el artículo 35 de la Constitución de China, pero en la práctica limitado por numerosos usos y abusos legales.
«Durante 30 años, los chinos han tenido que renunciar a su libertad a cambio de la seguridad, y ahora son presas de una crisis sanitaria y están menos seguros que nunca», expresa el texto.
Y después, añade: «Es hora de acabar con esto. Donde no hay libertad de expresión, no hay seguridad».
OTRO «HOSPITAL EXPRÉS» EN FUNCIONAMIENTO
Mientras tanto, continúa la lucha contra el coronavirus en Wuhan, cuna del brote y que acumula la mayoría de los muertos e infectados en la provincia de Hubei, de la que la citada ciudad es capital.
Así, hoy ha comenzado a funcionar el segundo de los «hospitales exprés» construido en apenas unos días: el de Leishenshan.
Al igual que el recientemente inaugurado hospital provisional de Huoshenshan, se trata de un centro médico construido con barracones prefabricados, aunque Leishenshan cuenta con mayor capacidad: 1,600 camas.
En él se tratará solo a pacientes diagnosticados de neumonía de Wuhan, provocada por el coronavirus, que deja ya al menos 722 muertos y 34,546 contagiados, según las cifras publicadas hoy por la Comisión Nacional de Sanidad del país asiático.
Hoy también se han conocido las primeras víctimas extranjeras del coronavirus, ambas fallecidas en Wuhan. Se trata de dos varones en la sesentena, uno estadounidense y otro japonés. En el caso del japonés no se ha podido confirmar por completo que su fallecimiento se haya debido al coronavirus, aunque Tokio ha asegurado contar con suficientes sospechas.
CUARENTENA OBLIGATORIA EN HONG KONG
Fuera de Wuhan y de la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia, la prensa estatal destacó hoy que el número de nuevos contagios diagnosticados está en declive: 890 nuevos infectados el lunes, 731 el martes, 707 el miércoles, 696 el jueves y 558 el viernes.
Pero a pesar de este a priori esperanzador dato, las autoridades Hong Kong quieren minimizar riesgos de contagios en la ciudad semiautónoma, donde la población tiene al gobierno local en el disparadero por su supuesta laxitud en la respuesta a esta crisis.
En Hong Kong pesa aún el recuerdo del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS, en su acrónimo inglés), que causó en la ciudad casi 300 muertos, de los más de 700 que hubo en todo el mundo.
Por eso, desde la pasada medianoche local (16.00 hora GMT), ha entrado en vigor una norma que exigirá que toda persona procedente de la China continental se someta a una cuarentena de 14 días, tiempo de incubación del coronavirus y periodo en el que se puede asimismo contagiar a otras personas.
¿Las consecuencias de infringir la medida? Penas de hasta seis meses de cárcel o multas de 25,000 dólares hongkoneses (unos $3,220).