Por Antonio Torres del Cerro
Agencia EFE
París – El bloque ultraderechista y el de izquierdas de Francia divergen en casi todo, pero coinciden en un punto: las elecciones legislativas del 30 de junio y 7 de julio serán un duelo entre ambos del que excluyen al partido del presidente francés, Emmanuel Macron, y sus aliados, que han gobernado este país los últimos siete años.
La ultraderechista Agrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen y Jordan Bardella, y el nuevo Frente Popular, que reúne a las cuatro principales fuerzas de izquierda, señalaron este viernes que el macronismo es cosa del pasado y que a partir del 7 de julio en Francia gobernará un ejecutivo de extrema derecha o uno de izquierda.
«Solo hay dos formaciones políticas capaces de ganar estas legislativas y formar un gobierno: La Francia Insumisa y el resto de sus aliados de izquierda, y la alianza entre Los Republicanos (centroderecha) y Agrupación Nacional», proclamó este viernes Bardella.
Durante la presentación de la alianza de izquierdas, denominada Frente Popular por la coalición de partidos de ese signo que gobernó Francia entre 1936 y 1938, los líderes de La Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS), el verde EELV y el Partido Comunista (PCF), llegaron a la misma conclusión: el macronismo no volverá al poder y ellos son los únicos capaces de ganar a RN.
Las encuestas refrendan esta visión. En el último sondeo publicado en ‘Journal de Dimanche’, un 32% de los franceses votará a la fuerza de Marine Le Pen (casi el mismo porcentaje récord que el de las elecciones europeas del pasado día 9) en el primera ronda; seguido por un 25% del Frente Popular; y un 19% por el partido macronista Renacimiento y sus aliados centristas.
Un Gobierno liderado por Bardella o por la izquierda tendría que cohabitar con el presidente liberal y proeuropeo Macron, cuyo mandato termina en 2027.
Una lista de izquierda «en ruptura total con Macron»
La constitución oficial del bloque de izquierdas de este viernes, que agrupa desde la socialdemocracia clásica del PS hasta la izquierda más contestataria del LFI, significó un paso más en la recomposición del paisaje electoral francés, a solo dos días de que cierre el plazo para presentar listas y cuando se desconoce cómo se presentará el centroderechista Los Republicanos (LR), en plena crisis.
La Justicia emitió un primer dictamen este viernes en el que decidió suspender temporalmente la expulsión del presidente del LR, Éric Ciotti, quien había sido apartado por su propio partido por haber tejido una alianza con la formación de Marine Le Pen.
El Frente Popular «pretende encarnar una ruptura total respecto a la política de Emmanuel Macron para responder a las necesidades inmediatas del pueblo con las medidas ecológicas necesarias», aseguró el coordinador del LFI, el diputado saliente Manuel Bompard.
Entre las medidas que esta heterogénea coalición pondría en marcha, si alcanza el gobierno, destacan un salario mínimo de 1.600 euros mensuales netos (200 más que los 1.400 actuales); el restablecimiento del impuesto a las grandes fortunas, suprimido en 2017, y la anulación de la polémica reforma de las pensiones de Macron, que retrasa la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años.
Este nuevo Frente Popular se puso de acuerdo, al menos en el papel, sobre dos espinosas cuestiones internacionales que dividían a socialistas y verdes y al LFI: las guerras en Ucrania y de Gaza.
Los partidos dejaron por escrito que, en caso de gobernar, seguirán enviando armamento a Ucrania en su guerra contra Rusia -lo que, hasta ahora, ha sido muy criticado por La Francia Insumisa- y consensuaron una calificación a los ataques del 7 de octubre contra Israel por parte del grupo islamista palestino Hamás, que, por iniciativa del PS, se han calificado de «terroristas».
Las críticas a este pacto de izquierdas afloraron rápidamente. El primer ministro francés en funciones, Gabriel Attal, quien aspira a un asiento de diputado, consideró que el programa del Frente Popular generará «cientos de miles de millones de euros en gastos adicionales» que Francia no podrá soportar.
El macronismo tampoco tardó en avisar de que los inversores ya están inquietos con el futuro a corto plazo de Francia, la segunda economía europea, y, este viernes, el principal índice de la Bolsa de París, el CAC-40, registró una caída del 2.66% y vivió la peor semana desde la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022.
Otro indicador de ese nerviosismo fue el diferencial (‘spread’) entre la cotización del bono de deuda alemana a 10 años y la del francés, que ha subido en los últimos días y hoy se disparó hasta los 80 puntos básicos.
Desde el G7 que se celebra en Italia, Macron consideró que el país está en «un momento de extrema gravedad» y alertó del riesgo financiero si acaban gobernando la alianza de izquierdas o la extrema derecha.
«Hay dos bloques extremos que han optado por programas económicos ajenos al contexto de la responsabilidad», declaró a los medios franceses Macron.