Brasilia (EFE) – El movimiento bolsonarista fue a las calles de Brasil este miércoles, marchó hasta la puerta de muchos cuarteles y exigió una «intervención militar» contra la victoria electoral del líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva.
Las manifestaciones fueron multitudinarias y pacíficas pero de un claro talante antidemocrático, al punto de que reclamaron que las Fuerzas Armadas impidan el próximo 1 de enero la toma de posesión de Lula, que el pasado domingo derrotó en las urnas al presidente Jair Bolsonaro por una mínima diferencia de 1,8 puntos porcentuales.
La convocatoria fue hecha por las redes sociales, en las que los grupos de ultraderecha que respaldan a Bolsonaro tienen una febril actividad, y sobre todo a través de servicios de mensajería privada como WhatsApp y Telegram.
Las mayores concentraciones fueron en Río de Janeiro y Sao Paulo, y en ambos casos en las sedes de los comandos regionales del Ejército, al igual que ocurrió en Brasilia, aunque con un menor número de personas.
La consigna en todos los casos fue la misma: «Intervención federal», bajo el artículo 34 de la Constitución nacional, que en uno de sus puntos dice que el Gobierno central puede intervenir, si fuera necesario y por los medios posibles, para garantizar la «forma republicana, el sistema representativo y el régimen democrático».
La excusa, según carteles mostrados por los manifestantes, fue también la misma y es que un Gobierno de Lula llevará a Brasil al «comunismo» e implantará un régimen similar al que viven países como Venezuela o Nicaragua, citados en muchas pancartas y fiel al discurso de Bolsonaro en su campaña electoral.
También han denunciado un supuesto fraude, una hipótesis que ha sido negada por la justicia electoral y todos los partidos y las instituciones, que han reconocido la victoria de Lula, al igual que cientos de gobiernos extranjeros.
LOS CAMIONEROS COMIENZAN A CEDER
Las manifestaciones de este miércoles, festivo en Brasil por el Día de los Muertos, siguieron a las masivas protestas de camioneros alienados en el bolsonarismo, que desde el pasado lunes bloquearon unas 600 carreteras en todo el país para protestar por la victoria de Lula.
Este miércoles, de acuerdo a la Policía de Carreteras, los bloqueos persistían en unos 150 puntos de 15 de los 27 estados del país y en muchos de los casos eran sólo parciales, pues obstaculizaban pero no impedían por completo el tránsito.
En algunos lugares, como en la ciudad paulista de Baruerí, las carreteras fueron liberadas mediante una firme intervención de la Policía, que dispersó a los camioneros con gases lacrimógenos, pero sin que hubiera enfrentamientos ni víctimas.
La protesta de los camioneros comenzó a perder intensidad desde que Bolsonaro terminó de admitir su derrota y determinó que el Gobierno inicie el proceso de transición con el equipo de Lula, lo cual está previsto para este jueves.
Bolsonaro se pronunció sobre el resultado de las elecciones este martes, unas 45 horas después de que el escrutinio oficial sentenció la victoria del líder progresista.
En un breve discurso, dijo que las protestas eran «fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia por cómo se dio el proceso electoral».
Afirmó que «las manifestaciones pacíficas» son «bienvenidas», pero reforzó que sus métodos «no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población», y subrayó que nadie puede impedir «el derecho de ir y venir».
Este miércoles, frente a las manifestaciones a las puertas de los cuarteles, Bolsonaro se mantuvo en silencio, al igual que Lula, cuyo equipo anunció que el presidente electo estará «dos o tres días» en una playa del noreste del país, a fin de descansar tras una dura campaña electoral.