Washington (EFE) – El Gobierno del presidente norteamericano Joe Biden se encuentra en una posición delicada: no ha conseguido contener a Israel y, como resultado, ha empezado expresar públicamente dolor por los niños palestinos muertos en la Franja de Gaza, en un intento por apaciguar a los países árabes y evitar que el conflicto se extienda por la región.
Primero fue Biden quien esta semana evocó la imagen de niños palestinos «llamando a gritos a sus padres fallecidos» y, posteriormente, fue el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, quien este fin de semana dijo que veía a sus propios hijos en los rostros de los niños palestinos.
“Cuando veo a un niño o niña palestino rescatado de los escombros de un edificio, me impacta en los más profundo de mi ser, igual que le impacta a cualquier otra persona. Y veo a mis propios hijos en sus rostros. Como seres humanos, ¿cómo podría ser que no nos sintiéramos todos de la misma forma?”, se preguntó Blinken este sábado en una conferencia de prensa junto a sus homólogos de Jordania y Egipto.
En público, y también en privado, funcionarios estadounidenses están actuando con un nuevo sentido de urgencia para apaciguar al mundo árabe dejando claro que Estados Unidos está profundamente angustiado por el sufrimiento en Gaza, donde 9,700 personas, de las cuales 4,000 son menores, han muerto por los bombardeos israelíes.
Sin embargo, los líderes árabes no se han mostrado conmovidos por esta nueva expresión de dolor de Estados Unidos y han reiterado sus peticiones para que se declare inmediatamente un alto al fuego.
La posición oficial de Estados Unidos es que un alto al fuego solo beneficiaría al grupo islamista Hamás, que gobierna de facto la Franja de Gaza, y le permitiría reagruparse para perpetrar otro ataque como el del 7 de octubre, que resultó en la muerte de 1.400 personas (la mayoría civiles) y en la toma de 240 rehenes que fueron llevados al enclave palestino.
«Pausas humanitarias»
En lugar de respaldar un alto al fuego, el Gobierno de Biden ha estado abogando por «pausas humanitarias» para permitir la entrada de ayuda a la Franja de Gaza y facilitar las operaciones de rescate de rehenes, entre los que figuran ciudadanos estadounidenses.
Sin embargo, cuando este fin de semana Blinken urgió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a parar los bombardeos sobre Gaza se topó con una negativa rotunda.
Netanyahu rechazó la idea de cualquier tregua si antes no se garantiza la liberación de los rehenes en Gaza y prometió que Israel no se detendrá hasta la “victoria”, que ve como la destrucción total de Hamás.
La negativa de Netanyahu puso de relieve la incapacidad de Washington para influir en su principal aliado en Oriente Medio, a pesar de ser su mayor proveedor de ayuda militar con $146,000 millones entregados a Israel desde la década de 1970, según el Servicio de Investigación del Congreso, un órgano no partidista.
Además, tras el ataque de Hamás, Biden solicitó al Congreso un aumento en la ayuda a Israel y la aprobación de otros $14,000 millones en asistencia militar para este año.
En cualquier caso, el Gobierno de Biden sigue respaldando el derecho de Israel a defenderse, aunque en los últimos días ha modificado ligeramente su discurso, instando al Ejecutivo israelí a respetar el derecho internacional humanitario y las leyes de la guerra, que prohíben el uso indiscriminado de la fuerza contra civiles.
En la declaración más contundente de un funcionario estadounidense hasta la fecha, Blinken dijo este fin de semana ante Netanyahu que, si bien Hamás utiliza a la población civil como escudo, el Estado de Israel «puede y debe tomar las medidas necesarias para minimizar el daño a civiles y prevenir víctimas civiles».
Presión sobre Biden
El leve cambio en la posición de la Administración estadounidense se produce en medio de una creciente presión tanto a nivel internacional como doméstico.
El principal temor de Estados Unidos es que la violencia se propague por la región debido al continuo intercambio de fuego entre Israel y milicias en Líbano-tanto milicianos palestinos como el grupo chií Hizbulá- , una situación que se repite casi a diario desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás hace casi un mes.
A nivel interno, en Estados Unidos, Biden enfrenta un creciente número de voces críticas dentro de su propio partido, el Demócrata, que cada vez ven con peores ojos los continuos bombardeos de Israel.
Estas voces provienen no solo del ala progresista, sino también de senadores que suelen ser aliados de Biden. Chris Murphy, gran aliado del presidente en política exterior, dijo en un comunicado que la tasa actual de muertes de civiles es «inaceptable» , mientras que Dick Durbin se salió esta semana de la línea marcada por la Casa Blanca y consideró que era hora de que se declarara un alto al fuego.