Uvalde (EE.UU.), 29 de mayo de 2022 (EFE) – El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, trató de reconfortar este domingo a los familiares de las víctimas y los supervivientes de la masacre en una escuela de Uvalde, una localidad del sur de Texas devastada por la tragedia.
Acompañado por su esposa, Jill, el mandatario visitó las 21 cruces instaladas frente a la fachada de la escuela primaria Robb en memoria de los 19 niños y dos maestras asesinados el martes pasado en un aula, y luego asistió a una misa en una iglesia católica y bilingüe.
«¡Haga algo!», le gritó alguien desde la calle cuando abandonaba la iglesia, y Biden respondió: «Lo haré».
Fueron sus únicas declaraciones públicas durante su estancia en Uvalde, donde se reunió en privado durante casi tres horas con varios familiares de los fallecidos y de los supervivientes, y luego se entrevistó también con agentes de seguridad, bomberos, psicólogos y paramédicos.
EMPATÍA Y DUELO
En un vehemente discurso horas después del tiroteo del martes, Biden preguntó enfadado cuándo estará dispuesto Estados Unidos a enfrentarse a los grupos de presión que defienden las armas e instó a convertir «el dolor en acción».
Pero Uvalde es una población rural en Texas representada mayoritariamente por líderes conservadores, así que el presidente prefirió dejar el discurso del control de armas en Washington y llevar apenas su empatía a esta ciudad de mayoría hispana, donde muchos dieron la bienvenida a su visita.
«Él es una persona que se preocupa por los demás”, dijo a Efe una señora que no quiso dar su nombre mientras esperaba para entrar a la misa a la que asistió Biden en la iglesia católica del Sagrado Corazón.
En la misma fila, Rubén Cárdenas confió en que el mandatario hablara «desde el corazón», que ofreciera «consuelo a las familias» y que les diera garantías de que «no van a quedar en el olvido».
Cárdenas trabajaba con Joe García -quien murió esta semana de un ataque al corazón tras perder a su esposa, Irma, una de las maestras asesinadas en la masacre- y aseguró que nunca olvidará la sonrisa con la que su compañero lo saludaba cada día al llegar a la empresa.
«El mundo entero está profundamente triste y paralizado por lo que ha ocurrido a estos niños pequeños y a las maestras», subrayó a Efe.
Unas 600 personas asistieron a la misa de mediodía en la iglesia del Sagrado Corazón, y muchos no se resistieron a tomar fotos del mandatario y la primera dama, a pesar de que los sacerdotes pidieron apagar los celulares durante el servicio.
Biden, el primer presidente católico de Estados Unidos en más de medio siglo, suele asistir regularmente a misa y este domingo fue uno más de quienes se levantaron a comulgar, además de saludar a quienes se acercaban a su banco para recibir también la eucaristía.
NIÑOS EN EL ALTAR
La fe es fundamental para muchos habitantes de Uvalde y varias iglesias de la zona se han volcado en ayudar a la comunidad tras la tragedia, incluida la del Sagrado Corazón, que el sábado organizó en su aparcamiento una vigilia llena de homenajes a cada uno de los niños fallecidos.
«Nuestros corazones están rotos, pero sabemos que Dios está con nosotros», dijo el arzobispo de la cercana ciudad de San Antonio, Gustavo García-Siller, durante la misa, que presenció Efe.
El arzobispo pidió después a una treintena de niños que se sentaran en el suelo del altar, donde les dijo: «Creo que ustedes nos ayudarán a reconstruir. Ustedes serán niños que querrán vivir sus vidas al máximo».
«Jesús resucitó y se fue al cielo. Él preparó un lugar para los 19 pequeños que hemos perdido», les explicó.
Al cabo de un rato, los menores volvieron a sus asientos, incluido uno que lloraba desconsoladamente y que parecía tener una edad similar a los niños de entre 9 y 11 años asesinados en la masacre.
Antes de la comunión, García-Siller se refirió incluso al autor del tiroteo, Salvador Ramos, abatido a tiros por agentes de la Patrulla Fronteriza, y pidió a Dios «misericordia» con su alma. También instó a los presentes a rezar por Biden y otros políticos que tienen que tomar decisiones «difíciles».
La frustración y el duelo por lo ocurrido quedaron patentes durante la visita de Biden a la escuela, donde Ben Gonzales, un residente de Uvalde, le gritó al presidente «¡Necesitamos ayuda!», según la cadena CNN.
Las autoridades reconocieron el viernes que, durante el tiroteo, la Policía tomó la decisión de no entrar en el aula y esperó más de una hora a recibir una llave para abrir la puerta, mientras una niña llamaba desesperada a los servicios de emergencia rodeada de sus compañeros muertos.
El Departamento de Justicia estadounidense anunció este domingo que investigará la respuesta policial al tiroteo, por petición del alcalde de Uvalde, Don McLaughlin, y que los resultados de su pesquisa serán públicos.
El Gobierno espera así llegar hasta el fondo de lo ocurrido, después de que las autoridades de Texas indicaran que los agentes se quedaron fuera porque un responsable policial interpretó que ya no quedaba nadie vivo dentro del aula salvo el agresor, algo que no resultó ser cierto.
«Esperamos que los líderes escuchen lo que quiere la gente, porque quieren respuestas», subrayó Cárdenas, el citado residente de Uvalde que asistió a la misma misa que Biden.
«Quieren líderes que estén ahí para proteger a los niños y a sus familias, y no a las armas. Las armas no deberían ser la prioridad», añadió emocionado.