Washington, 12 mar (EFE) – La industria farmacéutica de EE.UU. se ha zambullido en una carrera contrarreloj para hallar una vacuna y un tratamiento contra el nuevo tipo de coronavirus, un proceso que se demorará durante más de un año y que ya le ha permitido cosechar jugosos beneficios en bolsa.
«Muchas compañías están teniendo ideas sobre cómo hacer una vacuna. Es importante intentar todas las posibles vías porque sabemos que no todas funcionarán», explicó a Efe el doctor Bruce Gellin del Instituto de Vacunas Sabin, en Washington, dedicado a promover el acceso global a la inmunización.
En opinión de Gellin, «que muchos caballos de carreras hayan salido, no significa que todos lleguen a la meta», por lo que, a su juicio, cuantas más compañías inviertan en investigación, mejor.
TIEMPO RÉCORD: LOS PRIMEROS ENSAYOS SERÁN EN ABRIL
La investigación sobre COVID-19 ha comenzado en un tiempo récord gracias a que en enero científicos de China publicaron la secuencia genética del virus, que fue detectado por primera vez en diciembre en la región de Wuhan y ha sido declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Debido a esa rapidez, las farmacéuticas estadounidenses ya han anunciado que en abril iniciarán los primeros ensayos clínicos en humanos para una vacuna.
El comienzo de esos experimentos en solo 4 meses desde la detección del virus contrasta con el año y ocho meses que tardaron los primeros ensayos para una vacuna contra el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS, en su acrónimo inglés), que dejó 774 muertos en China entre noviembre de 2002 y julio de 2003.
LAS FARMACÉUTICAS PELEAN POR SER LA PRIMERA
Actualmente, más de diez grandes farmacéuticas de todo el mundo pelean por ser la primera en lograr una vacuna: Entre las empresas en liza figuran las estadounidenses Moderna, Johnson & Johnson, Regeneron, Inovio Pharmaceuticals, Novarax y Gilead Sciences.
La delantera la lleva Moderna, con sede en Massachusetts, ya que fue la primera en fabricar en febrero una vacuna experimental que está siendo probada por investigadores del Gobierno de EE.UU. y, en abril, tiene previsto lanzar un ensayo clínico con entre 20 y 25 voluntarios sanos.
A esos voluntarios se les administrarán dos dosis de la vacuna para ver si induce una respuesta inmune capaz de proteger contra la infección.
Entretanto, Novarax, en Maryland, está haciendo experimentos con animales y sus pruebas con seres humanos serán en mayo.
Otra compañía, Regeneron, en el estado de Nueva York y conocida por haber diseñado un medicamento experimental para el ébola, calcula que iniciará en agosto su ensayo con voluntarios, indicó a Efe un portavoz.
A pesar de los avances, ninguna compañía se ha atrevido a fijar una fecha para la comercialización de una vacuna definitiva; aunque Inovio, en Pensilvania, pretende haber producido para finales de año un millón de dosis, que podrían usarse para más experimentos clínicos o usos de emergencia.
UNA PÍLDORA Y UNA INYECCIÓN
A largo plazo, el desarrollo de una vacuna permitirá a la población fortalecer su sistema inmune frente al COVID-19, pero ¿qué hacer con quién ya está enfermo?
La industria farmacéutica y las universidades de EE.UU. están investigando dos tipos de tratamientos diferentes: inyecciones de Remdesivir, un medicamento antivírico que fue creado originalmente para el ébola, y una píldora llamada «EIDD-2801», capaz de enfrentarse a una gran cantidad de virus.
Uno de los expertos que está sumergido en el desarrollo de esa píldora es David Perryman, jefe de operaciones de «DRIVE», un centro sin ánimo de lucro de la universidad Emory en Atlanta (Georgia).
NUESTRO GRAN SUEÑO ES UN TRATAMIENTO CONTRA TODOS LOS VIRUS
En declaraciones a Efe, Perryman explicó que su equipo lleva años buscando una cura para la gripe y, ahora, están usando los resultados de sus investigaciones para crear una píldora destinada a luchar contra un amplio rango de enfermedades víricas, desde el nuevo coronavirus hasta el chikunguña o el ébola.
«Este es nuestro gran sueño, conseguir una píldora que sirva para tratar cualquier virus», manifestó.
El hecho de que ese medicamento pueda tener forma de píldora tiene grandes ventajas: su ingesta es fácil, lo que permite un tratamiento rápido, algo crucial cuando se trata de enfermedades víricas.
Sin embargo, la píldora aún está dando sus primeros pasos, mientras que las inyecciones de Remdesivir ya se están aplicando de manera experimental a pacientes en EE.UU., China e Italia con buenos resultados y la OMS se ha mostrado esperanzada sobre la posibilidad de que sirva para reducir el número de casos y la tasa de mortalidad.
Hasta ahora, la OMS ha contabilizado 118.000 afectados y 4.291 fallecidos, cifras que se espera que aumenten en los próximos días.