Nueva York (EFE) – ¿Un peso puertorriqueño? Por qué no. La iniciativa, surgida como respuesta a la crisis económica en Puerto Rico por una millonaria deuda, ha llegado a barrios latinos de Nueva York para concienciar sobre este tipo de proyecto comunitario y social.
Se trata de un moneda, el peso boricua, que facilita a los ciudadanos en comunidades con desventajas sociales que intercambien lo que necesitan, ya sea trabajo, tiempo, comida, artículos o recursos.
En Puerto Rico la iniciativa surgió, tras la destrucción del huracán María en 2017, como un proyecto piloto denominado «Valor y Cambio» para provocar un debate sobre lo que valoran los puertorriqueños, y que había comenzado su andadura antes, luego de que el entonces gobernador Alejandro García Padilla decretara que la deuda de $127,000 millones era «impagable».
«La viabilidad económica de las monedas sociales va a depender de cómo la propuesta resuelve las necesidades de una comunidad, ciudad o sector», dice a Efe la puertorriqueña Frances Negrón-Muntaner, que propuso la idea del peso a un grupo independiente que surgió en la isla para buscar soluciones a la crisis.
«No es la solución a todos los retos -agrega- más bien, es una posible herramienta en la creación de economías solidarias basadas en intercambio y no en extracción y acumulación».
Negrón-Muntaner, que está documentando este proyecto con la Universidad de Columbia en Nueva York, donde enseña, y que creó la moneda junto con Sarabel Santos Negrón, explica que entre los objetivos principales de la moneda social figuran reconocer, organizar y compartir destrezas, conocimientos y talentos que no son valorados por la economía dominante.
Explicó además que antes de lanzar la idea del peso estudió la situación de varios países que habían afrontado crisis económicas al igual que Puerto Rico, entre ellos Grecia y España -donde hay más iniciativas-, y cómo lo afrontaron.
También las monedas sociales que han puesto en circulación varias comunidades, pues incluso ya existe una experiencia al norte del estado de Nueva York, en la ciudad de Ithaka, donde la gente intercambia servicios y productos desde 1991, siendo la moneda social más vieja de EE.UU.
Al igual que el dólar, que tiene impresos a figuras relevantes de la historia de EE.UU., el peso boricua reconoce a la poetisa Julia de Burgos, al médico Ramón Emeterio Betances y a la anarquista, pionera del feminismo y del sindicalismo, Luisa Capetillo.
También a los hermanos Cordero, Rafael, Celestina y Gregoria, negros libres que dedicaron su vida a la educación bajo el dominio de España, al fallecido pelotero de Grandes Ligas Roberto Clemente y a la comunidad de escasos recursos Caño Martín Peña.
Como todos los billetes, éstos se pueden adquirir en un cajero automático. Pero este cajero, llamado «VyC» (Valor y Cambio), no necesita de claves secretas, sino de que el usuario conteste varias preguntas sobre las cosas que valora para su comunidad y quién cree representa mejor esos intereses.
Una visita a Loisaida, nombre latinizado para el Lower East Side en Manhattan, que durante décadas fue dominado por hispanos, entre ellos puertorriqueños, lleva hasta el único cajero automático que los dispensa, traído desde la isla tras culminar allí el proyecto, y ubicado en el centro cultural de esta comunidad, donde ha generado interés.
Negrón-Muntaner indicó que una comunidad agrícola en Maine pidió su autorización para evaluar la puesta en marcha del proyecto, que otras tres en Nueva York evalúan la necesidad de desarrollar su propia moneda y otras dos en Puerto Rico buscan implantar el peso boricua.
Considera que es una manera de pensar el dinero de otra forma, «como una tecnología de intercambio, pero al final, es posible que la conclusión sea que no necesitamos ningún tipo de dinero» como se usa hasta ahora.
«En el capitalismo, la lógica es la acumulación cada vez más acelerada de capital, su subjetividad es el consumidor endeudado y sus relaciones sociales son el individualismo, la privatización, y la competencia», lo que es una amenaza para el planeta, dice.
«Valor y Cambio sugiere que la lógica y razón de ser de lo que llamamos economía podrían ser el bienestar de todos, la subjetividad libre y solidaria, y las relaciones de apoyo mutuo», argumenta sobre la iniciativa que en septiembre será planteada a la comunidad de El Barrio latino de Harlem.