Madrid (EFE) – El fútbol regala imágenes para la eternidad, icónicas, que se graban a fuego en la memoria de un aficiono del club de su corazón. Al del Real Madrid le quedará el adiós soñado de Toni Kroos. En lo más alto. Al mando del fútbol de un equipo de leyenda, con una retirada del césped de Wembley repleta de sentimiento que recordó a la protagonizada por Juanito dando saltos de alegría en 1985.
Son dos épocas tan distintas como sus protagonistas. Con similitudes, como las remontadas europeas que siempre fueron parte de la identidad del Real Madrid. En aquel momento en la Copa de la UEFA. Ahora en la ‘Champions’.
El conjunto madridista había sido goleado en la ida de octavos de final por el Borussia Mönchengladbach (5-1), y al ritmo de Juanito, en una semana que con José Antonio Camacho se había encargado de alimentar la creencia en la remontada, goleó 4-0 en el Santiago Bernabéu con dobletes de Jorge Valdano y Carlos Santillana.
A un minuto del final, cuando Juan Gómez ‘Juanito’ vio su dorsal en la banda para ser sustituido, dio rienda suelta a todos sus sentimientos con la euforia del momento. Se retiró dando saltos de alegría, lanzando el puño al aire en repetidas ocasiones, poniendo en pie al Bernabéu por su pasión y su entrega. Hasta llegar a la banda donde esperaba un joven Rafa Martín Vázquez para entrar al campo.
De Juanito a Kroos el día que el centrocampista alemán se quitó la coraza que siempre tuvo. La mantuvo en el momento más emotivo, su despedida del Santiago Bernabéu en el último partido de LaLiga, cuando tras su baño de masas con el madridismo rendido a su figura, hasta se detuvo el partido como si de un homenaje se tratase para su salida del campo con honores. Impertérrito como en su entrada, con pasillo de todos los jugadores, compañeros y rivales a un señor del fútbol.
Se derrumbó cuando llegó a la zona pegada al banquillo donde le esperaban sus tres hijos bañados en lágrimas por la emotividad del momento. Ahí, en el abrazo con su hija, Kroos rompió a llorar. En su último baile, en Wembley, justo en el momento en el que cumplió su deseo de marcharse en lo más alto, con el mejor broche posible. Ya con 2-0 en el marcador tras un nuevo capítulo de resistencia.
Soltando el mando que asumió durante una década de fútbol de precisión, dando el relevo a los que vienen y deja en lo más alto. Justo cuando vio su número en el electrónico del cuarto colegiado en la banda a los 85 minutos, Kroos sacó todo lo que tenía dentro. Sus compañeros, que le querían dedicar el mejor de los cierres, se acercaron para abrazarlo alargando el momento que ningún madridista deseaba que llegase.
Y cuando Kroos dio el último abrazo dentro del terreno de juego de un templo como Wembley. Cuando sintió que su bonito cuento con el Real Madrid había llegado a su última página. Desató todo el sentimiento para equipar su salida del campo a la de Juanito. No dio saltos, pero se liberó alzando los brazos y moviéndolos con pasión en un gesto de celebración.
Con emoción cogió el escudo de su camiseta, lo señaló varias veces reflejando la grandeza del Real Madrid. Lanzó besos a la afición, a sus familiares en la grada, a sus amigos. A todo el mundo del fútbol que ha reconocido la grandeza de un futbolista ejemplar en su comportamiento. Y el recambio no podía ser otro que el futbolista con el que ha firmado una de las páginas más bonitas de la historia del club blanco, Luka Modric.
Dos figuras eternas para el Real Madrid, integrantes del mejor centro del campo con 23 títulos juntos como argumento irrefutable. El abrazo de dos amigos que igualaron lo que parecía imposible, las seis Copas de Europa, previo a otro abrazo largo y repleto de respeto y agradecimiento de Carlo Ancelotti al futbolista que dirigió la orquesta hacia la gloria. De Juanito a Kroos, dos salidas del campo icónicas para el madridista.