Pekín, 2 de febrero de 2022 (EFE) – Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, que comenzarán el próximo viernes, contarán con excepcionales medidas de prevención contra el covid-19 que incluyen el total aislamiento de atletas y trabajadores llegados del exterior con respecto de la población pequinesa durante toda su estancia.
China recoge así el testigo de los primeros Juegos que se celebraron desde el comienzo de la pandemia, los de Tokio 2020, cuya organización también aplicó un estricto protocolo sanitario anticontagios.
En aquella ocasión, se logró evitar cualquier infección entre los implicados en el evento y la población local y viceversa, según datos de los anfitriones, aunque, al contrario que Tokio 2020, el sistema de circuito cerrado de Pekín 2022 -también llamado burbuja- tendrá que enfrentarse a la contagiosa variante ómicron.
DOS UNIVERSOS PARALELOS
Desde que el protocolo de circuito cerrado comenzara oficialmente el 4 de enero, justo un mes antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, los atletas y especialistas llegados del exterior son recibidos en el aeropuerto por personal ataviado con trajes protectores y sometidos a pruebas PCR, tras lo cual no tendrán ningún contacto con la población pequinesa.
«Me escoltaron tres coches de policía durante mi trayecto en un autobús vacío hasta el hotel», explica a Efe Eduardo, un integrante de la burbuja que prefiere usar un pseudónimo.
«Los primeros días son estresantes», afirma Eduardo, porque «no sabes si te van a llamar por ser un contacto cercano o por haber dado positivo a la llegada».
No en vano, desde el 23 de enero, se han registrado 163 positivos entre miembros de la burbuja a su llegada a la capital china, según los organizadores.
A partir del aterrizaje, los huéspedes del circuito cerrado reciben pruebas PCR diarias, las cuales ya ascienden a 531,968 desde el 23 de enero, habiendo detectado 232 positivos.
«Uno se acostumbra a los controles diarios», asegura Eduardo, que añade que la atmósfera y la relación entre los habitantes de la burbuja «es normal», exceptuando la dificultad de «las interacciones cuando la gente habla en un idioma que no es el suyo detrás de una mampara y con mascarilla», la cual hay que «tener puesta todo el tiempo menos cuando se come o se bebe».
«Todos somos conscientes de que hemos venido a hacer un trabajo y muchos estaban hechos a la idea antes de llegar», explica.
UN ROMPECABEZAS LOGÍSTICO
La burbuja se extiende al transporte entre las tres sedes de los Juegos: la propia Pekín y Yanqing y Zhangjiakou, a 80 y 180 kilómetros, respectivamente, del centro de la capital.
El transporte se efectuará mediante vehículos marcados especialmente como pertenecientes a la burbuja, con cuyos pasajeros los conductores de Pekín han de minimizar el contacto incluso en caso de colisión, según directrices de las autoridades viales de la capital.
Los vagones del tren de alta velocidad que conecta las sedes también estarán segregados entre pasajeros corrientes y los miembros de la burbuja.
«La logística funciona bien», lo que incluye la paquetería entre los centros de trabajo: «No esperas más de un día si tienes que recibir mercancía», asegura Eduardo.
Incluso la basura producida dentro de la burbuja será gestionada aparte: un equipo de trabajadores especializados accederá al circuito cerrado para recoger los desperdicios, que se depositarán en un almacenamiento temporal independiente antes de su tratamiento.
Desde la primavera de 2020, China insiste en la posibilidad de contagio a través de objetos o paquetes llegados del exterior, a los que ha culpado de varios rebrotes en el país pese a que organizaciones como la Organización Mundial de la Salud apuntan que la probabilidad de que eso ocurra es muy baja.
Consultado sobre la posibilidad que percibe de que se produzcan contagios entre el interior y el exterior de la burbuja, Eduardo afirma que será «prácticamente imposible», a lo que añadió: «No veo la forma de que eso ocurra a menos que se escape gente».
UNA CIUDAD EN GUARDIA
Fuera de la burbuja, Pekín se esfuerza por mantener la pandemia bajo control en unas fechas en las que coinciden los Juegos Olímpicos y las festividades por el Año Nuevo lunar, en las cuales los chinos acostumbran a volver a sus lugares de origen.
Pekín pidió a los ciudadanos que pasasen las fiestas en la capital y llegó incluso a ofrecer recompensas a las empresas que consiguiesen retener a sus empleados en la ciudad durante los días festivos.
Para minimizar los riesgos de contagio en estas fechas de desplazamientos masivos, los pasajeros que procedan de lugares de China en los que se haya registrado un solo caso de contagio local de covid tienen prohibido su acceso a Pekín.
La semana pasada, el distrito sureño pequinés de Fengtai efectuó cuatro rondas de pruebas de ácido nucleico a toda su población, de 2.2 millones de habitantes, hasta que logró el objetivo de cero positivos después de haber detectado alrededor de 70 a raíz de un rebrote en los días previos.
Pekín, que se convertirá en la primera ciudad en albergar Juegos de Verano y de Invierno, encara la cita con 104 casos activos (sin incluir los hallados dentro de la burbuja) entre su población de 21 millones de habitantes y con dos nuevos casos registrados este martes, según las cifras oficiales.
Desde el comienzo de la pandemia, 1,351 personas se han infectado del coronavirus en la capital china, de las que nueve murieron, según las autoridades sanitarias.
En toda China, aferrada a una política de tolerancia cero contra la covid, se infectaron 106,202 personas en la pandemia, entre las que 4,636 fallecieron.