Carlos Arroyo y Julio Toro rememoran el histórico triunfo olímpico que estremeció al mundo, cuando la selección puertorriqueña derrotó al ‘Coloso del Norte’ y rompió su racha invicta en el baloncesto
Por Jorge J. Muñiz Ortiz
Agencia EFE
San Juan, Puerto Rico – La selección masculina de baloncesto de Puerto Rico hace 20 años logró un hito al ganar en Atenas 2004 a Estados Unidos, su primera y sorprendente victoria olímpica al llamado ‘Coloso del Norte’, que contaba con jugadores de NBA.
El exjugador Carlos Arroyo y Julio Toro, director técnico de la escuadra caribeña en ese momento, rememoraron en entrevista con EFE con orgullo cómo su equipo pudo destronar 92-73 al ‘Coloso del Norte’ en el partido de apertura del baloncesto olímpico en la capital griega y quitarle una racha de 24 juegos ganados seguidos.
«La victoria contra Estados Unidos en las Olimpiadas 2004 es sin duda la más importante de mi carrera», aseguró Arroyo, quien fue el abanderado de Puerto Rico en aquella edición olímpica, la primera y única en su carrera.
En aquel equipo, Arroyo y Daniel Santiago eran los únicos puertorriqueños activos en la NBA, aunque también estuvo el inmortal pívot José “Piculín” Ortiz, quien contaba con experiencia en dicha Liga, así como en España y Grecia.
EE.UU., dirigido por el inmortal Larry Brown, estuvo integrado completamente por jugadores de la mejor Liga del mundo, entre ellos, los también inmortales Tim Duncan, Dwyane Wade, Allen Iverson, y LeBron James, máximo anotador en la historia de la NBA.
«Fue un día especial porque fue el primer partido de las Olimpiadas y mis primeras Olimpiadas. Sentía mucha responsabilidad de hacer las cosas bien y con mucha presión por representar a mi país», recordó Arroyo sobre aquel 15 de agosto de 2004 en el Hellinikon Olympic Arena que estremeció al mundo.
Puerto Rico, «la víctima fácil» de EE.UU.
Ambas selecciones ya se habían enfrentado en varias ocasiones en preparación antes de llegar a Atenas, y EE.UU. ganó todas las disputas por amplio margen.
Sin embargo, según contó Toro, Brown le admitió que no habían entrenado contra una defensa de «zona», lo que le brindó al veterano técnico la oportunidad de escoger esta manera de defender de sus pupilos.
«Siempre la ruta de ellos para un evento internacional y envergadura que iban, éramos nosotros. Nosotros éramos la chata de los norteamericanos», dijo Toro, aludiendo al término del boxeo en el que se pone a un púgil para que otro entrene.
No obstante, el veterano técnico indicó que «tenía jugadores de mucho talento y experiencia» y que, poco a poco, «vendía la idea o mencionaba que se le podía ganar a EE.UU.».
El encuentro arrancó bastante parejo entre ambas selecciones, aunque Puerto Rico ganó el primer periodo, 21-20. Sin embargo, el segundo periodo fue una historia totalmente diferente.
Implantando aquella «zona» defensiva, junto con Arroyo como «infantero» ofensivo, Puerto Rico se fue en escapada y, con una ventaja de 21 puntos (28-7), cerró la primera parte del desafío.
La victoria fue «una conmoción planetaria»
Con aquella delantera de 22 tantos, la escuadra puertorriqueña se fue incrédula a los vestuarios, pues sabían que, si mantenían dicho dominio, podían lograr la victoria y sorprender al ‘Coloso del Norte’ y al resto del mundo.
Para el tercer periodo, EE.UU. reforzó su juego en ambos lados de la cancha, dominando el mismo por cinco puntos, aunque aún Puerto Rico mantenía una ventaja de 17.
Pero, las ganas que tuvo el equipo caribeño eran superiores a las de su contrincante y, en el periodo final, Arroyo continuó desafiando a los norteamericanos con su demostración ofensiva al terminar con 24 puntos y sacudir su camiseta, dejándole saber al mundo que Puerto Rico había hecho historia.
«El chata de EE.UU. le ganó a EE.UU. en el escenario más preciado o soñado de cualquier atleta y una de las princesas de las Olimpiadas en el basket. Fue una conmoción planetaria. ¿Quién no disfruta ganarle al ‘Coloso del Norte’?», apuntó Toro.
Veinte años más tarde, en París 2024, EE.UU. se vengó de aquella humillación y apabulló a Puerto Rico, 104-83, en el que fue el regreso de la escuadra caribeña a unas Olimpiadas en dos décadas.
El equipo de EE.UU. logró, además, en París la medalla de oro, la decimoséptima de su historia olímpica.