Por Víctor Alvarado Guzmán
Comité Diálogo Ambiental
Columna de Opinión
El escenario estaba listo para comenzar la tragicomedia. De entrada, se establecía una paradoja, pues en esta obra de teatro, supuestamente basada en un análisis de la realidad, el personaje principal no estaría presente: el acuífero del sur.
La temática que estaba planteada desde antes, era si el personaje principal agoniza o realmente mejora. ¿Cuál es el estado real del acuífero del sur?
El ex alcalde
Sube el telón y aparece el senador Carlos Rodríguez Mateo, presidente de la Comisión de Salud Ambiental y Recursos Naturales del Senado, quien convocó a una vista pública para discutir, con otros varios personajes, su profunda preocupación sobre la situación del acuífero del sur.
Sentado entre las butacas imaginarias del salón Luis Negrón López del Capitolio, me preguntaba si los espectadores sabían que Rodríguez Mateo fue alcalde de Salinas, entre el 2005 y 2011, y que gran parte de sus actuaciones socavaron los abastos del acuífero.
Durante su incumbencia, Rodríguez Mateo promovió y permitió la construcción de miles de casas sobre el acuífero, distribuidas en varias urbanizaciones, en momentos que la población de Salinas disminuía, al igual que en el resto del país. Por eso, varias de estas estructuras nunca fueron vendidas, lo que pone en duda la necesidad de su construcción.
Al ex alcalde tampoco le preocupó entonces que, la impermeabilización del suelo (lo que se tradujo en menos infiltración de agua al acuífero), y el aumento en extracción de agua del sub suelo, afectara negativamente los abastos subterráneos del preciado líquido.
Su frase más nefasta, resuena como un eco permanente en la conciencia de aquellos que la recordamos: “Ni veinte (20) centros comerciales pueden afectar el acuífero”.
Sin embargo, desde mucho antes, ya el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) advertían del daño al acuífero por la sobre extracción y contaminación.
Esos años terribles de Rodríguez Mateo como alcalde, fueron teñidos por un acto sin precedentes que podría arruinar la única fuente de agua potable de los salinenses: Este utilizó y permitió el enterramiento de 609,608 toneladas de cenizas tóxicas de carbón en suelos de Salinas. En muchos de estos lugares, los depósitos se hicieron sobre el acuífero, o cercano a ríos y quebradas.
La alcaldesa
El desarrollo de la obra comenzó con la puesta en escena de un personaje secundario, pero importante: la alcaldesa de Salinas, Karilyn Bonilla Colón.
Esta repitió el ataque que lleva meses realizando contra el DRNA, debido a la clasificación de área crítica que la agencia estableció sobre el acuífero desde el 2015, año en que azotó a Salinas un histórico racionamiento de agua. La clasificación de área crítica estableció una moratoria permanente para nuevos permisos de construcción en el municipio salinense.
La alcaldesa alega que no existe suficiente información sobre la situación real del acuífero, solicitó estudios científicos adicionales, pero a su vez, indica que la moratoria no se sostiene y busca eliminarla.
Una pregunta resonó con fuerza sobre el matiz ilógico de sus expresiones: ¿cómo la alcaldesa quiere terminar con la moratoria, si no sabe la condición real del acuífero?
Los representantes del DRNA y de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillado (AAA), actuando como antagonistas de los verdugos, se defendieron presentando la data científica que demuestra la situación crítica del acuífero.
El desarrollador
Desde una esquina del auditorio, subió a escena otro de los artífices de la destrucción del acuífero en Salinas: Juan Rodríguez Claudio.
Este personaje fue precisamente el principal desarrollador quien construyó las urbanizaciones durante la incumbencia de Carlos Rodríguez Mateo como alcalde.
De igual forma, fue el principal promotor de las cenizas tóxicas de carbón en Salinas, en donde las utilizó en sus proyectos de construcción de casas y de un centro comercial.
Así las cosas, ambos Rodríguez fueron los clientes favoritos de la empresa carbonera AES.
Pero, eso no es todo. Rodríguez Claudio también fue contratado por el ex alcalde para realizar un estudio sobre el efecto en las inundaciones del área de las comunidades de Playa y Playita, que ocasionaría la construcción de las urbanizaciones realizadas por el propio desarrollador.
Se contrató al cabro para sembrar las lechugas, para luego velarlas y comérselas.
El hidrólogo
El personaje símbolo de la parodia, sumergida en la tragedia pueblerina, hizo su aparición en el segundo acto.
El hidrólogo Ángel Román Mas, continuó con la campaña diseñada por la Asociación de Biotecnología Agrícola de Puerto Rico (PRABIA por sus siglas en inglés), quienes le hicieron coro durante el espectáculo, en la cual aducen que no existe crisis alguna en los Acuíferos del Sur, no se refleja un patrón de reducción a largo plazo en el nivel freático del acuífero ni un deterioro en la calidad de agua.
Según Román Mas y PRABIA, la unión de empresas semilleras transgénicas en Puerto Rico, el acuífero en Salinas está en buen estado, contrario a lo que ha demostrado durante años los estudios científicos y la realidad.
¿Por qué las empresas semilleras se resisten a cumplir con la sustitución del agua que utilizan de sus pozos, por la que proviene de los canales de riego?
Según trascendió en la vista pública, en Salinas existen 5 ó 6 pozos de agua utilizados para la agricultura, pero estos no tienen instrumentos para medir la cantidad de agua que se extrae, por lo que no se sabe con exactitud cuánta agua se usa para esos fines.
Un detalle puntual que el hidrólogo Román Mas ocultó en todo momento durante su parlamento, es que él también fue contratado por Carlos Rodríguez Mateo durante sus años en la alcaldía de Salinas.
El desenlace
Al final de la obra, la tragedia supera la comedia.
La supervivencia del acuífero del sur, especialmente en Salinas, es puesta en peligro mediante la redacción de un guion, escrito por el ex alcalde, y en donde sus otros compinches verdugos buscan seguir generando ganancias económicas a costa de secar las venas subterráneas del agua que da vida a la gente, al medio ambiente y a la agricultura sostenible, especialmente aquella que nos lleva a la soberanía alimentaria.
Tampoco podemos obviar la posibilidad de que algunos de estos verdugos esperan en silencio la cercanía de las próximas elecciones, para llevarle taquillas a sus amigos corporativos de las semilleras de PRABIA. Aunque todos quieren el agua por distintas razones, al final, su vínculo pone en peligro los abastos subterraneos.
Dos meses después de finalizada la función, y suspendida otras dos, los residentes de Salinas se encuentran sumergidos en el comienzo de un nuevo racionamiento. El segundo en menos de cuatro (4) años.
Tras el telón, el acuífero del sur languidece esperando su momento de redención.