Río de Janeiro (EFE) – La población de ballenas jorobadas que visita el litoral brasileño se multiplicó casi 18 veces en las últimas dos décadas, desde unos 1,400 ejemplares en 2001 hasta 25,000 en 2022, con lo que recuperó los niveles que tenía antes de que la caza comercial la convirtiera en una especie amenazada.
El número fue calculado gracias al censo realizado en agosto por la organización no gubernamental Instituto Baleia Jubarte (nombre de la jorobada en portugués), que contabilizó 25,000 cetáceos de esta especie en las costas de Brasil en 2022, así como el nacimiento de unos 2,500 ballenatos.
«Nunca habíamos registrado un número tan grande y tan próximo a la población de ballenas jorobadas que calculamos que existía antes de que la caza comercial comenzara a amenazarlas, que es de entre 27.000 y 30.000 ejemplares», dijo en entrevista a EFE la bióloga Márcia Engel, directora del Instituto.
El censo de ballenas, que esta organización realiza desde 2001, fue resultado de sobrevuelos entre el 2 y el 9 de agosto que cubrieron una distancia de 6.200 kilómetros del litoral brasileño entre los estados de Ceará (noreste) y Sao Paulo (sureste).
El monitoreo permitió avistar 643 diferentes grupos de ballenas en el pico de la temporada reproductiva, es decir en el momento en que toda la migración esperada ha concluido y ningún ejemplar ha iniciado su viaje de regreso.
Las jorobadas, que miden hasta 16 metros y pesan hasta 40 toneladas, viajan anualmente desde la Antártida, en donde permanecen la mayor parte del año alimentándose con krill, hasta las aguas tropicales en el litoral noreste de Brasil, en donde se reproducen.
«La mayor concentración, como siempre, la encontramos en el archipiélago de Abrolhos (frente al estado de Bahía), pero también detectamos concentraciones importantes frente a los estados de Río de Janeiro y Río Grande do Norte y hasta en el litoral norte de Sao Paulo, algo que era muy raro», dijo la especialista.
HACE CINCO DÉCADAS LA ESPECIE ERA CONSIDERADA CASI EXTINTA
En 1988, cuando el Instituto fue creado, se calculaba que en Abrolhos tan solo restaban entre 500 y 800 ballenas.
De acuerdo con el Instituto, en el siglo XX fueron cazadas unas 200.000 ballenas de varias especies en el hemisferio sur por empresas que usaban su grasa como combustible o argamasa.
En 2001, en su primer intento de medición de la población en Brasil, el Instituto contabilizó 1,400 ejemplares, una cifra que fue creciendo paulatinamente, llegando a 11.418 jorobadas en 2011 y a más del doble de esa cifra en la actualidad.
«Los números fueron creciendo en 21 años de monitoreo. Eso es maravilloso para los que trabajamos en la conservación. Es algo lindo, especialmente porque va a contracorriente de esa destrucción en masa de especies que observamos en todo el mundo», aseguró Engel.
Para el Instituto, el aumento de la población es una consecuencia directa del fin de la caza comercial de ballenas gracias a la moratoria internacional acordada en 1986.
«Pero también hemos conseguido avances con la redefinición de las rutas marinas de las embarcaciones para que circulen por áreas con menores densidades de ballenas y eviten los choques, y con las campañas para evitar accidentes con redes de pesca», afirmó.
La especialista agregó que esas acciones tienen que ser reforzadas debido a que la cada vez mayor población de ballenas y cada vez mayor actividad del hombre en los océanos multiplica los riesgos de accidentes.
Según Engel, las jorobadas también enfrentan otras amenazas, como los cambios climáticos, que reducen su alimento, la contaminación marina y la contaminación sonora submarina.