Roma, 14 de septiembre de 2021 (EFE) – La mayor parte del apoyo económico mundial que reciben los productores del sector agrícola se emplea de forma perjudicial para el medioambiente y la sociedad y debe replantearse, señala un informe publicado hoy por tres organismos de La Organización de Naciones Unidas (ONU).
Las subvenciones a los agricultores en todo el mundo ascienden a $540,000 millones anuales, el equivalente al 15 % del valor total de la producción agrícola, pero el 87 % de estas ayudas, unos $470,000 millones, provocan la desviación de los precios y dañan al medioambiente y a la sociedad.
Es la principal conclusión a la que llegan en un informe conjunto publicado este martes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en Nueva York, y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en Nairobi.
En el documento, titulado «Una oportunidad multimillonaria: Replanteamiento del apoyo agrícola para transformar los sistemas alimentarios», cuestiona el uso negativo de esas ayudas económicas y urge a modificarlo.
AYUDAS AGRÍCOLAS «INEFICIENTES»
Las subvenciones que reciben los productores consisten sobre todo en incentivos de precios, como aranceles sobre la importación y subsidios a la exportación, así como beneficios fiscales por la producción de determinados productos.
Estas ayudas son «ineficientes»: desvían los precios de los alimentos, dañan la salud, degradan el medioambiente y con frecuencia no son equitativas, lo cual favorece a las grandes compañías frente a los pequeños agricultores, gran parte de los cuales son mujeres.
Además, se advierte en el informe, si las ayudas continúan invirtiéndose como hasta ahora, la crisis climática empeorará y será muy complicado alcanzar el Acuerdo de París para la reducción de emisión de gases de efecto invernadero.
En este sentido, los cambios deberían producirse en los países de ingresos más altos, pues su industria cárnica y láctea de gran tamaño representa el 14.5 % de las emisiones mundiales de dichos gases nocivos.
El cambio climático se relaciona con la agricultura de dos maneras muy diferentes: por un lado, es una de las actividades que más contribuyen al deterioro medioambiental y, por otro, los productores agrícolas son especialmente vulnerables a los impactos de la crisis, como el calor extremo, la sequía, las inundaciones o las plagas de langostas como las que este año devoraron cosechas enteras en Kenia.
REPENSAR LAS AYUDAS
«Instamos a los países (…) a considerar opciones para repensar el apoyo agrícola», declaran en el prólogo del informe los responsables de los tres organismos: el director general de la FAO, Qu Dongyu, el administrador del PNUD, Achim Steiner, y la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.
Para ello recomiendan a los Gobiernos «considerar» seis pasos desarrollados en el informe: medir el apoyo proporcionado, comprender sus impactos positivos y negativos, identificar las opciones de reestructuración de las ayudas, pronosticar sus eventuales impactos, perfeccionar la estrategia propuesta y detallar su plan de implementación, y seguir la planificación establecida.
Aunque la mayor parte de las subvenciones tienen efectos negativos, unos $110,000 millones benefician a los sectores de la alimentación y la agricultura con apoyos a la infraestructura, la investigación y el desarrollo.
Algunos cambios positivos en los últimos años pueden servir como modelo, como la reducción del uso de fertilizantes minerales y pesticidas químicos fomentada por la reforma de 2006 de políticas agrarias en China, la política de presupuesto cero -con uso de pesticidas naturales en lugar de químicos- adoptada en el estado indio de Andhra Pradesh o la diversificación de cultivos incentivada por la PAC de la Unión Europea y el programa PRACAS en Senegal.
«OPORTUNIDADES HISTÓRICAS»
El informe se publica a las puertas de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU, que se celebrará el próximo 23 de septiembre en Nueva York. Durante el otoño también tendrán lugar la COP15 sobre biodiversidad y la COP26 sobre cambio climático.
Los responsables de los tres organismos instan a los países a aprovechar estas «oportunidades históricas» para comprometerse a seguir las recomendaciones del informe.
De esta manera, esperan, se podrá acabar con planes de ayudas obsoletos y se afrontará mejor la era poscoronavirus.
En su horizonte, el objetivo permanente de ayudar a erradicar el hambre y a alcanzar la seguridad alimentaria a partir de una agricultura sostenible que contribuya a mitigar los efectos de la crisis climática y a reducir las desigualdades.