Lima, 7 may (EFE) – Teodosio Huanca, si cabe el mayor experto global en llamas, está sorprendido y «muy interesado» ante la noticia de que los anticuerpos de ese camélido den esperanza en la lucha contra el COVID-19, virtud que se une a su más prosaica pero igualmente loable capacidad para abatir la inseguridad alimentaria.
Desde la Estación Experimental Agraria de Illpa, en las alturas andinas de la provincia peruana de Puno, hábitat natural que esta especie comparte con sus primos la alpaca, el guanaco y la silvestre vicuña, el doctor Huanca reconoció en una entrevista con Efe que ya se sabía desde hacía tiempo que los anticuerpos de los camélidos suramericanos tienen características que facilitan su acción contra algunos virus.
«Sin embargo, lo que vuelve interesante el experimento es saber que el anticuerpo doble de la llama, de menor tamaño, sí se puede introducir en el COVID-19 y contribuir así a la prevención contra el virus», apuntó el investigador, que lleva 35 años investigando estos animales.
Un estudio difundido esta semana por la revista Cell, realizado por investigadores de las universidades de Texas (EE.UU) y Gante (Bélgica), apunta que anticuerpos procedentes de llamas (Lama glama), que tienen un tamaño menor, permiten atacar al virus que causa el COVID-19 y evitar que contagie otras células.
De poder comprobarse en humanos, esta característica daría pie a un tratamiento que ayude a las personas infectadas para disminuir la gravedad de la enfermedad.
RUDO Y SUAVE
Ajenos a todos estos experimentos, centenares de miles de estos camélidos viven sus apacibles vidas en las inhóspitas alturas de los Andes, donde forman parte integral del paisaje y son animales domésticos útiles y manejables, lo que también ha servido para convertirlos en confiables para la investigación.
«Es un animal que sobrevive con pastos de bajo contenido nutricional, requiere poca agua, se cría suelto, es bastante fuerte, robusto, que resiste bien las enfermedades y tienen baja mortalidad si se compara por ejemplo con la alpaca. Eso sí, tiene un bajo índice de reproducción», explicó a Efe Gustavo Gutiérrez, investigador de la Universidad Nacional Agraria de Perú.
Esas virtudes, sin embargo, no han impedido que en los últimos tiempos el número de cabezas de llama haya descendido llamativamente con relación a la cría de alpacas, menos resistentes pero que producen una deseada fibra natural para la industria textil.
SEGURIDAD ALIMENTARIA
Y eso es un error, o, al menos según Huanca, un desaprovechamiento de las capacidades de este animal que sobrevive sobre los 4.000 metros de altitud y que, consumiendo pastos no deseados por otros animales, «produce una carne que es 23 % proteína, magra, y que requiere poca agua»
«Las llama es el animal del futuro. Consume pastos que no quieren los ovinos ni el ganado vacuno, y cuando se aplica cierta tecnología en su crianza, puede llegar a los 200 kilos en peso vivo. Un desarrollo de su crianza garantizaría la seguridad alimentaria» en una zona como el mundo altoandino azotado por la malnutrición, apuntó.
Antes de la llegada de los españoles se calcula que había hasta 23 millones de llamas en la región andina, donde eran y aún son también importantes animales de carga.
Luego, su número cayó y su crianza se limitó porque los precios frente a otros alimentos era elevado.
«Pero ahora los precios suben y la llama está siendo atractiva nuevamente como alimento, pero hay que trabajar en su promoción y su crianza para hacerla más competitiva», añadió.
PELUCHE SIMBÓLICO
Más allá de su capacidad como fuente de alimento, la llama también destaca por su «simpatía» ante los ojos del mundo, como un animal afable, poco agresivo «y que tiene forma de peluche», reconoció Huanca.
«Es una de sus características, sobre todo del tipo de llama chago, las más peludas, pues como son dóciles, se dejan lavar bien la lana y quedan como peluches que se exhiben y se muestran a los turistas…Y como levanta la cabeza, camina de forma suave, es altanera y tiene ojos grandes, pues cautiva a la gente, lo que no pasa con las alpacas», apuntó el investigador.
El amor a este animal, más allá de su utilidad para combatir pandemias, también se encuentra clavado en el mundo andino, que ve a las llamas «como un regalo de los apus», que se cuida con «rituales ancestrales», añadió Gutiérrez.