Río de Janeiro (EFE) – La Amazonia brasileña perdió en abril 329 kilómetros de cobertura vegetal, un área en un 67.9% inferior a la del mismo mes de 2022 (1,026 kilómetros cuadrados) y la menor para el mes en los últimos tres años, informó este viernes el Gobierno.
El área desforestada en la parte brasileña de la mayor selva tropical del mundo en los cuatro primeros meses del año fue de 1,173 kilómetros cuadrados, con una reducción del 40.4% con respecto al del mismo período del año pasado (1,968 kilómetros cuadrados), según los datos del Instituto Brasileño de Estudios Espaciales (INPE).
Pese a que los datos del sistema de alertas de deforestación de la Amazonia muestran una reducción en el área destruida, la devastación en el año fiscal, que va de agosto de 2022 hasta julio de 2023, indican una deforestación acumulada de 5,977 kilómetros cuadrados hasta abril, la mayor para el período en nueve años.
«Los datos de este año no indican que la deforestación esté menor. Por el contrario, las áreas de alerta acumuladas en el año fiscal, por lo menos hasta abril, son las mayores desde que la devastación comenzó a ser medida en 2015», alertó el portavoz de Greenpeace para la Amazonia, Rômulo Batista.
De acuerdo con esta organización ecologista, la efectiva disminución de la deforestación va a depender de lo que el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió en enero, pueda hacer hasta julio en defensa del considerado mayor pulmón del planeta.
Greenpeace reconoció que la reducción de la deforestación en los primeros meses de este año puede ser atribuida a algunas iniciativas ya adoptadas por el Gobierno del líder progresista, como el aumento de la fiscalización, la reestructuración de los órganos de defensa ambiental y las campañas de combate a la minería y la tala ilegal.
La Amazonia brasileña perdió el año pasado un récord de 10,278 kilómetros cuadrados de cobertura vegetal.
Su deforestación saltó casi un 60% en los cuatro años del Gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022) frente al cuatrienio anterior por la falta de controles y el debilitamiento de los órganos ambientales, según las organizaciones ecologistas.
El avance de la devastación en los últimos cuatro años también fue atribuido al discurso antiambientalista del líder ultraderechista, que defendía la explotación de recursos naturales en la selva, incluso en reservas indígenas.
La recuperación de la Amazonia es uno de los principales compromisos de Lula, que en su primer mes de Gobierno reactivó el Fondo Amazonia y revocó polémicas medidas de Bolsonaro.