París (18 de mayo de 2021) EFE – Cumplir con el objetivo de unas emisiones netas nulas en dióxido de carbono (CO2) para 2050 necesitaría, entre otras cosas, prohibir las ventas de coches nuevos de combustión desde 2035, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
En un informe publicado este martes que establece una hoja de ruta para alcanzar ese objetivo para mediados de siglo, la AIE fija un punto final para la comercialización de los coches que utilizan hidrocarburos más prematuro que el que han comprometido algunos de los grandes países europeos, como Reino Unido, Francia o España, que lo prevén en 2040.
La agencia también expresa su voluntad de que no se realicen a partir de ahora más inversiones en nuevos proyectos de combustibles fósiles, lo que significaría, por ejemplo, no lanzarse a la explotación de pozos de petróleo, extracciones de gas o minas de carbón en los que no se haya empezado a trabajar.
Los autores del informe calculan que para 2050 la demanda global de energía debería disminuir en un 8 % respecto a la actual, pero eso no impediría que de aquí a entonces el producto interior bruto (PIB) mundial se duplique y la población aumente en 2 mil millones de personas.
La reducción del consumo de energía iría acompañada de una fuerte expansión de las renovables, en particular la solar fotovoltaica, con 630 gigavatios adicionales en 2030, y la eólica, con 390 gigavatios más.
En conjunto, eso se traduciría en cuadruplicar el nivel récord que las renovables ya alcanzaron en 2020, al calor de los efectos de la pandemia.
La AIE considera que la electricidad ha de tener un peso relativo creciente y casi el 90 % de su generación habría de ser de origen renovable.
Esas transformaciones requieren un volumen masivo de inversión, que tendría que subir a $5 billones anuales en el horizonte de 2030, lo que a su vez favorecería la creación de millones de empleos en energías limpias y contribuiría a elevar el PIB global un 4 % por encima del que se obtendría con las tendencias actuales.
Para la agencia, los planes actuales de los gobiernos para hacer frente al cambio climático, incluso si se respetaran completamente, serían muy insuficientes para llegar a un saldo neto de emisiones de CO2 para 2050.
Pese a que el camino para alcanzarlo es estrecho, su director ejecutivo, Fatih Birol, subraya que está al alcance.
«La dimensión y la velocidad de los esfuerzos necesarios para este objetivo crucial y formidable -nuestra mejor oportunidad para lidiar con el cambio climático y limitar el calentamiento global a 1.5 grados- lo convierten tal vez en el mayor reto que la humanidad ha afrontado», señala Birol.