San Juan, Puerto Rico (Esther Alaejos / EFE) – La nueva generación de jóvenes salseros de Puerto Rico apuesta con ímpetu por mantener en lo más alto este género musical, que no pasa de moda y que aún pone a bailar a diario a cientos de personas en locales de toda la isla.
Más de 60 años después de su nacimiento en Nueva York de la mano de músicos predominantemente puertorriqueños y cubanos, los más agoreros hablaban de una pérdida de relevancia del género en una isla que es cuna del reguetón, pero los nuevos exponentes de la salsa demuestran lo contrario.
A sus 34 años, el cantante, productor, compositor y arreglista de salsa Carlos García, oriundo de Carolina, asegura a EFE que la salsa no ha perdido vigencia: «el género está súper bien».
Los salseros puertorriqueños más conocidos internacionalmente son ya bien veteranos y, según García, muestran su apoyo a los más jóvenes para que también puedan vivir del género.
«La salsa es el género con el que me identifico, el que amo, el que respiro, el que creo y en el que trabajo a día de hoy gracias a Dios», destaca García, que empezó a tocar el piano con nueve años y participó por primera vez en un grupo de salsa a los 15.
Desde entonces, el artista ha despuntado en el género con colaboraciones con salseros boricuas de renombre como Charlie Aponte, Norberto Vélez y Pete Perignon, con el peruano Tony Succar y el dominicano David Kada.
«Se puede vivir de la salsa en Puerto Rico»
García es el vivo ejemplo de que las nuevas generaciones pueden vivir de la salsa en Puerto Rico: realiza producciones y arreglos para otros artistas, compone sus temas, y actúa en directo como solista y junto a la agrupación «Grupo sin nombre» semanalmente en varios establecimientos de San Juan desde hace más de 13 años.
El pianista, que lanzó recientemente su último sencillo «Loco enamorado», señala que la ventaja de los nuevos salseros son las plataformas digitales que favorecen la difusión y ayudan a que sus proyectos puedan ser consumidos en cualquier parte del mundo, pese a la distancia física con sus seguidores.
Su amigo y compañero del género Carlos Nevárez, de 33 años, coincide en que su generación «está llena de mucho talento, con una educación musical brutal, muchos arreglistas, muchos compositores e instrumentistas que cantan».
Nevárez es una de las nuevas voces de la salsa, estuvo nominado en 2018 a un Latin Grammy junto a Pete Perignon con el disco «La esquina del bailador», y ha realizado colaboraciones con Ronald Borjas, Manolito Rodríguez y Wiso Rivera, entre otros.
El joven salsero se ha presentado en México, Colombia, Estados Unidos, en algunos países de África y próximamente va a subir a un escenario en Bari, Italia, donde presentará su último sencillo «Se está regando» y otras temas.
Las mujeres rompen barreras
Las compañeras salseras también se abren hueco en este mundo que, como Nevárez subraya, antes era «muy macharrán» (machista), pero ahora artistas como Amor de Jesús, Zayra Pola, Tanisha Galarza o Michelle Brava «están rompiendo con esto».
Otro ejemplo de ello es la joven de 26 años Merari Rivera, que se está dando a conocer dentro del género y, según relata a EFE, ha recibido el apoyo de reconocidos salseros como Víctor Manuelle.
Se han mostrado «bien contentos, bien orgullosos con el papel» que está ejerciendo como figura femenina, afirma la joven.
Rivera desde los nueve hasta los 17 años fue integrante del Coro de Niños de San Juan y a finales de marzo lanzó su tema «La carta», que surgió como balada y más tarde se convirtió en una salsa.
«Estoy bien, honrada de la exposición y del amor que le han dado a este primer tema y no se van a defraudar de todo lo que vengo a traer», asevera Rivera, quien fue descubierta en 2017 cuando el cantautor venezolano, Franco De Vita, escuchó su música en las redes sociales.
Sus referentes son Eddie Santiago y Celia Cruz, entre otros, y afirma que su sueño es actuar en Colombia y ofrecer un concierto en el Coliseo de Puerto Rico «por lo que significa como puertorriqueña».