Por Héctor Luis Coca Soto
Psicólogo Licenciado Consultor en Adiestramiento y Manejo de la Conducta
El encierro, no tener contacto con gente querida, las mascarillas, la distancia, las noticias de muerte en televisión y radio, los contagios y las hospitalizaciones son situaciones que no asociamos con la Navidad.
Todo lo contrario. Para muchas personas requerirá un esfuerzo disfrutar la Navidad y mantener sintonía con el “espiritu navideño”.
Los seres humanos, a diferencia de los animales, son capaces de guiar sus vidas según deseen. Es una de las ventajas de poseer una corteza cerebral tan sofisticada. Esto, además, significa que nosotros decidimos cómo nos vamos a sentir en relación a alguna situación personal.
Como se ha presentado en artículos anteriores, hasta la depresión sucede, principalmente, por decisión personal debido a los constructos de pensamiento y la manera en que la persona aborda una o varias situaciones.
Estas pueden ser buenas noticias, pues entonces significa que nosotros podemos decidir cómo nos vamos a sentir esta navidad no importa lo que pase.
Aquí es importante señalar que el cerebro aprende por asociación. Tenemos memoria de eventos, personas, olores u objetos placenteros, así como de eventos aversivos tales como experiencias dolorosas, desagradables o traumáticos.
Solo es necesario entrar en contacto con alguna señal del ambiente para que se active la asociación con el evento en la memoria, y de inmediato evocamos pensamientos y comportamientos. Desde que somos niños percibimos el olor a pino de los árboles de Navidad, la alegría de los regalos combinada con la seguridad de familia, la música navideña y la programación en la televisión. Unas experiencias que se han repetido año tras año hasta que llegamos a la adultez.
Esta información fue llenando un banco de memorias, que recordamos cada vez que recibimos cualquier señal del ambiente que las evoca, como por ejemplo, la música navideña o el olor a lechón asado.
Lo mismo sucede en ocasiones, lamentablemente, con el consumo de alcohol y la asociación con la Navidad y el cariño de la familia. Observamos a nuestros padres y familiares cercanos abusar de esta droga y posiblemente, esos eventos aumentaron la posibilidad de que fueran atrapados por la enfermedad del alcoholismo.
Con la pandemia aún entre nosotros, en esta Navidad no será posible hacer todo lo que asociamos con este periodo maravilloso del año, pero hay muchas cosas que sí podremos hacer, y que también nos harán recordar la alegría de esta época.
La primera es tomarse el tiempo para adornar el árbol y el entorno de nuestra casa. Es importante hacerlo junto con la familia. Si utilizas música puedes facilitar más la sensación psicológica de celebración que sucede por asociación y que conocemos como el “espíritu navideño”. Preparar el árbol de navidad puede ser un evento de más de un día.
Lo próximo es tomar en cuenta que todo lo que es importante en la vida de los seres humanos gira alrededor de las relaciones con otros seres humanos. Este año están contraindicadas las reuniones, pero si utilizamos con frecuencia la tecnología podemos sentir la presencia de nuestros seres queridos.
Hasta las parrandas se pueden dar utilizando la internet y las redes sociales.
Textos y correos electrónicos para expresar tu afecto también pueden ser útiles. Aprovecha y has cambios. Cambia la decoración de la casa, establece una agenda diaria de la limpieza o trabajo de embellecimiento y arreglo de tu hogar.
Para estos cambios nunca tenemos el tiempo necesario y muchos son cambios que durarán todo el año. Recuerda que pasarás más tiempo dentro de tu casa.
Desafía tus pensamientos. Siempre que sientas una emoción fuerte desagradable examina de inmediato tu pensamiento y encuentra aquello que lo provoca. Los pensamientos suceden en palabras o imágenes. Reta tu pensamiento y cuestiona su validez y sentido.
Busca alternativas a pensamientos que te causen ansiedad. Sé más afectivo con los tuyos. No busques el afecto afuera de tu casa y de tu familia.
La sensación de Navidad pudiera estar en tu propia casa. Este año puedes descubrir que el sentido de la Navidad se había convertido en una competencia superficial de quién es el que regala más caro o el que tiene la pirotecnia más ruidosa.
Existe la posibilidad que estos cambios nos hagan madurar y nos gusten tanto, que hasta pudiéramos rechazar muchas de nuestras costumbres maladaptativas. Solo require de la sabiduría para reconocer la diferencia.