Aparte de ser el pabellón más avanzado tecnológicamente de toda la NBA, Ballmer quiere que también sea el más influyente en el rival y por eso han creado ‘The Wall’
Miami (EE.UU.) (EFE) – Por primera vez en la historia de la franquicia, Los Angeles Clippers jugarán en su propio pabellón: el majestuoso y modernísimo Intuit Dome, una construcción de más de 2.000 millones de dólares que se le puso entre ceja y ceja al propietario del equipo, Steve Ballmer.
La décima persona más rica del planeta, según Forbes, ya tiene listo su estadio en Inglewood (Los Ángeles, EE.UU.) junto al no menos impresionante SoFi Stadium, que es el hogar de Los Angeles Rams y Los Ángeles Chargers de la NFL.
Desde antes de su inauguración, el Intuit Dome ha marcado tendencia en cuanto a estructura, novedades y tecnología aplicada a la experiencia del espectador, tanto en eventos deportivos como de entretenimiento. El mensaje es claro: «Por el aficionado y para el aficionado».
El estadio impresiona por fuera y por dentro. Nada más llegar impacta su estructura de acero, con paneles situados de tal manera que simulan la red de una canasta al haber sido anotado un lanzamiento.
Accediendo al interior, al seguidor le recibe un ‘pantallón’ de siete metros de alto por 57 de ancho en el ‘lobby’, que no es nada comparado con el halo que corona la pista central, el más grande del mundo en un recinto cubierto con pantalla en ambos lados. Tiene 233 millones de LEDs, el equivalente a 3,600 televisiones de 60 pulgadas. O lo que es lo mismo: una superficie total de 3,600 metros cuadrados.
No sólo hay LEDs colgando del techo: también hay 17,000 butacas que cuentan con estas luces en los reposabrazos. Además, cada aficionado tendrá en su espacio la posibilidad de cargar su móvil.
Cualquiera de los 18.000 espectadores que puede albergar la nueva casa de los Clippers podrá tener una experiencia completa y cercana a la pista por la manera en la que están distribuidas las butacas, que serán las que más espacio dejen para las piernas en todos los pabellones de la NBA.
También cuenta con un sistema con el que se puede pedir y recoger comida y bebida sin esperar, de la misma manera que cualquiera podría hacerlo en su casa levantándose hasta la nevera.
Aparte de ser el pabellón más avanzado tecnológicamente de toda la NBA, Ballmer quiere que también sea el más influyente en el rival y por eso han creado ‘The Wall’ (El muro).
Se trata de unas entradas en uno de los fondos, para toda la temporada, que se pueden compartir entre diversos propietarios y que reconocerán con mejores asientos a quienes lleguen más temprano
De este modo garantizarán que ese sector de la grada esté lleno en el salto inicial y que, a su vez, haya aficionados en localidades mucho más caras que las suyas si son capaces de sortear el tráfico de Los Ángeles y llegar con margen de antelación.
Tanta tecnología y expectación impacta evidentemente en los precios. Todos quieren estar, por ejemplo, en el día del estreno ante los Phoenix Suns, el próximo 23 de octubre. Quien asista deberá abonar, como mínimo los algo más de $200 que marcaba esta semana la plataforma Ticketmaster.
Espacio multifuncional y referencia para el espectáculo
El estadio cuenta en total con cinco pistas de baloncesto, más que ningún otro pabellón NBA. Al margen del parqué principal, hay dos de entrenamiento, una pista B que es un clon de la principal para eventos deportivos y sociales así como una cancha exterior con el mismo fin.
Se busca, en definitiva, que su utilidad no esté únicamente ligada al deporte.
«El modelo es convertirlos en centros de convenciones donde se puedan tener eventos casi todos los días del año y ahí rentabilizas, porque un equipo no puede jugar todos los días y a su vez tienen que tener una cancha disponible para entrenar. El Real Madrid, por ejemplo, explota este modelo en el nuevo Bernabéu», explicó a EFE Marco Antonio Soriano, consejero delegado del Grupo Soriano y experto en inversiones de este tipo de inmuebles.
El mundo del espectáculo también ha señalado este Intuit Dome como lugar de referencia y no fue casualidad que el primer concierto celebrado en el nuevo escenario de Inglewood fuera una doble fecha, el pasado 15 y 16 de agosto, de un artista tan consagrado como Bruno Mars, que además contó con Lady Gaga en el escenario y famosos en la grada como Jennifer López.
En lo deportivo acogerá grandes citas como el All-Star de la NBA en 2026. Dos años después, el Intuit Dome será una de las sedes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
La tendencia de inversión en recintos deportivos
En Texas, San Antonio está trabajando para mover a los Spurs al Alamodome, un recinto que se remodelaría para adaptarse a las condiciones de la NBA y que está situado en pleno ‘downtown’ de la ciudad. Algo similar sucede en Phoenix, donde el pabellón de los Suns será remodelado por valor de $230 millones. Por eso, el caso del Intuit Dome no es lo normal hoy en día.
«Ya no es viable hacer construcciones nuevas, pero se pueden hacer muchos tipos de vehículos de inversión», argumentó Soriano.
«Phoenix o San Antonio son dos buenos ejemplos, que tienen pabellones que el gobierno local subsidia con más de $400 millones, pero invitan a socios de fuera para que puedan también financiar la segunda parte de la fase de construcción», añadió.
Asimismo, el mayor beneficiado de estas construcciones y mejoras de recintos deportivos es el inversor local.
«El residente es el que va a llevar la mejor cuota del bono público. En ciudades grandes, sus bancos son los primeros en invertir en estos bonos. Si no eres residente y quieres invertir en un estadio que se esté construyendo en otro estado, lo puedes comprar pero tienes que pagar impuestos en esos retornos que vas a recibir. En cambio, si eres local, no», comentó.
El retorno cuando se invierte en este tipo de construcciones «suele ser de entre cinco y ocho años» con mínimos del 20%-25%, pero los altos intereses actuales influyen mucho en la cifra, que puede llegar hasta el 80%.
Pero no todas las inversiones de este tipo son rentables. A la hora de construir nuevos estadios es importante valorar la durabilidad y la vida que puedan tener esas instalaciones, algo que, por ejemplo, no se tuvo demasiado en cuenta en los últimos Mundiales de la FIFA en Brasil, Rusia y Catar.
«Se hicieron inversiones públicas alucinantes y nunca se habló de qué pasaría con esos estadios, que en muchos de estos casos se han cerrado y no se les da utilidad. Hay buenas inversiones pero también las hay malas, como en estos casos», cerró Soriano.