Washington, 4 jul (EFE) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inauguró este viernes la celebración del Día de la Independencia con un acto en el Monte Rushmore, famoso por los rostros de cuatro exmandatarios tallados sobre la montaña, en el que defendió los monumentos del país, cuando ha cobrado fuerza un debate sobre su significado y el racismo.
«El Monte Rushmore será para siempre como un tributo eterno a nuestros antepasados y nuestra libertad», declaró Trump desde una tarima decorada con banderas estadounidenses y que tenía como telón de fondo el imponente monumento en la montaña.
«Este monumento nunca será profanado. Estos héroes nunca serán desfigurados. Su legado nunca, nunca será destruido», puntualizó, mientras los asistentes lo animaban con aplausos y coros de «USA, USA».
En días pasados, Trump ha criticado la remoción de estatuas o símbolos confederados en medio de las protestas raciales que se han propagado por el país tras la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco.
«Nuestra nación está siendo testigo de una campaña despiadada para borrar nuestra historia, difamar a nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros hijos», alertó.
ACABAR CON EEUU
El gobernante denunció la que calificó como una «revolución cultural de izquierda» y advirtió que «está diseñada para derrocar a la revolución estadounidense».
«Al hacerlo, destruirían la misma civilización que rescató a miles de millones de la pobreza, la enfermedad, la violencia y el hambre y que llevó a la humanidad a nuevas alturas de logros, descubrimientos y progresos», comentó el presidente, al tiempo que apuntó que «están decididos a derribar cada estatua, símbolo y recuerdo de nuestro patrimonio».
Según el líder estadounidense, que en las elecciones de noviembre próximo buscará su reelección, el objetivo de los manifestantes es «acabar con Estados Unidos».
«Las turbas enojadas están tratando de derribar las estatuas de nuestros fundadores, desfigurar nuestros monumentos más sagrados y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades», se quejó.
UN MOMENTO DE REFLEXIÓN
La famosa ladera de Dakota del Sur donde están esculpidos los rostros de los expresidentes George Washington (1789-1797), Thomas Jefferson (1801-1809), Abraham Lincoln (1861-1865) y Theodore Roosevelt (1901-1909) es para miles de indígenas estadounidenses un lugar sagrado en el que tallaron los rostros de sus «colonizadores».
Y se convirtió en escenario de una ceremonia que tiene lugar cuando EE.UU. vive un proceso de reflexión sobre el historial racista de muchos de los estadistas y generales homenajeados en monumentos y estatuas.
Ese movimiento también ha arrojado luz sobre una herida que los nativos americanos de la zona tienen abierta desde hace más de un siglo.
Grupos de personas, entre ellas nativos americanos, protestaron este sábado por la llegada de Trump e intentaron bloquear con vehículos la vía hacia el monte, pero fueron retirados por la Policía y la Guardia Nacional encargadas de resguardar la zona, según imágenes difundidas en redes sociales.
CERO DISTANCIAMIENTO SOCIAL
El acto, al que asistió la primera dama, Melania Trump, y en el que eran esperadas unas 7,500 personas, se desarrolló sin las reglas de distanciamiento social recomendadas por las autoridades sanitarias.
Además, pocos asistentes usaban cobertor facial, prenda que en ciertas sitios ha empezado a exigirse de forma obligatoria por cuenta del rebrote de los casos de la COVID-19 en el país.
Justo este viernes, Estados Unidos alcanzó un nuevo récord diario de contagios de coronavirus, al sumar 60.383 nuevos casos, lo que eleva a 2,793,022 las personas que han contraído la enfermedad en el país.
Según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins, durante la jornada se contabilizaron 754 nuevas muertes por esta causa, para un total de 129,405 decesos.