Enfrentando la amenaza del neofascismo y defendiendo la democracia, la Alianza se prepara para una lucha decisiva por el futuro de Puerto Rico
Por Wilda Rodríguez
Periodista
La campaña fascista del Partido Nuevo Progresista contra la Alianza necesita de una reacción contundente de los aliancistas. Juan Dalmau no debe seguir enfrentando esa basura casi solo. Es hora de que las organizaciones y las figuras públicas que, en privado, admiten estar con la Alianza, saquen la cara.
El fascismo pasa desapercibido hasta que se le desenmascara. Autoritarismo, totalitarismo y burla a la democracia para mantener el poco poder de la colonia son características evidentes del PNP. La más significativa, sin embargo, es su obsesión con el comunismo. Ven comunistas hasta en la sopa. Esa, si buscan en la historia, ha sido la marca de todos los fascismos.
De ahí que la campaña de JG y el PNP sea una contra un comunismo ficticio. Es llevada a cabo por lo que en la política norteamericana se conoce como “campaign surrogates”, que no son otra cosa que sustitutos del candidato principal que trabajan llevando y apoyando los mensajes de ese candidato. Portavoces alternativos, suplentes que incluyen desde funcionarios electos del mismo partido hasta celebridades, comentaristas, periodistas corruptos y fotutos pagos.
La campaña de Jennifer González descansa en estos “surrogates”, mientras ella permanece oculta y lo más silenciosa posible para no arriesgar sus posibilidades de triunfo en las elecciones del 5 de noviembre, que son bien altas.
Entretanto, Juan Dalmau, Manuel Natal, María de Lourdes Santiago, Ana Irma Rivera, Rosa Seguí, Eva Prados, Dennis Márquez, Adriana Gutiérrez y otros líderes de la Alianza se ven y se desean para cubrir todas las bases en respuesta a la demagogia, la retórica y la desinformación de un PNP con recursos ilimitados y mucha violencia.
Hay muchos más miembros de la Alianza que hacen su trabajo; pero lo cierto es que los grandes medios de comunicación quieren a Juan Dalmau. No se trata de casualidad, no se trata de que Dalmau es un líder carismático ni de buen trabajo periodístico. Se trata de que los principales medios de comunicación —prensa, radio y televisión— son juez y parte de la campaña de JG. Su blanco son Juan Dalmau y la Alianza. Aparte queda que Juan Dalmau tiene ángel y cualquiera se lo llevaría para su casa. Su campaña necesita más municiones. Se debe tomar la ofensiva. Repartir fuego a diestra y siniestra.
“Es que no somos como ellos y si hacemos lo que ellos hacen vamos a ser como ellos.” Ese es el mantra que los inmoviliza. No, no van a hacer nunca lo mismo y no son lo mismo. No hay que mentir, desinformar ni degenerar la democracia como ellos. Lo que hay es que diseñar una estrategia de portavoces que salgan de hasta debajo de las piedras. Hacerlo con figuras de peso popular y de manera que la prensa no tenga otro remedio que cubrirlos. No les voy a dar ideas aquí, por supuesto. De eso posiblemente los estrategas de la Alianza saben más que yo.
Lo que sí les digo es que el fascismo del PNP es constatable. No es lo mismo echar a correr el embuste de que la Alianza es comunista que decir la verdad sobre las características fascistas del PNP. No es lo mismo acusar a Juan Dalmau de comunista que decir que Jennifer González es una fiel y entusiasta seguidora del fascista reconocido Donald Trump. Y, ¿cómo se llaman los seguidores de un fascista? Llenen el blanco.
Aun reconociendo que la izquierda puertorriqueña también tiene sus demonios, no es aceptable dejarle pasar al PNP tanta mierda. La izquierda puertorriqueña piensa. Para la izquierda, el acto más revolucionario siempre ha sido pensar. Aunque muchos tardaron en reconocer el fascismo de izquierda de Daniel Ortega en Nicaragua, ya no hay quienes se atrevan a defenderlo.
“Las dictaduras carecen de imaginación y repiten sus mentiras, su saña, su odio y sus caprichos. Son los mismos delirios, el mismo empecinamiento ciego por el poder y la misma mediocridad de quienes, teniendo en su puño los instrumentos represivos y habiéndose despojado de todos los escrúpulos, creen también que son dueños de la dignidad, de la conciencia y la libertad de los demás”.
Esas son palabras de Sergio Ramírez, periodista, escritor, sandinista y ex vicepresidente de Nicaragua, que tuve el gusto de conocer en el Congreso de Escritores en Caguas.
Esas palabras se aplican a cualquier dictador de derecha o izquierda. Aplican a Venezuela hasta que el gobierno de Nicolás Maduro presente las actas de votación. Aquí, sin embargo, se ha acusado a la izquierda de respaldar ciegamente a Maduro en lugar de pensar en la crisis política que sufren en carne propia los venezolanos de todas las tendencias. Esa falta de empatía y tergiversación de la verdad son características del fascismo.
El control de las tres ramas del gobierno, los grandes medios de comunicación, la tierra y el aparato electoral, ¿quién lo tiene? Eso es fascismo. ¿Qué harían el PNP y Jennifer González por no perderlo? Lo que sea. González pudo haber sido una mujer carismática y simpática. Pero entró a la mafia y de la mafia no se sale.
A nadie le sorprendió que anunciara que no iba a cancelar el contrato de Luma Energy como lo propuso como candidata contra Pedro Pierluisi. El cinismo de JG y el de Juan Saca, presidente de Luma, es el mismo. En cada apagón veo un ensayo para las elecciones.
Todavía un par de generaciones recuerda y otras han escuchado sobre las elecciones de 1980, cuando una falla electrónica colapsó el sistema de la Comisión Estatal de Elecciones. Nos acostamos con un ganador y amanecimos con otro. Vino entonces el famoso recuento de votos en un edificio de la urbanización Valencia en Hato Rey. El incumbente, Carlos Romero Barceló, salió airoso y mantuvo la gobernación hasta 1984.
Esa no fue la primera ni la última vez que las elecciones en Puerto Rico han tenido dificultades sospechosas. Anticipar esa posibilidad para las del 2024 no es un acertijo.
Tampoco lo es que el PNP tiene a su favor todos los elementos para ganarlas o manipularlas a su favor. Por lo que habría que prepararse para cuatro años de gobernación de Jennifer González con el mismo partido que administró la colonia por ocho años consecutivos. El que ella dijo que lo había hecho mal bajo Pedro Pierluisi, pero no presenta la alternativa.
Lo contrario a ese desenlace sería un acuerdo entre el centro y la izquierda para tratar de derrotar al PNP. Esas cosas se negocian en otros países. En el nuestro hasta ahora lo que se ha negociado es el saqueo entre la derecha fascista y la centro-derecha. Y todo bajo el manto siniestro del anonimato. De negar que existen izquierda, centro y derecha en esta colonia.
Los posmodernos hicieron un buen trabajo tratando de eliminar los términos izquierda, centro y derecha del léxico político. Pero no lo lograron porque las alternativas eran complicadas hasta el vacío. Aquí hay derecha, centro e izquierda en todas sus variantes.
De que se muevan juntos el centro-liberal y la izquierda prudente dependería posiblemente el desenlace de las próximas elecciones, y una reacción violenta segura de la derecha, siendo la violencia otra característica propia e innata al fascismo.
Se me olvidaba decirles que el fascismo es hasta una concepción religiosa. Los ciudadanos y el Estado en una relación con una ley superior representada en la tierra por los fascistas. ¡Ay, Papito Dios!
Pues para que el fascismo no impere hay que prepararse. ¿Cómo? Peleando como gato bocarriba “hasta que la gorda cante”, como le llaman jovialmente en la ópera al último out de la última entrada en béisbol.
Quedan unos 70 días para las elecciones. Ya es hora de sacar la artillería pesada. Que le salgan seguidores vocales a la Alianza de donde menos se lo esperen. Ya basta con el concepto generalizado de que la Alianza es entre el PIP y el MVC. La Alianza que deben promover es la de muchos contra el PNP. Háganlo ya. Saquen los “surrogates” a pasear, que de seguro los hay muchos y buenos.