Un trabajador industrial olió óxido de etileno. Veinte años después, aún no se recupera de los efectos, mientras su comunidad busca respuestas
Por Lylla Younes, Naveena Sadasivam y Joaquín A. Rosado Lebrón | Grist y Centro de Periodismo Investigativo
Henry Morales despertó en la sala de emergencias de un hospital en Salinas sin saber dónde estaba. Un doctor apareció a su lado y señaló a una mujer de pelo oscuro con cara de preocupación. “¿Sabes quién es?”, preguntó el médico. Morales parpadeó, pero no respondió. Las palabras parecían llegarle desde algún lugar lejano y estaba demasiado cansado para alcanzarlas. “¿Quién es ella?”, repitió el doctor. Después de unos minutos, se escuchó la respuesta de Henry. «Esa es mi esposa».
El recuerdo de qué lo llevó al hospital volvió como fotos instantáneas fuera de foco que sigue intentando reconstruir más de 20 años después. Morales trabajaba en su turno regular en Steri-Tech, una empresa ubicada en Salinas, un pueblo costero del sur de Puerto Rico, que esteriliza dispositivos médicos y en la que había sido técnico operador durante cinco años. Su trabajo consistía en mover cajas de suministros médicos dentro y fuera de las cámaras de esterilización y revisar los pequeños tubos de material biológico en cada caja para asegurarse de que todo estuviera esterilizado correctamente. En su turno regular de trabajo, Morales generalmente usaba una máscara especial para protegerse del óxido de etileno, un gas tóxico utilizado para esterilizar los productos médicos.
El día en que fue hospitalizado, Morales y varios compañeros de trabajo acababan de retirar una paleta de equipos esterilizados de una cámara de esterilización. Una vez cerrada la puerta del cuarto, Morales y los demás se quitaron las máscaras de gas, como era costumbre. Morales notó que faltaba un tubo de material biológico. Identificó la caja que había pasado por alto, y para asegurarse de que estuviera esterilizada, la abrió.
Un recuerdo que Morales mantiene vivo es el del olor cuando abrió la caja. «Dulce», dijo Morales para describirlo. Era un olor dulce como nada que hubiese olido antes.
Steri-Tech utiliza el gas óxido de etileno — que tiene una capacidad única para penetrar superficies porosas y destruir microorganismos sin dañar materiales sensibles al calor, como válvulas cardíacas, marcapasos, catéteres y tubos de intubación — para desinfectar los productos que esteriliza. Eso fue lo que Morales olió cuando abrió la caja.
Mientras volvía a colocar la caja en la paleta, Morales comenzó a sentirse mareado y se tambaleó varias veces durante el resto de su turno. Una vez completó su trabajo ese día, ansioso por recoger a su esposa e irse a su casa, se dirigió a su carro. Tan pronto como abrió la puerta del vehículo, “su mente se apagó».
Un compañero de trabajo lo encontró convulsionando en el asiento del conductor. Su brazo estaba atrapado entre el asiento y la consola central; su hombro, dislocado. El compañero de trabajo llamó rápido a una ambulancia y Morales fue llevado de emergencia al hospital donde el personal médico le realizó resonancias magnéticas y tomografías y encontró que una parte del lado izquierdo del cerebro de Henry había muerto. Fue diagnosticado con epilepsia y se le recetó el medicamento anticonvulsivo Dilantin, que toma cuatro veces al día hasta hoy.
Cuando hablaron después del accidente, el fundador y CEO de Steri-Tech, Jorge Vivoni, le aseguró a Morales que la planta era segura. Según Morales, Vivoni le dijo que su condición era el resultado de epilepsia congénita, y no de la exposición en el lugar de trabajo. Pero durante su recuperación, Morales decidió leer sobre los efectos de inhalar óxido de etileno y reconoció que había experimentado todos los síntomas de una exposición aguda: dolores de cabeza, mareos, movimientos espasmódicos y convulsiones.
«Henry nunca había estado enfermo», dijo su esposa, Jannette. «Todo cambió ese día. Antes de eso era un hombre saludable”.
Foto por Esteban G. Morales Neris | Centro de Periodismo Investigativo y Grist
Al momento de su accidente en 2003, los peligros de respirar óxido de etileno no se conocían completamente, por lo que ni Morales ni ninguno de sus compañeros usaban equipo de protección de manera constante mientras trabajaban. El óxido de etileno es un compuesto orgánico volátil, un gas sintético que se descompone en el transcurso de unos meses después de ser liberado en la atmósfera. Las investigaciones científicas desde el incidente de Morales han demostrado que el óxido de etileno puede dañar las estructuras del ADN, una característica que lo hace tanto un esterilizador efectivo como un carcinógeno. Cuando se inhala por los humanos, puede irritar las vías respiratorias. También puede aumentar el riesgo de cáncer y los efectos negativos en los bebés por nacer. Aproximadamente, el 50% del equipo médico manufacturado en Estados Unidos y sus territorios se esteriliza de esta manera.
En 2016, la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA) publicó su análisis de un estudio epidemiológico de más de 18,000 trabajadores de instalaciones de esterilización que evaluó el riesgo de cáncer asociado con la inhalación de óxido de etileno. Los investigadores encontraron que el químico era 30 veces más tóxico para los adultos y 60 veces más tóxico para los niños de lo que se sabía anteriormente, convirtiéndolo en el segundo contaminante del aire más tóxico regulado federalmente. El estudio encontró vínculos entre la exposición al óxido de etileno y múltiples tipos de cáncer, incluidos el linfoma y el cáncer de mama femenino. En respuesta al análisis de la EPA, algunas comunidades en Estados Unidos comenzaron a manifestarse contra las plantas esterilizadoras en sus vecindarios. En 2019, residentes de un suburbio rico en Chicago lograron cerrar una de estas plantas.
No fue hasta 2022 que los puertorriqueños se enteraron de las emisiones tóxicas cerca de donde trabajaban y vivían. Ese verano, la EPA publicó un análisis que encontró que la Isla era un epicentro de contaminación por óxido de etileno. Cuatro de las siete plantas de esterilización de Puerto Rico superan el umbral de riesgo de cáncer de la agencia. La planta de Steri-Tech en Salinas en la que trabajaba Morales, que ha estado en operación desde 1986, se identificó como la esterilizadora más peligrosa en Estados Unidos y sus territorios. A modo de comparación, California tiene 12 esterilizadoras, y ninguna viola los estándares federales.
Ante este panorama, la EPA programó una reunión comunitaria en agosto de 2022 en Salinas. José Font, el subdirector de la división del Caribe de la agencia, respondería preguntas de las personas sobre el óxido de etileno y las exposiciones de la comunidad. La noche de la reunión, el centro comunitario estaba lleno de personas que querían saber por qué se estaban enterando en ese momento sobre las emisiones tóxicas con las que habían vivido durante tres décadas. La desconfianza que se percibía allí hacia las autoridades locales y federales es profunda, en un municipio de 25,000 personas donde más de la mitad de la población vive en pobreza y las familias llevan a casa en promedio $20,000 por año. En lugar de disculparse, Font minimizó los riesgos a largo plazo para la salud de los residentes. Al referirse al estudio de la EPA de 2016, aseguró a los miembros de la comunidad que solo podrían desarrollar cáncer por las emisiones si estuvieran expuestos durante 70 años.
Foto por Héctor A. Suáre
“Si estás expuesto a una concentración determinada durante 70 años, siete días a la semana, 24 horas al día, podrías desarrollar o podría haber el potencial de desarrollar cáncer”, dijo Font. “Eso es lo que esto significa. Es muy importante entender eso. Estamos hablando a largo plazo, 70 años, siete días, 24 horas al día expuesto a esa concentración. Estos estudios son extremadamente conservadores”.
Luego habló Andrés Vivoni, hijo del fundador de Steri-Tech, y gerente general de la empresa, quien dijo que ese número debería duplicarse a 140 años, ya que la planta solo opera durante 12 horas al día.
“No funciona así: 70 años y luego, ¡boom!, te da cáncer», dijo Tracey Woodruff, una científica de salud ambiental y reproductiva en la Universidad de California en San Francisco.
Jennifer Jinot, la ex científica de la EPA que dirigió el estudio sobre óxido de etileno de la agencia, explicó que el riesgo de una persona de desarrollar cáncer aumenta cuanto más tiempo está expuesta al químico. El punto de referencia de 70 años de la EPA, dijo, es el estimado de la agencia de la expectativa de vida promedio a lo largo de la cual la exposición y el riesgo de cáncer aumentan.
Angela Hackel, portavoz de la EPA, dijo que la agencia «no responderá a la supuesta minimización del riesgo» y que, «en general, la EPA está de acuerdo con la forma en que se comunicó el riesgo en la reunión de Salinas». Steri-Tech no respondió a múltiples solicitudes de comentarios.
“Aquí nos estamos muriendo”, dijo José Santiago, residente de toda la vida de La Margarita, comunidad aledaña a la planta, cuando se le dio la oportunidad de hablar en la reunión de 2022. “Estamos muriendo. Pero el que no vive aquí, el que vive en otro lugar, el que se gana el dinero, no se ve afectado, no se preocupa”. El sentimiento de Santiago resultaría ser mucho más certero que lo que Font y Vivoni habían dicho. Pruebas para monitorear el nivel de óxido de etileno en el aire realizadas posteriormente por la EPA en los alrededores de Steri-Tech mostrarían que los residentes estaban siendo expuestos a niveles más de 1,000 veces por encima del umbral de riesgo aceptable de la agencia.
Las condiciones laborales en Steri-Tech dejan al descubierto un legado de negligencia por parte de los reguladores ambientales locales y federales. Seis extrabajadores de la planta describieron el uso de equipo de protección como «inadecuado», problemas crónicos de seguridad que se manejaron con inspecciones «ligeras» que «no eran exhaustivas», y una cultura laboral que ponía las ganancias por encima de todo. Incluso, un empleado descubrió que un dispositivo importante de control de la contaminación había sido apagado durante las noches, confirmando rumores que había escuchado de los trabajadores de la planta.
Varios de los trabajadores entrevistados para esta historia pidieron que sus nombres no se divulgaran por temor a represalias legales de parte de los propietarios de la planta o preocupados por amigos y familiares que aún trabajan en la instalación.
La familia que posee y dirige la planta es “arrogante y dominante”, dijo un ex trabajador que pidió anonimato. “No les importa si sus empleados se enferman. Implementan reglas y dicen: ‘Si quieres trabajar, trabaja, y si no puedes aceptar cómo son las cosas aquí, vete’”.
Salinas es un pueblo conocido por sus playas y restaurantes de mariscos. La presencia de una industria distinta al turismo solo es evidente en los olores químicos que recorren la ciudad, espesos y desagradables en el aire caliente.
El alto número de plantas esterilizadoras de productos médicos en Puerto Rico está directamente relacionado con la gran presencia de la industria farmacéutica y de suministros médicos que fueron atraídas a la Isla hace casi medio siglo para aprovechar los incentivos fiscales federales destinados a impulsar la industrialización. Las compañías farmacéuticas fueron, por mucho, las mayores beneficiarias de estas políticas. Según un informe de 1992 de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de los Estados Unidos, por cada dólar que las farmacéuticas pagaban a un trabajador puertorriqueño, ahorraban $2.67 en impuestos que de otro modo habrían pagado al gobierno federal. Esto equivalía a alrededor de $70,000 en exenciones fiscales por trabajador cada año.
Además de los incentivos fiscales, las compañías llegaron deseosas por capitalizar la mano de obra relativamente barata y los abundantes acuíferos que brindan una fuente de agua limpia para la elaboración de medicamentos. Los fabricantes de dispositivos médicos surgieron pronto junto a las farmacéuticas, ya que los avances en tecnología requerían una mayor colaboración entre ambas industrias. La esterilización es típicamente el último paso antes de que un producto médico salga al mercado así que era de esperarse que detrás de los fabricantes de dispositivos llegaran las plantas esterilizadoras a Puerto Rico.
El incumplimiento con las reglamentaciones ambientales le permitió a esta industria contaminar libremente, echando los subproductos tóxicos de la producción farmacéutica en el aire, el agua y el suelo. El legado de esa contaminación es palpable en Salinas, donde en algunas áreas los olores químicos son más fuertes que el olor del mar.
La tasa de empleo en Salinas ronda el 36%, más de 5 puntos porcentuales por debajo del promedio del resto del País. Las oportunidades laborales en esta región son pocas y muchos jóvenes terminan mudándose al área metropolitana o a Estados Unidos para estudiar y encontrar trabajo. Los que se quedan tienen pocas opciones laborales más allá de los restaurantes y las empresas farmacéuticas.
Foto por Esteban G. Morales Neris | Centro de Periodismo Investigativo y Grist
Una excepción a esa tendencia: un exempleado de Steri-Tech, a quien llamaremos Marcos, llegó a Salinas atraído por un trabajo en una de las principales industrias del municipio. Marcos ya había trabajado más de una década en la industria de tecnología médica antes de unirse a Steri-Tech en el área de control de calidad. El trabajo consistía en supervisar cada paso del proceso de esterilización, desde la recepción de productos médicos no esterilizados hasta la aprobación de los registros de procesamiento después de que se completara cada ciclo de esterilización. En ese momento, Marcos sabía que el óxido de etileno era peligroso, pero también entendía que era un componente crítico de la cadena de suministro de la industria médica.
No mucho después de que Marcos comenzara a trabajar en la planta, empezó a notar ciertas prácticas laborales que lo inquietaban. Diferentes tipos de equipos médicos requieren distintas «fórmulas» de esterilización, con ciertas condiciones específicas como temperatura y presión. No usar las especificaciones correctas presenta el riesgo de dejar bacterias en los productos e infectar a los pacientes que entran en contacto con ellos más adelante. Para cada lote de productos esterilizados, los trabajadores de la planta debían llenar tablas indicando qué “fórmula” usaron y presentar la documentación a Marcos para su revisión. En numerosas ocasiones, estos documentos manuscritos lo confundían, porque diferían de los registros automatizados producidos por el equipo de esterilización. Al empleado le preocupaba que los registros de los trabajadores indicaban que habían usado la fórmula correcta, mientras que los datos de la máquina sugerían lo contrario.
«Si hay un problema con un ciclo de esterilización, tienes que esterilizar el producto nuevamente», explicó Marcos. Pero algunos tipos de equipos médicos solo pueden soportar un ciclo de esterilización sin dañarse. Si un lote de este tipo de producto se esteriliza incorrectamente, se descarta y «Steri-Tech tiene que pagarlo».
Marcos comenzó a escuchar rumores de que los trabajadores del turno de noche apagaban el oxidante térmico de la planta, un dispositivo que captura y quema el exceso de óxido de etileno antes de que pueda filtrarse de las cámaras de esterilización a la planta o al aire exterior. Los rumores preocuparon a Marcos, así que decidió cotejar por sí mismo si eran ciertos. Una mañana, llegó al trabajo varias horas antes y, efectivamente, el equipo de reducción de emisiones estaba apagado y en silencio. Marcos informó a la alta gerencia sobre la práctica, pero no sabe si alguna vez hicieron algo al respecto. «Me dijeron que no volviera allí porque ese no era mi departamento», dijo. Entendió que el combustible de propano que alimentaba el oxidante térmico era el tipo de gasto que los propietarios de la planta eran conocidos por recortar cuando lo consideraban oportuno.
El que se apagara el oxidante térmico por la noche era un secreto a voces en la planta, según Marcos. Los residentes de La Margarita, el barrio que rodea a Steri-Tech, también informaron haber visto una sustancia oscura similar a ceniza cubriendo sus carros, patios delanteros y aceras, lo que Marcos dijo era una señal de que el oxidante térmico estaba sobrecargado, un problema que presenció de primera mano. Los operadores hacían funcionar múltiples cámaras de esterilización simultáneamente, a pesar de que el oxidante térmico estaba diseñado para quemar gases de solo una cámara a la vez. Incapaz de manejar el exceso de aire cargado de óxido de etileno, el oxidante liberaba el gas tóxico junto con finas partículas negras que finalmente aterrizaban en el vecindario.
“Fue una lucha constante hacer las cosas bien”, dijo Marcos.
Otros extrabajadores relataron que muchas veces se sintieron inseguros en la planta. A pesar de las regulaciones federales que lo exigían, el equipo de protección no estaba disponible para los operadores en el piso de la planta la mayor parte del tiempo en que Marcos trabajó allí. Si ocurría un accidente, como una cámara de esterilización que se abriera demasiado pronto o un mal funcionamiento del equipo, los trabajadores no tenían forma de protegerse de niveles altos de exposición al óxido de etileno. Marcos contó un incidente en el que uno de los trabajadores que supervisaba estaba cerca de una cámara de esterilización cuando una válvula estalló llenando la sala con óxido de etileno. Después, el trabajador desarrolló asma. Otro exempleado describió una situación en la que una válvula se atascó y se abrió, provocando que el quemador principal de la planta se pusiera rojo de calor. A medida que el óxido de etileno se filtraba en el aire, los trabajadores estaban temerosos de acercarse a la válvula de cierre, ya que estaba justo al lado del quemador en llamas.
Un exoperador de Steri-Tech que trabajó con Marcos, a quien llamaremos Frank, dijo que los gerentes instruían a los trabajadores para que usaran máscaras faciales que estaban conectadas por mangueras a ventiladores en la parte trasera de la instalación, siempre que las cámaras de esterilización estuvieran abiertas. Pero los ventiladores hacían difícil la respiración, por lo que cuando los trabajadores no eran supervisados, dijo Frank, él y otros operadores generalmente evitaban usar el equipo. Otro operador de Steri-Tech, que obtuvo su trabajo después de que Frank se fue, dijo que nunca se le proporcionó equipo de protección, a pesar de que lo solicitó. Este empleado no tenía problemas de salud antes de trabajar en la instalación, pero unos meses después de unirse a la empresa, desarrolló problemas respiratorios. “Fue una experiencia horrible”, dijo. “El trabajo no pagaba lo suficiente como para exponerme a ese nivel de riesgo”.
Las condiciones en Steri-Tech destacan los peligros de la esterilización médica comercial utilizando óxido de etileno, un proceso complejo en el que se debe prestar una cuidadosa consideración a cada paso para mantener a los trabajadores seguros a largo plazo, a los residentes de comunidades cercanas y a pacientes. Steri-Tech es solo una de casi 100 instalaciones en Estados Unidos y sus territorios que esterilizan productos médicos utilizando óxido de etileno. Si bien las prácticas laborales dentro de la planta de Salinas no pueden extrapolarse a estas operaciones, pueden ayudar a explicar los niveles sustanciales de óxido de etileno que los funcionarios han observado cerca de algunas de ellas y subrayan la importancia de una fuerte aplicación de la ley, particularmente en lugares como Salinas donde los reguladores han estado históricamente ausentes.
Eventualmente, el verdadero peligro de estas prácticas descuidadas salió a la luz cuando los productos no pasaron una prueba de esterilidad realizada por Medtronic, uno de los clientes de Steri-Tech, generando preocupación sobre la posibilidad de bacterias vivas en un lote de productos supuestamente esterilizados. El incidente fue solo uno de muchos que convencieron a Marcos de irse definitivamente de la empresa. “Por encima de todo, estaba el dinero, no la calidad”, dijo. “Por encima de todo, estaba el dinero, no las personas”.
En agosto de 2022, funcionarios de la EPA instalaron seis monitores de aire en los alrededores de la planta de Steri-Tech para medir los niveles precisos de óxido de etileno que se emitían. El más cercano de los monitores estaba ubicado en una de las docenas de casas al otro lado de la calle. Los monitores recolectaron muestras durante una semana. En su informe posterior, la agencia señaló que la dirección predominante del viento en el área proviene del este, lo que significa que la contaminación de la planta sopla directamente hacia La Margarita. Eso, junto con las altas emisiones de Steri-Tech, estaban llevando las exposiciones al óxido de etileno muy por encima de los estándares de seguridad federales.
La EPA considera que un riesgo aceptable de cáncer debido a la contaminación atmosférica es inferior a 1 entre 10,000. Es decir, si 10,000 personas están expuestas a una concentración de un contaminante a lo largo de su vida, se esperaría que una persona desarrollara cáncer por la exposición. Durante el período de medición de una semana en Salinas, el monitor en la casa al otro lado de la calle de la planta registró, en promedio, 40 microgramos de óxido de etileno por metro cúbico de aire, lo que se traduce en un riesgo de cáncer de 1 en cada 8. Eso es más de 1,000 veces más alto que el umbral de riesgo aceptable de la EPA. Las otras cinco ubicaciones de muestreo también registraron concentraciones de óxido de etileno que superan los estándares federales.
En septiembre pasado, después del estudio de monitoreo de la EPA, Steri-Tech reemplazó el oxidante térmico con un nuevo equipo: un oxidante recuperativo catalítico, diseñado para reducir sus emisiones de óxido de etileno. Desde entonces, los residentes de la comunidad La Margarita han informado que escuchan explosiones provenientes de la instalación tan fuertes que se podían escuchar a más de una milla de distancia. Después de encontrar que Steri-Tech no podía demostrar que su nuevo equipo de reducción de emisiones funcionaba correctamente, la EPA emitió un aviso de violación y multó a la empresa con $200,000. Luego, Steri-Tech demandó a la EPA, alegando que la agencia no tenía pruebas suficientes para respaldar su hallazgo. En un correo electrónico, Angela Hackel, portavoz de la EPA, dijo que no podía comentar sobre la demanda, señalando que los oficiales de cumplimiento de la EPA están actualmente involucrados en «discusiones de cumplimiento confidenciales» con la empresa. La agencia estableció nuevas reglas a principios de este año que requerirán que todas las esterilizadoras médicas monitoreen continuamente el nivel de contaminación que sale de sus chimeneas industriales. Mientras no se haga una supervisión estricta de Steri-Tech, es posible que los residentes de La Margarita no se beneficien de esas nuevas disposiciones.
Si bien es imposible trazar una línea directa entre una fuente de emisiones tóxicas y las muertes por cáncer, la presencia de enfermedades está en todas partes en la comunidad La Margarita, donde las casas de personas fallecidas están vacías, con sus patios delanteros cubiertos de maleza.
La EPA es la principal agencia federal con jurisdicción para hacer cumplir las leyes ambientales en Puerto Rico, pero su presencia en la Isla ha sido mínima durante mucho tiempo. Puerto Rico tiene sus propias agencias reguladoras a cargo de garantizar el cumplimiento ambiental, pero en las últimas décadas, estos organismos apenas han desempeñado un papel de peso en la reducción de la contaminación. La Junta de Calidad Ambiental, una vez encargada de la regulación de emisiones industriales al aire, se consolidó en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales en 2018. A pesar de los muchos casos documentados de contaminación de empresas de suministros médicos en Puerto Rico, las consecuencias para quienes contaminan son limitadas. Las inspecciones son pocas y esporádicas. Las sanciones son insignificantes. Y la contaminación continúa.
En comparación con la frecuencia de inspecciones y acciones de cumplimiento de la EPA a nivel de Estados Unidos, Puerto Rico se ubicó entre los más bajos entre las jurisdicciones estadounidenses. Las cerca de 250 instalaciones industriales que emiten contaminantes al aire han sido inspeccionadas solo 1,300 veces desde 2014, una tasa que lo sitúa en el puesto 46 en Estados Unidos en cuanto a frecuencia de inspecciones. Del mismo modo, se sitúa en el puesto 48 en una evaluación del número de acciones tomadas contra empresas que contaminan el aire.
Entre 2011 y 2022, tres de las siete esterilizadoras en Puerto Rico fueron inspeccionadas solo una vez, y dos nunca fueron inspeccionadas. Debido a las altas emisiones reportadas, Steri-Tech fue una de las instalaciones más examinadas. En un correo electrónico, Hackel, la portavoz de la EPA, dijo a Grist y al CPI que los reguladores habían inspeccionado Steri-Tech tres veces en los últimos cinco años.
El veterano defensor ambiental Víctor Alvarado ha estado preocupado durante mucho tiempo por los posibles efectos adversos para la salud de las emisiones de Steri-Tech en la comunidad vecina, efectos que los reguladores ambientales no están obligados a estudiar de manera oficial. Dio el ejemplo de la planta de energía a unas millas de la costa de Guayama, que libera miles de libras de metales pesados tóxicos y otros contaminantes cada año. Su efecto en los residentes del pueblo es continuo, una de las razones por las que Alvarado y otros residentes de Salinas han presionado a la EPA para que realice un estudio de cáncer en La Margarita. “Si lo dejamos en manos de la EPA, si no los presionamos para que hagan un estudio de salud, no sucederá”, dijo Alvarado. Hasta este mes, el estudio aún no había comenzado, según investigadores de la Ponce Health Sciences University, a quienes la EPA encargó llevar a cabo el estudio.
El año pasado, la agencia anunció las esperadas reglas que requieren que las aproximadamente 90 instalaciones de esterilización en Estados Unidos instalen equipos que capturen el óxido de etileno. Estos controles, llamados Recintos Totales Permanentes (PTE, en inglés), que sellan funcionalmente la instalación y están destinados a prevenir que el óxido de etileno se escape a la atmósfera, rara vez se han utilizado en instalaciones grandes. Varios expertos en ingeniería cuestionaron la eficacia de los PTE en instalaciones de esterilización, que son estructuras similares a almacenes con múltiples puntos de entrada y salida.
“La EPA no tiene ni un solo análisis de ingeniería que demuestre que funcionará”, dijo Ron Sahu, un ingeniero mecánico que ha trabajado como experto técnico aprobado por el tribunal en litigios contra la industria de esterilización y ha presentado informes a la EPA sobre la eficacia de los PTE en nombre de grupos ambientales. “Es una sugerencia basada en la fe y la esperanza, y veremos cómo funciona”.
La industria de esterilización también ha advertido a la EPA que el cumplimiento estricto de la regla no es factible. En los casos en que las empresas han instalado la tecnología, no ha logrado reducir las emisiones de óxido de etileno a niveles seguros. En 2022, reguladores locales en el sur de California cerraron Parter Medical Products después de que un monitor de calidad del aire colocado cerca de la instalación detectara niveles de óxido de etileno más de 4,000 veces por encima del límite seguro de la EPA, a pesar de que los modelos anteriores de la agencia federal sugerían lo contrario. Después de instalar un PTE, las emisiones disminuyeron, pero la empresa aún supera los umbrales de salud pública. Las emisiones de la instalación actualmente ponen en riesgo de cáncer a los residentes aledaños en 378 veces por encima del umbral de la EPA.
A principios de este verano, organizaciones ecologistas y comunitarias, así como grupos industriales, demandaron a la EPA por la nueva norma. Las primeras alegan que no protegen suficientemente la salud pública, y las segundas argumentan que su aplicación es prohibitivamente cara. Ese litigio, que aún se encuentra en su fase inicial, indica que la lucha por la regulación de las esterilizadoras médicas dista mucho de terminarse.
Como con todas las instalaciones industriales, las preocupaciones de seguridad dentro de Steri-Tech no terminan en la línea de la verja. Joel Ramos Rodríguez vive en el hogar en que se crió cerca de la planta. Ha permanecido allí incluso después de perder a ambos padres por cáncer. Desde que tiene memoria, el hombre de 56 años ha sufrido de hipertiroidismo y problemas neurológicos, cuya fuente sus médicos nunca han podido identificar. Ramos Rodríguez dijo que la presencia de la planta es más molesta por la noche, cuando un olor dulzón inunda el aire y de su interior emanan ruidos fuertes que no le dejan dormir.
Más de 20 años después del accidente que cambió su vida, Henry Morales dijo que, ya sea que la EPA apruebe regulaciones más estrictas o no, el daño ya está hecho para generaciones de empleados de Steri-Tech. De sus viejos amigos y colegas de Steri-Tech, dice que es el «único sobreviviente», ya que los demás murieron hace años de cáncer u otras complicaciones de salud. En cuanto a su propia salud, sus problemas neurológicos nunca han desaparecido y todavía sufre las secuelas de un derrame cerebral que sufrió una década después del accidente.
“Me botaron”, dijo sobre la empresa, que se negó a proporcionarle compensación laboral o incluso a verificar cómo estaba después del incidente. “Así fue la cosa”.
Esta historia es una colaboración entre Grist y el Centro de Periodismo Investigativo. Fue apoyada por el Fund for Investigative Journalism. El diario Metro de Puerto Rico también apoyó la producción de esta investigación.