«Lo que hemos experimentado en este último mes es uno de los giros electorales más significativos de la historia de este país», indicó esta semana el analista senior de Cook Political Report David Wasserman
Chicago (EFE) – Hace un mes el Partido Demócrata estaba sumido en un mar de dudas sobre la candidatura del presidente Joe Biden a la reelección, pero el aparato de la formación aseguraba públicamente que la convención de Chicago se preparaba para coronarlo, tras imponerse por una mayoría clara en el proceso de primarias.
Finalmente, cuatro semanas de vorágine y maniobras han desembocado en un cónclave que ungirá a una política que ya no mantendrá más un segundo plano: la vicepresidenta Kamala Harris.
La Convención Nacional Demócrata, que comienza este lunes, culmina un proceso que comenzó el 27 de junio, el día en que Biden y el expresidente republicano Donald Trump celebraron el que debía ser el primer debate televisado, el más tempranero de la historia y que se daba antes de que ambos aspirantes presidenciales fueran confirmados en sus respectivas convenciones.
Eso era lo de menos: ambos eran considerados ya inamovibles.
La actuación dubitativa y a ratos balbuceante de Biden levantó una inminente preocupación sobre su capacidad de cumplir un segundo mandato en plenas facultades a sus 81 años. Por si fuera poco, dos semanas después, el 13 de julio, Trump estuvo apunto de morir asesinado por una bala que le rozó la oreja derecha y que lo consolidó, junto con el arreón en la Convención Nacional Republicana, como el favorito en la carrera presidencial.
Pero la certidumbre y las esperanzas han vuelto a instalarse en la campaña demócrata y en un tiempo récord todo el aparato del partido se ha volcado en una nueva fórmula presidencial, la que componen Harris y el gobernador de Minesota, Tim Walz, desde hace solo diez días.
El 11 de julio, el equipo de campaña y de la Casa Blanca organizaban una rueda de prensa que aseguraban había servido para que Biden demostrara que estaba en plenas facultades y contaba con la energía, el apoyo del partido y el favor de las matemáticas electorales.
Diez días después, el presidente anunciaba que no iba a optar a la reelección y daba su apoyo a Harris; una vicepresidenta que mantuvo hasta entonces un papel gris y discreto.
El anuncio del día 21 de julio, un domingo, sorprendió a muchos miembros del equipo de campaña y obligó a varias semanas maratonianas en las que el principal objetivo era modelar el proceso de primarias, ya casi finalizado, para que se confirmara el apoyo del Partido Demócrata a Harris de manera transparente y con credibilidad, aseguran fuentes que fueron parte de esas intensas jornadas que culminaron con votaciones virtuales que hace menos de dos semanas confirmaron la nominación de Harris por mayoría.
«Lo que hemos experimentado en este último mes es uno de los giros electorales más significativos de la historia de este país», indicó esta semana el analista senior de Cook Political Report David Wasserman en una mesa redonda en Washington.
Harris llega a Chicago tras haber concluido tres semanas para tomar el control de una nueva campaña bien financiada y dotada de nuevo talento; y que ha conseguido energizar a los votantes demócratas, con mitines que han superado en ocasiones los 14.000 asistentes consiguiendo darle la vuelta a las encuestas.
La fórmula Harris-Walz ha eliminado prácticamente todas las ventajas de Trump en los estados que serán cruciales en el sistema de Colegio Electoral de Estados Unidos y esta Convención Nacional Demócrata puede servir para mantener el impulso de la que podría convertirse, contra lo esperado a principios de año, en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.