Su posible presidencia podría redefinir la política y el futuro de Puerto Rico
Por Wilda Rodríguez
Kamala Harris desató una polémica en la izquierda puertorriqueña con su visita a Puerto Rico en marzo; particularmente con la que hizo al Taller Comunidad La Goyco en la calle Loíza, ícono de empoderamiento social en Santurce con el que se identifica un sector de esa izquierda puertorriqueña y lo reclama como suyo.
La desavenencia fue entre los que rechazan las posturas del gobierno Biden-Harris sobre tres asuntos fundamentales: la Junta de Control Fiscal, Gaza y Haití; y los que ven a Harris con más indulgencia, como la identifican los estadounidenses, a la izquierda del Partido Demócrata como Bernie Sanders.
Esos que ahora mismo están discutiendo hasta dónde Harris debe distanciarse de la política exterior de Biden para atraer el voto joven y de izquierda demócrata estadounidense, que existe aunque la consideremos medio boba.
Todo esto viene al caso porque Kamala Harris posiblemente sea presidenta de los Estados Unidos. ¿Curioso, verdad?
Para ponernos en perspectiva, debo decir que los críticos de la presencia de Harris en La Goyco tenían sus razones bien puestas: (1) Biden había prometido auditar la deuda de Puerto Rico y revertir las políticas de austeridad de la Junta de Control Fiscal que han asfixiado al país, cosa que no hizo; (2) Biden ha establecido una política favorable hacia Israel y contra Palestina, a tono con su relación de más de cuatro décadas con el ultraderechista Netanyahu; y (3) Biden continúa la política de intervención impositiva de EE. UU. en los asuntos de Haití que históricamente lo que ocasiona es más caos que alivio.
En honor a la verdad, debemos reconocer que la trayectoria de Harris y de Biden son muy distintas y que a la californiana le tiene que haber costado lo suyo ser la vicepresidenta de ese señor. Por eso se ha contradicho varias veces. Por ejemplo, defiende el derecho de Israel a “defenderse” y por otro pide que Israel cese el fuego de una “catástrofe humanitaria”. ¿Curioso, verdad?
Pues ahora les voy a volar la cabeza. ¿Se acuerdan quién le cedió la Escuela Goyco a la comunidad de activistas de la calle Loíza? ¿Se acuerdan a quién declararon la archienemiga de Donald Trump en todos los medios de Estados Unidos y Europa cuando se le enfrentó por el trato de EE. UU. a Puerto Rico tras el Huracán María? Esa misma: la paria de la política puertorriqueña, Carmen Yulín Cruz Soto.
Esta columna es sobre Kamala, pero no pude resistir la tentación de recordarles a este personaje, que no me extrañaría que la “izquierda” del Partido Demócrata reclutara una vez más porque es más reconocida (y querida) por sus ovarios allá que acá. A la “intocable” de los independentistas y los populares – ¿podríamos llamarlos los melones contra Yulín? – la van a tener que ver y escuchar más veces de lo que piensan, me parece.
Volviendo a Kamala Harris, si las cosas siguen como pintan, alcanzará la presidencia de Estados Unidos en noviembre. Esas son malas noticias para Jennifer González. Aunque las elecciones en Estados Unidos son malas noticias para ella aunque ganara Donald Trump, porque Puerto Rico y ella no son santos de la devoción de Trump, y menos si una caricatura de voto presidencial en Puerto Rico se vuelca a favor de Kamala Harris, que es lo más probable.
A quien único favorecen las elecciones estadounidenses es a Juan Dalmau, gane Trump o gane Harris. Ante Trump, Juan Dalmau es el único candidato a la gobernación con los instintos de asumir la defensa de Puerto Rico que la mayoría de los puertorriqueños quieren ver frente a ese energúmeno. Los republicanos en Puerto Rico son una minoría más pequeña que la izquierda y tan dividida sobre Trump como la izquierda sobre Kamala. No importa un bledo en EE. UU.
La humillación y el menosprecio republicano contra sus súbditos en Puerto Rico no cesa. Es tan evidente que dan pena aún ganando JG las primarias de su partido colonial. Le esperarían cuatro años para hacer lo que ha hecho en los últimos ocho, anunciar cuando le manden chavitos a la colonia como si ella los hubiera conseguido. A menos que William Villafañe aprenda a quitarle el crédito.
A Donald Trump no se le puede mostrar debilidad porque es un “bully” natural. No se le puede mostrar obediencia y sumisión porque te coge de alfombra. Su propia sobrina, la psicóloga y escritora Mary L. Trump, sabe que la única manera de enfrentar ese animal es de frente y sin miedo. Búsquenla en X para que se diviertan.
JG no podrá hacer absolutamente nada para cambiar que Donald Trump haga sobre Puerto Rico lo que le dé la gana si llegara a ser de nuevo presidente.
Con Juan Dalmau estaría tan ocupado intercambiando golpes que poco tiempo le restaría para hacer más daño del que se proponga. El ejemplo lo tenemos en la paria. La adoptaron los propios estadounidenses – y algunos europeos también – como la niña símbolo del antitrumpismo, y Trump se quedó corto en sus amenazas de vender el territorio. Era más la energía que gastaba en pelear con ella que en joder a Puerto Rico.
Si le tocara bregar con Kamala Harris, Juan Dalmau estaría en su salsa. Después de intercambiar guiñaditas, esos dos podrían sentarse en serio a discutir una nueva actitud presidencial hacia Puerto Rico. De respeto y descolonización.
Esa nueva actitud ya la están cultivando líderes en la diáspora que no perdieron tiempo en decirle que su apoyo debe contar con su conducta hacia Puerto Rico. Me consta. Y son mujeres.
Kamala Harris no va a cambiar el estatus de Puerto Rico. Eso va a tardar mucho más tiempo del que me queda a mí. Kamala Harris no tiene que asumir una posición sobre el estatus de Puerto Rico. Mejor que no lo haga. Lo que tiene que hacer es facilitar de palabra y acción el proceso de descolonización que se procure con el Congreso.
Donde más va a valer su historial liberal/izquierda moderada es en cosas más precisas e inmediatas como el destronamiento de la Junta de Control Fiscal y la integridad del territorio puertorriqueño y su gente. De eso hablaremos en específico, uno a uno, de los temas: desplazamiento poblacional, cambio climático, equidad, salud, energía renovable, entre ellos.
Por ahora lo que quería destacar es el provecho que sería para Puerto Rico que Kamala Harris derrotara a Donald Trump y que Juan Dalmau derrote a Jennifer González para un mejor panorama político para todos.
Énfasis en todo. Hay que recordar que la mayoría de los puertorriqueños residen en territorio continental de Estados Unidos. Esa diáspora con la que muchos aquí tienen una relación de amor y odio se merece un respiro. Y un nuevo balance en el Tribunal Supremo Federal nos vendría bien a todos.