Su gestión nunca se ha llegado a traducir en elevados niveles de popularidad
Por Marta Garde
Washington (EFE) – En la carrera demócrata para sustituir al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, después de que este anunciara que no se presentará a la reelección, nadie como su vicepresidenta, Kamala Harris, surge con más fuerza a la hora de asumir esa labor y sin embargo está más cuestionado.
La trayectoria de Harris ha estado marcada de primeras veces: fue la primera fiscal de distrito negra y la primera fiscal general en la historia de California; la primera indio-americana en llegar al Senado y, cuando Biden la eligió, la primera mujer en la Vicepresidencia de Estados Unidos. ¿Será ahora la primera presidenta?
Nacida el 20 de octubre de 1964 en Oakland (California), es la hija mayor de una pareja de inmigrantes -Shyamala Gopalan, una investigadora contra el cáncer de la India, y Donald Harris, un economista de Jamaica-, que se divorciaron cuando ella tenía siete años.
Su nombre significa flor de loto y ella, de religión bautista, creció yendo de pequeña a una iglesia bautista negra y a un templo hindú. Pero pese a ese origen multicultural, asegura que siempre se ha sentido bien con su identidad y prefiere describirse a sí misma simplemente como «una estadounidense».
Graduada en Ciencias Políticas y Economía en la Universidad de Howard, una de las universidades negras por excelencia, Harris se especializó en la lucha contra el crimen.
Entre 2004 y 2011 fue fiscal de distrito en San Francisco y entre ese último año y 2017 ejerció como fiscal general de California. Tres años antes se había casado con el abogado Douglas Emhoff, a quien había conocido en una cita a ciegas.
En 2016 se convirtió en la segunda mujer negra y la primera de origen indio en ganar un escaño en el Senado del país, donde enseguida destacó por sus preguntas incisivas a responsables de la Administración del republicano Donald Trump (2017-2021) durante las audiencias.
Baja popularidad
Ya como vicepresidenta, Biden le encargó en un inicio la política migratoria fronteriza, motivo por el que los republicanos la suelen atacar, y luego la defensa de los derechos reproductivos de las mujeres ante la ofensiva conservadora contra el aborto.
Pero su gestión nunca se ha llegado a traducir en elevados niveles de popularidad. Según la media de sondeos recogida por la web FiveThirtyEight con fecha del 17 de julio, un 50.4% de ciudadanos desaprueba su gestión y solo un 38.6 % la apoya.
«Harris es una política exitosa se mire por donde se mire. A menudo se la critica por no inspirar ni entusiasmar a los votantes demócratas e independientes, pero ha superado a todos los demás potenciales candidatos demócratas potenciales en las encuestas cara a cara frente a Trump», explica a EFE William Dunlap, profesor de Derecho en la Universidad de Quinnipiac.
En 2019 había lanzado su propia carrera presidencial bajo el lema «Kamala Harris por la gente», aunque su propuesta no logró convencer para recaudar suficientes fondos, y después de que anunciara su retirada, Biden acabó eligiéndola como compañera de fórmula.
Grant Reeher, director del Instituto Campbell de Asuntos Públicos y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa, recuerda a EFE que cuando ella aspiró a la Presidencia lo hizo posicionándose a la izquierda de Biden y criticándolo por no ser lo suficientemente progresista.
«Eso la etiqueta desde el principio», apunta el experto. «Y cuanto más la conoció la gente a través del proceso de primarias, menos les agradaba. Esta característica la perjudicará en unas presidenciales. Será vista como una mujer liberal de color de la costa de California, y esa no es una receta probable para el éxito».
Su propia personalidad polariza. «Mucha gente la encuentra demasiado exaltada». Las redes han hecho por ejemplo virales sus sonoras carcajadas en actos públicos, independientemente de la seriedad de los mismos.
En un primer momento, en la carta en la que anunció su retirada. Biden no le dio un apoyo explícito y se limitó a decir que ha sido una «socia extraordinaria» en el proceso electoral ahora frustrado por las presiones a Biden por su capacidad física y mental.
Pero menos de media hora después sí pidió el voto para quien ha sido su «número dos» desde enero de 2021: «Quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo», concluyó.