Los republicanos dieron por hecho que Biden, de 81 años y muy cuestionado desde su desastrosa participación en el debate electoral de junio con Trump, acabará tirando la toalla en favor de Harris
Por Eduard Ribas i Admetlla
Milwaukee (EE.UU.) (EFE) – El candidato a vicepresidente del Partido Republicano, J.D. Vance, se estrenó este miércoles como «número dos» de Donald Trump con un discurso lleno de guiños hacia los estados clave del Medio Oeste del país, que el magnate neoyorquino necesita apuntalar para regresar a la Casa Blanca.
El senador de Ohio, elegido por Trump como compañero de fórmula el lunes pasado tras meses de incógnita, se presentó ante la Convención Nacional Republicana para aceptar su nominación horas después de que su campaña despreciara la invitación a debatir que le extendió la actual vicepresidenta, la demócrata Kamala Harris.
«Acepto oficialmente la nominación para ser vicepresidente de Estados Unidos», exclamó ovacionado por los cerca de 1,400 delegados del partido y el propio Trump, que lo observaba desde la tribuna del estadio Fiserv de Milwaukee, en Wisconsin, uno de los estados que los republicanos esperan arrebatar a los demócratas.
Vance, de 39 años, se deshizo en elogios hacia el líder republicano, quien el sábado sobrevivió a un intento de asesinato. «Nunca daré por sentada la confianza que ha puesto en mí. Qué honor ayudarle a plasmar la extraordinaria visión que tiene para el país», expresó sobre su mentor.
Su discurso, poco enérgico en algunos momentos, encarna pese a todo el cambio de postura de Vance, quien años atrás fue un duro crítico de Trump, a quien llegó a comparar con Hitler, pero luego se plegó a los designios del magnate neoyorquino como casi todo el partido.
Objetivo: conquistar el Medio Oeste
Trump se decantó por este político conservador de una lista en la que figuraban nombres como el senador de Florida Marco Rubio, el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, o el de Virginia, Glenn Youngkin.
El objetivo es proyectar al senador de Ohio como un ejemplo de superación personal y un símbolo del sueño americano para así atraer el voto de las clases trabajadoras del Medio Oeste del país, un bastión demócrata clave para ganar las elecciones el 5 de noviembre.
Vance proviene de una familia humilde de Middletown (Ohio), pero se alistó en la Marina, consiguió estudiar en la prestigiosa Universidad de Yale y publicó una autobiografía líder de ventas titulada ‘Hillbilly Elegy’.
El ‘número dos’ de Trump ha entendido su misión y dedicó buena parte de su discurso a repasar su trayectoria y a acusar a los demócratas, especialmente al actual presidente, Joe Biden, de haber promovido durante décadas políticas que han llevado al cierre de fábricas y al empobrecimiento del motor industrial del Medio Oeste .
«Prometo a la gente de Middletown, en Ohio, y de todas las comunidades olvidadas de Míchigan, Wisconsin, Pensilvania, Ohio y de cualquier rincón de la nación que seré un vicepresidente que nunca olvidará de dónde viene», exclamó.
El debate tendrá que esperar
Aprovechando su nominación, Kamala Harris anunció este miércoles que acepta cualquiera de las tres fechas propuestas por la cadena CBS para un debate televisado de vicepresidenciables, pero la campaña de Trump-Vance se burló de la idea y echó sal a la herida de las divisiones internas de los demócratas.
«No sabemos quién será el nominado de los demócratas a la vicepresidencia así que no podemos comprometernos a una fecha ante de su convención (que se celebrará del 19 al 22 de agosto en Chicago)», señaló en un comunicado Brian Hughes, asesor de la campaña Trump-Vance.
Los republicanos dieron por hecho que Biden, de 81 años y muy cuestionado desde su desastrosa participación en el debate electoral de junio con Trump, acabará tirando la toalla en favor de Harris.
Lo cierto es que los republicanos no paran de navegar con el viento de las encuesta a favor, impulsados por la victoria de Trump en el debate y su reacción a su intento de asesinato, mientras la unidad demócrata se agrieta cada día un poco más.
La debilitada imagen de Biden sufrió este miércoles un nuevo golpe porque no solo se conoció que tiene covid-19 y que aceptará retirarse si se le detecta alguna condición médica, sino que también se filtró que el líder demócrata en el Senado, su amigo Chuck Schumer, le ha pedido en privado que tire la toalla.