Por Sandra D. Rodríguez Cotto
Esta semana el pelo malo será noticia. Se suele atribuir ese adjetivo despectivo para asociar al pelo rizo, kinky o al afro con todo lo que sean valores negativos o, como dice el Diccionario de la Real Academia Española, para describir “lo malo” en todo aquello que sea “nocivo para la salud”.
En realidad, no hay pelos malos o buenos de por sí. Bueno, quizás el único pelo malo realmente es el de los calvos, que por ser malo o débil, se les cayó, pero nada más. El pelo rizo, lacio u ondulado no es mejor ni peor, son solo distintos.
El problema con el pelo es que carga un peso importante en las sociedades racistas y Puerto Rico, aunque no lo queramos admitir, es una sociedad racista.
Aquí se ve a un negro con afro o trencitas entrar en una tienda, y rápidamente la gente se agarra las carteras, se mueve y piensa: «o me vienen a asaltar o es un reguetonero».
Si es una mujer con afro o con el pelo rizo que ya no se alisa, se le mira de dos formas también. Dicen que no se peinó y parece un pasurín, o lo ven como algo exótico, misterioso y hasta sexual. No hay términos medios. El pelo es una de las manifestaciones más fuertes con las que se sufre el racismo y la marginación.
Un ejemplo de esto lo vio el país entero que se la pasó comentando el pelo rizo de Tata Charbonier, y compartía miles de memes y burlas en las redes sociales con fotos en las que salía como legisladora o al lado del gobernador con su pelo estirado, y como acusada federal con su “look” natural. Se asociaba el pelo rizo que exhibió en el juicio, como si fuera pobreza o corrupción.
El pelo es uno de esos resabios viscerales que demuestra la falta de un proyecto colectivo como pueblo. Atacar, burlarse, criticar o señalar el cabello de una persona —sea estudiante, trabajador, periodista o hasta una política en un proceso judicial— es una manera en que la sociedad manda a “controlar” a los negros para que no se salgan del redil. Que permanezcamos cabizbajos, temiendo acciones, sin pelear o cuestionar mucho para que todo siga “normal”.
Pero, ¿qué es lo normal? Pues lo normal para muchos es tener que enfrentar un racismo sistémico que empieza desde el pelo y cómo se peinan para ir a las escuelas o a los trabajos.
Aquí hay escuelas en las que el reglamento te dice que el estudiante no puede tener un recorte de “boina” y que debe tener el “pelo limpio y bien peinado”. Y yo me pregunto, ¿a qué se refieren? ¿Será que piensan que si usa un afro no se lava la cabeza? El reglamento tampoco permite “threadlocks”, ni el “pelo parado desde la parte de arriba hacia atrás, ni teñirse el cabello de colores que no parezcan naturales, o muy brillantes”.
O sea, no se puede pintar el pelo de verde o de rosa, pero sí de rubio que es el que se ponen todas las mujeres en Puerto Rico, donde casi el 90% de la población femenina son rubias Clairol.
¿Y qué es eso de “threadlocks”? ¿Habrán querido decir dreadlocks y no entienden inglés? ¿Y qué es eso de pelo parado desde la parte de arriba hacia atrás? ¿Un afro?
Increíblemente, eso dicen reglamentos en escuelas de Puerto Rico. Es obvio que institucionalizan el discrimen porque no quieren negros con pelos naturales, sino domados, como se le obligaba a los esclavos. Esto tiene un peso fuerte en las vidas en formación de muchos niños y jóvenes, que desarrollan miedos y complejos. Una vez adultos, no encuentran trabajos.
La revista Étnica reveló que en Puerto Rico el cabello de las mujeres negras tiene 2.5 veces más probabilidades de ser percibido como poco profesional, que las mujeres negras tienen un 54% más de probabilidades de sentir que tienen que llevar el cabello lacio a una entrevista de trabajo para tener éxito y que más del 20% de las mujeres negras de 25 a 34 años han sido enviadas a casa del trabajo debido a su cabello.
Un 25% de las mujeres negras creen que se les ha negado una entrevista de trabajo debido a su cabello. Este porcentaje es aún mayor para mujeres negras entre 25 y 34 años.
Según los datos de la Coalición y Campaña: The Crown Act, el 80% de las mujeres negras en Estados Unidos de América se han visto en la situación de tener que cambiar el estado natural de sus cabellos para poder entrar y permanecer en el ámbito laboral. En el 2021, una investigación publicada por la revista Social Psychological and Personality Science reveló que las mujeres negras con peinados naturales, como afros rizados, trenzas o twists, entre otros, son percibidas como menos profesionales.
Todo esto será tema de discusión amplia esta semana en la Asamblea Legislativa porque, por fin, se radicó una medida que prohibirá ese deleznable discrimen. Eso de que te nieguen un trabajo por tu pelo. Eso de que se burlen de tu pelo y te cierran oportunidades. Y sí, eso pasa en Puerto Rico. Todos los negros lo hemos vivido alguna vez.
El martes 23 de enero, a las 10 a.m. en el edificio Rafael Martínez Nadal se llevará a cabo una vista pública para considerar el Proyecto del Senado 1282 que crearía la “Ley contra el discrimen por razón de estilo de cabello”.
El proyecto es de la autoría de los senadores del Movimiento Victoria Ciudadana Ana Irma Rivera Lassen y Rafael Bernabe. Se une a una serie de medidas que ellos han venido presentando y se han aprobado en los últimos años para ir eliminando las barreras que impone el racismo y el discrimen, erradicando estos lastres que todavía tenemos como sociedad.
Entre esas medidas está la ley que busca establecer un currículo antirracista en las escuelas del país, o la Resolución Conjunta que aprobaron en octubre pasado y ordena al Departamento de Educación identificar mediante rotulación los nombres de los hermanos Celestina, Gregoria y Rafael Cordero Molina, el edificio donde están ubicadas las oficinas en reconocimiento al enorme legado de unos de los primeros educadores puertorriqueños.
Todas esas cosas no se dan en un vacío. Se radican porque el racismo ocurre constantemente en Puerto Rico y se manifiesta no sólo en más encarcelamientos y arrestos de personas negras, sino en la pobreza, la marginación, las faltas de oportunidades que viven las personas visiblemente negras. Digo visiblemente porque aquí todos tenemos descendencia negra, pero muchos no lo aceptan.
Esto es un tema de vital importancia para mucha gente, y veremos si en los medios se unen al coro del discrimen y callan ante esta realidad. Por eso hay que decir lo que pasa y esas vistas públicas son importantes. Van a definir lo que sufren y viven muchas personas. Hay que erradicar el discrimen por el cabello natural en las escuelas y lugares de trabajo porque es parte de esa desigualdad.
Se reclama que se eliminen los reglamentos discriminatorios a los cabellos afro y estilos en las escuelas y en los lugares de trabajo. Pero para esto hace falta crear conciencia de cómo el estilo de cabello afecta la autoestima, dignidad y no permite oportunidades de trabajo y bienestar para les niñes y personas negras.
La idea es cambiar perspectivas y narrativas hacia los cabellos y que se entienda que el rizo y el afro son parte de nuestra esencia, y son hermosos, profesionales y apropiados. Espero que los cambios incluyan las escuelas privadas y el Departamento de Educación, pero que también incorporen al sector privado. Asociaciones empresariales y profesionales como MIDA, la Cámara de Comercio, el SME, Asociación de Relacionistas, el Colegio de CPA’s, el Colegio de Médicos y otros deben hablar del tema y ser parte del cambio en vez de callar y perpetuar el discrimen con su silencio.
Después de todo, cómo uno tenga o lleve el cabello es una decisión personal que se debe respetar. #MiCabelloEsMiCorona
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